Transformar los sistemas alimentarios para fomentar la prosperidad rural

Informe sobre el desarrollo rural 2021

En este informe se aboga por una transformación revolucionaria de los sistemas alimentarios del mundo.

¿Por qué?


Los sistemas alimentarios actuales no han conseguido que las personas pobres puedan acceder a dietas nutritivas o permitirse afrontar su costo de forma sostenible. Por consiguiente, al menos 3 000 millones de personas sufren subalimentación, deficiencias nutricionales o padecen sobrepeso.

¿A qué se debe esto?


A lo largo de los últimos 70 años, el sistema alimentario mundial ha ido perdiendo eficiencia con relación a su objetivo principal: suministrar alimentos nutritivos de forma sostenible. El énfasis en la producción de cereales de alto contenido calórico ha incrementado el rendimiento y reducido los precios de los alimentos básicos. ¿A qué costo? Desperdicio de alimentos, malnutrición y obesidad, y degradación del medio ambiente.

¿Qué deberíamos hacer?


Tenemos que transformar los sistemas alimentarios del mundo de manera que puedan ofrecer dietas adecuadas y nutritivas para todos. Deben remodelarse para que ofrezcan medios de vida dignos a todas las personas que se dedican a cultivar, procesar, almacenar y comercializar los alimentos. Deben transformarse en sistemas justos, inclusivos y sostenibles.

¿Cómo puede lograrse esto?


En este informe se analizan los problemas y se ofrecen soluciones. Debemos situar en el centro de esta transformación a los agricultores en pequeña escala y a las empresas intermedias que les suministran insumos y servicios, y que se encargan del comercio, el almacenamiento, el procesamiento y la distribución de los alimentos a los consumidores. 

Hay mejores formas de hacerlo.

Esto es lo que tenemos que hacer...

Ofrecer dietas más saludables para las personas pobres


Los sistemas alimentarios actuales no han conseguido que las personas pobres puedan acceder a dietas nutritivas o permitirse afrontar su costo. Por consiguiente, al menos 3 000 millones de personas sufren subalimentación, deficiencias nutricionales o padecen sobrepeso.

Muchas mujeres y hombres de las zonas rurales que viven en la pobreza no tienen acceso a alimentos lo suficientemente nutritivos. En Etiopía, Temesgen Tchane es agricultor y no podía alimentar a su familia adecuadamente. Hoy en día, un nuevo canal construido en su pueblo proporciona a más de 200 familias de agricultores de la zona una fuente regular de agua. Esto significa que pueden cultivar una mayor variedad de frutas y verduras durante todo el año y mejorar su dieta.

¿Qué deberíamos hacer?

Debemos mejorar el acceso a alimentos más saludables y variados y, cuando sea necesario, convencer a los consumidores de que adopten mejores opciones alimentarias.

Tenemos que utilizar los mecanismos del mercado, ya que los sistemas alimentarios y la oferta de alimentos responden a la demanda. Para aumentar la demanda de alimentos más saludables, que puedan producirse de forma sostenible, debemos asegurarnos de que los consumidores disponen de los medios y desean adquirir alimentos saludables.

Las dietas saludables se basan en un consumo adecuado de frutas y hortalizas, cereales integrales, legumbres y frutos secos. También incluyen suficientes cantidades de alimentos básicos amiláceos, así como leche, huevos, aves de corral y pescado.Sin embargo, los sistemas alimentarios actuales se basan en solo tres cultivos, el arroz, el maíz y el trigo, que aportan el 60 % de la ingesta energética.

Para aumentar la demanda de alimentos más saludables, que puedan producirse de forma sostenible, debemos asegurarnos de que los consumidores disponen de los medios y desean adquirir alimentos saludables.

Las pequeñas explotaciones, que suelen producir cultivos más variados que las grandes explotaciones, pueden desempeñar un papel fundamental para ofrecer dietas más variadas.

Para impulsar la demanda de una dieta saludable, hay que asegurarse de que las personas pobres tengan el poder adquisitivo necesario, pero también que estén sensibilizadas y dispongan de información. Esto puede lograrse mediante el aumento de los ingresos, pero también con redes de seguridad social y transferencias de efectivo que acrecienten su poder adquisitivo.

La reglamentación y las inversiones públicas también pueden servir para orientar los mercados y alentar a los consumidores a alimentarse mejor. Los subsidios que actualmente se conceden a los alimentos básicos contribuyen al desequilibrio de las dietas. Los Gobiernos pueden utilizar los aranceles, los impuestos, las subvenciones y las adquisiciones públicas para conformar los sistemas alimentarios. También pueden invertir en información y educación (incluido el fomento de guías alimentarias) y estimular conductas adecuadas.

Los alimentos de origen animal ocupan un lugar esencial en los sistemas circulares de producción


Comer cantidades razonables de pescado, carne, huevos y productos lácteos es beneficioso para la salud y la nutrición. Aunque la ganadería excesivamente intensiva compite por los alimentos con el ser humano y puede dañar el medio ambiente, la cría de animales puede suponer un buen uso de los recursos y aumentar los ingresos de las explotaciones.

En muchas partes del mundo, los animales significan para la población rural algo más que comida. También forman parte de los medios de subsistencia. En Pakistán, Mansab y su familia pudieron comprar cabras gracias a un proyecto financiado por el FIDA, que les han proporcionado una fuente de ingresos regular, una dieta mejorada y una red de seguridad.

El consumo de productos de origen animal es importante para la salud y la nutrición, especialmente para los niños pequeños.

A medida que aumentan los ingresos y la población se concentra en las ciudades, aumenta el consumo de pescado, carne, huevos y productos lácteos.

En gran parte de Asia y África, el consumo por persona sigue estando muy por debajo de los niveles recomendados. Sin embargo, comer demasiados productos de origen
animal puede provocar enfermedades y sobrecargar los sistemas de salud.

A medida que aumentan los ingresos y la población se concentra en las ciudades, aumenta el consumo de pescado, carne, huevos y productos lácteos.

Los sistemas de producción en masa, especialmente de cerdos, aves de corral y ganado vacuno, a menudo dependen de la compra de insumos que compiten por la tierra y el agua con los cultivos alimentarios humanos, al tiempo que contaminan el suelo y el agua y emiten gases de efecto invernadero. Con todo, la cría de animales en pequeña escala suele ser circular, fertilizando la tierra y haciendo un uso eficiente de los recursos escasos, sin que ello suponga una amenaza para el medio ambiente.

El consumo de productos de origen animal es importante para la salud y la nutrición, especialmente para los niños pequeños.

La cría doméstica de cerdos y aves de corral, que se alimentan de los desechos de la cocina y de los cultivos, forma parte esencial de muchos medios de vida rurales, especialmente en el caso de las mujeres. Los animales generan ingresos, tiran de arados y carretas, constituyen una reserva de alimentos y riqueza, ofrecen un seguro y representan un prestigio social. El pastoreo se realiza a menudo en tierras no aptas para el cultivo y forma parte de una rica tradición cultural.

Mientras tanto, el pescado y las nuevas fuentes de proteínas, como los insectos, prometen ser de gran ayuda para desarrollar sistemas alimentarios más circulares. 

El papel crucial que desempeñan los agricultores en pequeña escala en la transformación de los sistemas alimentarios


A lo largo de los últimos 70 años, el sistema alimentario mundial ha ido perdiendo eficiencia con relación a su objetivo principal: suministrar alimentos nutritivos de forma sostenible. El énfasis en la producción de cereales de alto contenido calórico ha incrementado el rendimiento y reducido los precios de los alimentos básicos.

¿A qué costo? Desperdicio de alimentos, malnutrición y obesidad, y degradación del medio ambiente. Se necesita una nueva forma de pensar.

La mayor parte de la población pobre del mundo vive en zonas rurales. Para estas personas, la agricultura es una importante fuente de empleo e ingresos, así como de alimentos. Hay 3 000 millones de personas que viven en los 500 millones de pequeñas explotaciones agrícolas que se calcula que hay en los países de ingreso bajo y mediano, que producen gran parte de los alimentos que se consumen en esos países.

La agricultura en pequeña escala requiere mucha mano de obra y a menudo es muy eficiente: los agricultores en pequeña escala producen entre el 30 % y el 34 % del suministro mundial de alimentos en tan solo el 24 % de las tierras de cultivo del mundo.

Aunque la inmensa mayoría de las explotaciones abarcan menos de una hectárea, su cultivo permite a los propietarios, que a menudo son también trabajadores asalariados, mejorar su nutrición, sus ingresos y su seguridad alimentaria en economías que con frecuencia carecen de sistemas de seguridad social. 

A medida que aumentan los ingresos, también lo hace la demanda de alimentos frescos que producen las pequeñas explotaciones.

Es necesario que las pequeñas explotaciones:

  • aumenten su rentabilidad y su producción mediante técnicas más intensivas, basadas en los conocimientos, circulares y sostenibles, resistentes al cambio climático;
  • establezcan servicios agrícolas y de procesamiento, transporte y comercialización de alimentos;
  • integren a los agricultores, especialmente a las mujeres y los jóvenes, en cadenas de valor eficientes, los recompensen por prestar servicios ecosistémicos y los ayuden a superar las limitaciones de acceso a la tierra, los derechos sobre el agua, la financiación, la información y las nuevas tecnologías.

Desperdiciar menos y reciclar más: el camino hacia un sistema alimentario más circular


Es mucho lo que puede hacerse para que los sistemas agroalimentarios sean más circulares, desde esparcir estiércol y reciclar subproductos hasta reducir los desechos envasando los alimentos en bioplásticos y utilizar biocombustibles en los vehículos agrícolas.

La adopción de principios circulares hará que los sistemas alimentarios sean más sostenibles y eficientes. Pueden ayudar a aumentar el rendimiento de los cultivos y la producción de alimentos y añadir valor a las cadenas agroalimentarias. Debe minimizarse el uso de recursos finitos, como la tierra y los fosfatos minerales, y potenciarse el uso de recursos regenerables, como la energía eólica y solar.

Hay que ayudar a los agricultores y a otros agentes del sistema alimentario a reciclar los nutrientes, como la materia orgánica no comestible de los cultivos.

En las pequeñas explotaciones, los animales se utilizan desde hace mucho tiempo para pastar las tierras no cultivadas y convertir los residuos de las cosechas en alimento y estiércol. Esparcir estiércol ayuda a restaurar la fertilidad del suelo y la materia orgánica.

Un uso más extendido de las técnicas tradicionales de las pequeñas explotaciones reducirá los costos y hará que los sistemas de producción sean más resilientes y diversificados, y que el uso de la energía y el agua sea más eficiente.

Hasta un tercio de los alimentos que se producen se echan a perder entre la granja y la mesa o se tiran sin haberse consumido.

Se pueden reducir las pérdidas de alimentos si se mejoran el procesamiento, la refrigeración, el almacenamiento y el envasado.

Un cuidado más eficaz de los alimentos mejora la calidad y reduce los daños a las personas y el medio ambiente.

Los residuos domésticos y los excrementos humanos pueden convertirse en importantes fuentes de nutrientes y energía. Las comunidades deben unirse para organizar su recuperación y tratamiento.

Las nuevas tecnologías, desde el cultivo de algas hasta el uso de materias primas de origen biológico, están abriendo caminos hacia una economía más biológica.

Utilizar las políticas públicas para mejorar los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria


El comercio y los mercados pueden mejorar la seguridad alimentaria, pero los Gobiernos deben garantizar una competencia plena y justa y una reglamentación sólida, y desalentar el comercio de alimentos que se producen a un costo inaceptable para las personas y el medio ambiente.

Desde el año 2000, las importaciones de alimentos a los países menos desarrollados se han multiplicado por más de cinco hasta alcanzar la cifra de USD 50 000 millones. El comercio reduce los precios para los consumidores, pero también los ingresos de los productores, lo que provoca un aumento general del hambre.

Si está mal gestionado, puede contribuir a dietas poco saludables y dejar a las poblaciones expuestas a las subidas de los precios internacionales de los alimentos y a las crisis de las balanzas de pagos.

Los países que exportan productos básicos como café, cacao, té, aceite de palma y arroz tienen que diversificar su producción agrícola para protegerse de las bajadas de precio de los productos básicos, que pueden hacer caer su moneda y los ingresos públicos, y dejar a los ciudadanos sin capacidad para comprar alimentos suficientes. También deben desarrollar las pymes de los eslabones intermedios de la cadena de procesamiento para que adquieran conocimientos especializados, generen más valor y creen puestos de trabajo. 

También deben facilitar el comercio de alimentos entre países vecinos. Subvencionar a los agricultores para que protejan el medio ambiente o innoven puede ayudarles a ser competitivos, sin infringir las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Invertir en sistemas de inocuidad y calidad de los alimentos beneficia a productores y consumidores. Ayudar a los productores en pequeña escala a cumplir las normas de calidad y mejorar la infraestructura de transporte puede ayudarlos a acceder a los mercados nacionales e internacionales.

Subvencionar a los agricultores para que protejan el medio ambiente o innoven puede ayudarles a ser competitivos, sin infringir las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Los programas de certificación también pueden contribuir a la protección social y ambiental al recompensar a los productores que aplican buenas prácticas laborales y cuidan el medio ambiente, y ayudar a los productores en pequeña escala a organizarse puede aumentar su poder de negociación. 

El desarrollo de las pymes es fundamental para la reforma del sistema alimentario


El desarrollo de las pequeñas y medianas empresas que suministran insumos a los agricultores, compran y procesan sus productos y los suministran a los consumidores puede mejorar los ingresos de los agricultores, añadir valor y crear puestos de trabajo.

Vincular a los agricultores y productores con las pequeñas y medianas empresas es un paso esencial para que los sistemas alimentarios funcionen. Gladys Ndagile ha sido avicultora desde hace muchos años, pero no fue hasta que se puso en contacto con una empresa local de procesamiento de huevos de Uganda que pudo aprovechar al máximo la oportunidad. 

En un estudio que se llevó a cabo en 13 países de Asia, África y América Latina se constató que las pequeñas y medianas empresas (pymes) del sistema alimentario representan el 25 % del empleo rural y el 21 % de los puestos de trabajo en las ciudades. Estas empresas a menudo dan empleo a una proporción relativamente alta de mujeres y jóvenes.

Muchos países de ingreso bajo y mediano están experimentando transformaciones en sus sistemas alimentarios a medida que la oferta local asume el reto de alimentar a las ciudades de rápido crecimiento en los países.

El desarrollo de las denominadas pymes de los eslabones intermedios que prestan servicios a las explotaciones agrícolas y las conectan con el consumidor a lo largo del sistema alimentario es una característica importante de esta transformación.

Muchos países de ingreso bajo y mediano están experimentando transformaciones en sus sistemas alimentarios a medida que la oferta local asume el reto de alimentar a las ciudades de rápido crecimiento en los países.

Siempre que los agricultores tengan suficiente poder de negociación, estas pymes intermedias, al canalizar la demanda de los consumidores hacia los agricultores, pueden mejorar los ingresos de las explotaciones. Al comerciar con todo tipo de productos, desde mangos y leche hasta pescado, pollo y hortalizas, también mejoran la calidad y la diversidad de los alimentos que se suministran a los consumidores de las zonas rurales y urbanas. Los mayoristas suelen invertir en centros de almacenamiento en seco y de distribución de la cadena de frío, preservando la calidad de los alimentos, reduciendo su pérdida y mejorando su inocuidad. 

Las pymes también crean puestos de trabajo, que benefician tanto a mujeres como a jóvenes, especialmente las que procesan alimentos, como los productos fermentados, y venden platos precocinados. Para crecer más rápido, necesitan un acceso más fácil a la financiación y mejores infraestructuras de transporte. Es importante garantizar unas condiciones de trabajo dignas e inclusivas.

La transformación de alimentos crea puestos de trabajo y añade valor, pero conlleva riesgos dietéticos


El procesamiento de alimentos crea puestos de trabajo y añade valor, pero conlleva riesgos alimentarios

Los sistemas alimentarios ofrecen cada vez más alimentos procesados. Esto puede mejorar la calidad y la disponibilidad, pero conlleva riesgos para la salud, debido a que los alimentos ultraprocesados, en particular, suelen tener un alto contenido de energía, grasas, azúcar y sal.

Algunas formas de procesamiento de alimentos, como la transformación del trigo en pasta, alargan la vida útil y aportan comodidad. La producción de alimentos ultraprocesados puede contribuir a diversificar el consumo de alimentos, o fomentar opciones alimentarias poco saludables. Los refrescos ricos en azúcar, por su parte, se han relacionado con la epidemia de obesidad.

En África Subsahariana, el procesamiento de alimentos genera el 30 % del empleo del sector manufacturero. La molienda y el enlatado se realizan a menudo cerca del lugar donde se cultivan los alimentos o se desembarca el pescado, generando empleo. El procesamiento local puede aumentar considerablemente el valor de las exportaciones de productos alimentarios básicos, como el café y el cacao. 

Algunos procesos de transformación de alimentos tienen bajos costos de entrada, como la preparación de alimentos fermentados de gran valor nutritivo, por lo que ofrecen oportunidades de desarrollo de la capacidad empresarial, especialmente para las mujeres y los jóvenes.

La educación y el etiquetado de los alimentos son esenciales para ayudar a los consumidores a tomar decisiones saludables.

En el Brasil, Chile y México, los alimentos ultraprocesados, desde los productos horneados y las pizzas hasta los alimentos congelados y las bebidas gaseosas, aportan alrededor del 30 % de las calorías diarias: en los Estados Unidos la cifra ha alcanzado el 60 %. 

Se necesitan normativas para limitar la difusión de alimentos ultraprocesados, restringir los ingredientes y las técnicas de elaboración, y limitar el tamaño de las porciones. La industria debe actuar con responsabilidad. Es posible que los Gobiernos tengan que gravar los productos poco saludables, como las bebidas gaseosas, y restringir el uso de materiales de envasado no sostenibles.

La educación y el etiquetado de los alimentos son esenciales para ayudar a los consumidores a tomar decisiones saludables.

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(en inglés)

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