Número 5: Septiembre 2010

Estudio en contrastes - Aprendiendo de experiencias vividas en Guatemala, República Dominicana y Haití

Por Josefina Stubbs

A principios de agosto, tuve la suerte de viajar con el Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze, a algunos de mis países preferidos en América Latina y el Caribe.

Primero visitamos la República Dominicana, un lugar muy querido – no solo nací allí, pero también el FIDA ha lanzado recientemente un paquete de  US$60 millones en financiación nueva para programas en esta pequeña potencia agrícola. De allí cruzamos a Haití y después al sur hacia Guatemala.

Cada uno de estos países tiene sus desafíos y fortalezas individuales cuando hablamos del desarrollo rural, la seguridad alimentaria y el mercadeo. Y un estudio sobre los contrastes y confluencias que existen entre las estrategias empleadas en toda la región nos proporciona una excelente oportunidad para explorar muchos de los temas centrales que afectan el desarrollo rural.

Varias cuestiones surgieron durante la visita. ¿Cómo podemos crear una estrategia para los países de ingreso mediano (MICs, por sus siglas en inglés) como Guatemala y la República Dominicana que mejore la producción y los ingresos y a la vez disminuya la brecha de pobreza tan presente en estos países? ¿Cuál será el papel que desempeñe el género en nuestros proyectos? ¿Cómo se puede balancear la seguridad alimentaria con la necesidad de producir cosechas comerciales y rentables? ¿Y qué rayos hacemos para mejorar el nivel de vida en Haití?

Estrategias para los MICs

En 2009, el Banco Mundial clasificó a los países con un Ingreso Nacional Bruto (INB) de menos de $995 como países de bajo ingreso, los países con $996 a $3945 como de ingreso medio-bajo, y aquellos con $3496 a $12,195 como de ingreso medio-alto. Todos los países con un ingreso mayor son clasificados en el grupo de alto ingreso. La mayoría de los países en América Latina y el Caribe están en la categoría de los MICs, con Haití siendo el único de bajo ingreso en el hemisferio occidental. Belice, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay son clasificados como países de ingreso medio-bajo, con el resto (menos algunos países bancarios del Caribe como Las Bahamas) siendo categorizados como países de ingreso medio-alto.
 
Entonces, ¿por qué debería trabajar una organización como el FIDA en los países de ingreso mediano? Consultando el mapa del coeficiente GINI la respuesta es aparente en rojo, amarrillo y rosa. La mayor parte de la región sufre de una gran desigualdad de ingresos, en la que los pobres se hacen más pobres y los ricos más ricos.

   
   

El mapa del Coeficiente Gini ofrece una buena y detallada ilustración de las brechas de ingresos en América Latina.

En países como Guatemala y la República Dominicana, he visto que al invertir en el desarrollo rural podemos ayudar a reducir esta brecha de pobreza. La clave es encontrar los nichos apropiados. En la República Dominicana, por ejemplo, los pequeños productores están produciendo productos orgánicos de alta calidad como el café y el cacao, pero faltan las herramientas, recursos y tecnología para llevar sus productos al mercado de una manera eficaz. Al darles acceso a los mercados, herramientas y capacitación, estamos asegurándonos de mejorar sus ingresos. Y el enfoque en los mercados nicho – como el cacao orgánico – quiere decir que estos productores pueden ser competitivos en un ámbito más pequeño, y no preocuparse de ser vencidos por las grandes operadoras agrícolas que cuentan con alto capital y maquinaria avanzada.

Tomemos el ejemplo del mercado para el cacao orgánico. América Latina representa el 70 por ciento de la producción mundial de cacao orgánico, y la República Dominicana es el mayor proveedor, produciendo más de 5000 toneladas por año, según reportes de la industria. Son capaces de hacer esto porque han formado organizaciones de productores que permiten que los pequeños campesinos vendan a una mayor escala.

   
   

Jóvenes de la Meseta Central haitiana se juntaron para comprar unos bueyes con un poco de dinero proporcionado por el FIDA. Hoy en día están arando los lotes vecinos para ganar plata.

En Guatemala los campesinos están accediendo a los mercados internacionales gracias a la creación de productos de calidad y a la participación directa con socios del sector privado. Para los países de ingreso mediano como este, parece que trabajar en toda la cadena de valores – del arado al centro de acopio, y de los vendedores e intermediarios hasta los mercados – es esencial si pretendemos ayudar a los campesinos pobres a que salgan de la agricultura de subsistencia y alcancen un verdadero nivel empresarial. Es así como podrán ganar lo suficiente para mandar a sus niños a la escuela, invertir en terrenos y herramientas nuevas, y tener siempre comida en la mesa.

¿Interesado? Lea más sobre nuestra nueva financiación  en La República Dominicana y Haití o vea nuestro artículo sobre el acceso a los mercados y la seguridad alimentaria en Guatemala.

Las mujeres toman la delantera

Es impresionante la diferencia que una pequeña raya en un mapa puede hacer. Volando de la República Dominicana a Haití por arriba del campo haitiano, uno tiene la triste sensación de que cada gota de vida de esta tierra pálida y blanca ha sido minada por año tras año de cultivación sin límites, pobreza, corrupción y promesas no cumplidas.

Después de terminar nuestra visita oficial en Puerto Príncipe, donde el Presidente Nwanze se reunió con el Primer Ministro Jean Max Bellerive, el Ministro de Agricultura Joanas Gué y otros, nos adentramos al campo para ver si ésta era de verdad una tierra sin esperanza, o si existe la posibilidad de resucitar un sector agrícola que decayó del 30 por ciento del PIB a principios de los 1990 al 25 por ciento en 2009.

Estoy contenta (en realidad, más que contenta estoy eufórica) de reportarles que sí hay esperanza para Haití. Y la esperanza de la nación se basa en el campo, especialmente en las mujeres y jóvenes que viven ahí.

Cuando el Presidente y yo llegamos a la sede de la Asociación de Mujeres de Laskawobas Bwapen nos recibieron con un canto extraordinario. La canción que cantaron fue prueba indiscutible del papel que las mujeres desempeñan en el campo haitiano. “Las mujeres son como juncos, se doblan pero no se quiebran”, las mujeres cantaron. “Y cuando la raíz se encuentre firmemente plantada en la tierra, nosotros creceremos fuertes”.

Recientemente lanzamos un proyecto de riego y generación de empleos en los departamentos de Oeste y Nippes de Haití. El programa está siendo implementado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). Durante mi visita, tuve la oportunidad de hablar con el representante de IICA en Haití, Alfredo Mena Pantaleón.

“Si inviertes en las mujeres y los jóvenes, estás invirtiendo en el desarrollo”, me dijo MENA. “La única manera de romper con el ciclo de la pobreza es invertir dinero en estos grupos”.

En toda Latinoamérica he visto que invertir directamente en las mujeres produce dividendos. En Haití las mujeres están utilizando nuestros fondos para crear oportunidades de inversión de largo plazo. En Laskawobas las mujeres lo hacen invirtiendo en cabras – también invierten en cerdos, pero de todas formas he decidido referirme a este fenómeno como el Banco de las Cabras. Las mujeres emprendedoras también crean productos de valor agregado como jugos y mantequilla de maní fabricados con ingredientes locales. En Guatemala, las mujeres están poniendo cabeza abajo las tradiciones machistas y encontrando empleo nuevo en centros de empaque recientemente abiertos, añadiendo colores y diseños nuevos a sus textiles tradicionales, los cuales ahora se exportan a los EE.UU. y Europa, y aprendiendo a leer.

¿Y los jóvenes?

   
   

En su reciente misión a la República Dominicana, la delegación del FIDA se reunió con el Vicepresidente Rafael Albuquerque para discutir los nuevos fondos de programación valuados en US$60 millones.

Los jóvenes también son clave. Después de todo, son ellos quienes alimentarán a naciones como Haití, la República Dominicana, y tal vez hasta Italia dentro de 15 años. En Guatemala, estamos financiando una escuela secundaria que ofrece  capacitación agrícola a los campesinos del futuro, y los ingresos nuevos de nuestros programas de acceso a mercados están permitiendo que más familias puedan mandar a sus niños a la escuela.

Para un país como Haití, donde la mitad de la población es menor de 18 años, la idea de invertir en la juventud es de suma importancia. Algunos jóvenes emprendedores que conocimos durante nuestra visita al campo están comprando bueyes, los que alquilan para arar los campos de la zona. Otros están utilizando la infraestructura del riego para sembrar cosechas intensivas como el maní.

Mientras que espero que estos jóvenes empresarios continúen trabajando en el campo, la única manera de mantenerlos ahí es proporcionando una selección diversificada de oportunidades que vayan más allá de la agricultura tradicional. En Guatemala estamos financiando una empresa de rafting administrada por gente indígena, y nuestros programas nuevos en la República Dominicana se enfocarán en la industria turística para generar nuevos empleos en el campo.

En resumen, es un buen comienzo, pero instituciones como el FIDA necesitan continuar destacando la importancia de invertir en la juventud. Con esto en mente, estamos financiando nuestro Primer Encuentro de Emprendimientos Microempresariales de Juventudes Rurales en Cartagena, Colombia. La reunión será del 15 al 19 de noviembre de este año, con jóvenes de toda la región compartiendo sus experiencias.

Aunque estas comparaciones y talleres ofrecen sinergias duraderas que nos ayudarán en nuestros esfuerzos para combatir la pobreza rural, participar directamente en el debate es esencial si pretendemos encontrar las mejores soluciones. Con el fin de crear un dialogo sólido, lo invitamos a formar parte de la conversación en nuestro nuevo foro de Google, en donde puede hacer comentarios, proponer temas interesantes para debatir o simplemente escuchar lo que están diciendo sus colegas de otras partes del mundo sobre el desarrollo rural en América Latina y el Caribe.

Saludos,

Josefina
 
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Priorizando los derechos indígenas en América Latina - Se necesitan nuevas políticas para mejorar el nivel de vida de estos olvidados protectores de nuestro planeta

Por Kanayo F. Nwanze

   
   

Una pareja cuida a sus ovejas cerca del pueblito de Acopia, Perú. El financiamiento del FIDA en toda Latinoamérica ha ayudado a los pueblos indígenas a mejorar su acceso a mercados y servicios (foto ©IFAD/David Alan Harvey).

Los pueblos indígenas son los guardianes de la Tierra, los conservadores de nuestra historia, el seno mismo desde el cual nació la civilización moderna.

Con esto presente, convoco a todos los individuos y organizaciones mundiales en quienes recae la toma de decisiones – incluyendo organizaciones como la mía, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) – para que den prioridad a los derechos y autodeterminación de los pueblos indígenas.

Acabo de visitar varios proyectos rurales patrocinados por el FIDA en Guatemala, donde he tenido la oportunidad de ser testigo personal de cómo se ven afectados por problemas económicos y medioambientales los Maya Quiché y otras comunidades rurales pobres en Latinoamérica.

He invertido toda una vida trabajando con poblaciones indígenas por todo el mundo – compuestas de más de 370 millones de individuos en cerca de 70 países. Y aunque los pueblos indígenas constituyen únicamente el 5 por ciento de la población mundial, cerca del 15 por ciento viven en la pobreza. Más preocupante aún, mientras que otros grupos están tomando pasos lentos, pero seguros, para salir de la pobreza, estudios recientes indican que las poblaciones indígenas tienden a permanecer en la pobreza.  

   
   

El Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze, toma un descanso fotográfico después de visitar un pueblo remoto que se ha beneficiado por el programa SCAMPIS, financiado por el FIDA, en Las Verapaces de Guatemala.

¿Cómo podemos combatir estos obstáculos y crear políticas nuevas que respeten la cultura e identidad de los pueblos indígenas al mismo tiempo que los incluyan en el motor del progreso socioeconómico?

Uno de los primeros pasos a tomar, según el punto de vista de mi organización, es aceptar su diversidad cultural como una verdadera ventaja.

En Latinoamérica solamente existen 400 grupos indígenas distintos, cada uno con su propio idioma y cultura. Las tradiciones de los Maya Quiché en Guatemala, los Emberá en Panamá, los Quechua en Perú, y muchos otros pueblos, nos ofrecen nuevas oportunidades de aprendizaje no solo a nivel espiritual (también nosotros tenemos que aprender a honrar y respetar a la Madre Tierra), pero también a nivel práctico. La sabiduría tradicional que por tanto tiempo ha sido aplicada por las poblaciones indígenas está siendo integrada con la tecnología moderna para proveernos de nuevas prácticas agrícolas que ayudarán a asegurar la sostenibilidad de nuestra permanencia en este pequeño planeta azul. 

Yo he visto estas prácticas aplicadas en lugares como Perú, en donde técnicas de irrigación nuevas están siendo integradas con métodos agrícolas antiguos como la agricultura en terrazas, dando lugar a un mayor rendimiento para los campesinos pequeños de la región y a mecanismos duraderos que aseguran la sostenibilidad medioambiental. 

   
   

Esta gráfica del Informe de Desarrollo Humano Nacional de Guatemala de 2005 nos ofrece una representación clara de la brecha de pobreza indígena.

No hay vuelta de hoja, nuestro planeta corre peligro. Y a pesar de haber contribuido lo mas mínimo al cambio climático, los pueblos indígenas usualmente se encuentran entre los más vulnerable a su impacto debido a su dependencia en el medio ambiente y sus recursos.  Más aún, cerca del 80 por ciento de la biodiversidad mundial se alberga en áreas predominantemente habitadas por estos pueblos. 

Sin olvidarnos de esto, debemos mirar hacia ellos, estos protectores de nuestra Tierra, mientras trabajamos en conjunto para crear nuevas políticas de manejo de energía y recursos naturales que contrapesen la necesidad de crear negocios rentables en el campo con la imperativa necesidad global de emplear métodos ecológicos sostenibles.

Pero este cambio fundamental no solo depende de las organizaciones internacionales y gobiernos… ni debería. Los líderes indígenas – y los miembros comunitarios que representan – deben ser los principales actores en nuestros esfuerzos por erradicar la pobreza rural y adaptarnos al cambio climático. Ellos también deben informar el diálogo colectivo mientras trabajamos unidos para crear políticas y prácticas más robustas que incluyan y valoren esa gran diversidad que tanto enriquece a la sociedad entera. 

Como organización, nosotros hemos visto este enfoque de impulso comunitario aplicado en países como Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala, Honduras, Panamá y Perú, en donde estamos trabajando en colaboración directa con comunidades locales para decidir la magnitud y dirección de los proyectos que financiamos. Trabajando en consulta con estos grupos estamos descubriendo nuevas formas de adaptarnos a los desafíos medioambientales y de crear empresas rurales rentables, al mismo tiempo que preservamos el abundante patrimonio que estas culturas únicas nos ofrecen.

Desde esta perspectiva podemos decir verdaderamente que los participantes de estos proyectos no son solo beneficiarios de nuestros fondos pero los principales actores y protagonistas, a las riendas de su propio destino en su búsqueda por una vida mejor. Es un nuevo enfoque hacia el desarrollo y las cuestiones indígenas, pero un enfoque que funciona. Estamos seguros que nuestra Madre Tierra concordaría.

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‘El desarrollo es la paz’ - Presidente del FIDA se enfoca en temas de género, seguridad alimentaria, desarrollo ecológico y la generación de ingresos en Guatemala

Durante su reciente visita a Guatemala, el Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Kanayo F. Nwanze, cambió la rosa de la paz en el Palacio Nacional. Desde los acuerdos de paz en 1996, la rosa ha sido cambiada todos los días. A veces lo hacen grupos escolares, otras, los jefes de estado y otros altos funcionarios visitantes, como Doctor Nwanze tienen el honor. El 5 de agosto, fue el turno de Nwanze.
 
El papel del FIDA en el continuo proceso de paz en Guatemala se extiende más allá de la exquisita simbología de la rosa de la paz. Porque después de todo, como dijo Nwanze en su discurso en el Palacio Nacional, “el desarrollo es la paz”.

Examinando los pasados 24 años durante los cuales el FIDA ha estado financiado operaciones en Guatemala, es fácil entender de donde nace esta frase de Nwanze. Cuando terminó la guerra civil en 1996 – dejando más de 100,000 viudas y 250,000 huérfanos – el FIDA apoyó a organizaciones como el Fondo Nacional para la Paz (FONAPAZ) para reintegrar estas víctimas de la guerra a la sociedad.

Y mientras que la Guatemala de hoy podría ser aún más peligrosa que la Guatemala de 1996 (principalmente gracias al narcotráfico y la violencia de las pandillas), pareciera que la paz lentamente va tomando raíz en el campo. Las razones son simples. Los campesinos pobres de Guatemala ahora tienen más opciones que nunca para ganar dinero, mandar a sus hijos a la escuela, tener acceso a los mercados y mejorar su vida en general.

Notas del campo

   
   

Presidente Nwanze tuvo el honor de cambiar la Rosa de la Paz en el Palacio Nacional.

Después de su visita oficial con el Presidente de Guatemala, Álvaro Colom, el Presidente del Congreso, Roberto Alejos, y con el Director del FONAPAZ, Jairo Flores, Nwanze y el resto de la delegación del FIDA partieron por helicóptero a la remota provincia El Quiché el 6 de agosto. Entre los acompañantes se encontraban la Directora de la División de América Latina y El Caribe, Josefina Stubbs, el Gerente del Programa, Enrique Murguía, además del personal de apoyo y las contrapartes gubernamentales que respaldan las operaciones del FIDA en países como Guatemala.

La primera parada de la delegación del FIDA fue en la pequeña municipalidad de Magdalena de La Abundancia, donde Pedro Tun, un respetable líder de la comunidad que huyó de la región durante la guerra civil, le dio la cordial bienvenida al Presidente del FIDA y su delegación.

Tun ha visto la transformación de su comunidad gracias a los proyectos de acceso al mercado financiados por el FIDA. Estos programas están permitiendo que pequeños productores como Tun aumenten sus ingresos cerca del 50 por ciento y que tengan acceso a grandes mercados internacionales, incluyendo Wal-Mart.

Pero la seguridad y la paz no vienen solamente de ganar más dinero. En un área donde el uso intensivo y a veces mal administrado de las tierras las ha degradado y visto bosques enteros talados para ser utilizados como leña, proteger a la Madre Tierra también es clave para garantizar la sostenibilidad y seguridad a largo plazo. Con este fin, proyectos financiados por el FIDA en todo Guatemala están tomando grandes pasos ecológicos para reducir sus emisiones de carbón, reforestar las áreas taladas e integrar mejores prácticas agrícolas.

Mujeres a la cabeza

En base a las cifras históricas, alrededor de 500 guatemaltecas serán asesinadas este año. Aún más serán víctimas de la violencia doméstica. Por lo tanto, durante su misión en este país centroamericano, el Presidente Nwanze y la delegación del FIDA se mantuvieron atentos a cuestiones relacionadas con el género.  

“Al final, solamente poniéndole un alto a la violencia doméstica podrá este país alcanzar una paz activa y participativa que incluya a todos – mujeres, niños, campesinos e indígenas”, afirmó Murguía. “Nuestros programas en Guatemala están haciendo justo esto al ayudar a las mujeres a encontrar mercados nuevos para sus artesanías y enseñándoles a leer para que puedan formar parte integral del diálogo nacional”.

El Programa de Desarrollo Rural de las Verapaces (PRODEVER), con un valor de US$26 millones, fue iniciado en 2001 con $15 millones financiados por el FIDA.

Mientras que el objetivo de PRODEVER es mejorar el acceso de los campesinos a los mercados – lo cual está funcionando muy bien – también ha ayudado a alfabetizar cerca de 1600 mujeres y ha generado más de 300 puestos laborales nuevos para la región.

PRODEVER también ha apoyado a la Asociación de Desarrollo Integral Flor de Algodón (ADIFA). Este programa innovador ha abierto nuevos mercados y creado modelos empresariales nuevos para la producción de textiles mayas tradicionales.

A través de talleres de capacitación y la construcción de nuevos complejos de producción, el proyecto ha abierto mercados nuevos en Bélgica y EE.UU.

El éxito del proyecto ha tenido un efecto paralelo en los roles de género en la región. “A consecuencia de la demanda para estos productos y los ingresos nuevos que las mujeres han recibido, los maridos de las artesanas han empezado a participar en el tejido”, según reportes del PRODEVER. “Esta actividad está ayudando a promover la integración familiar y creando una alternativa a la migración temporal de los hombres en la región”.

Financiamiento del FIDA en Guatemala

Desde 1986, el FIDA ha obsequiado US$114 millones en préstamos para ocho proyectos en Guatemala a un costo total de $231 millones. Los proyectos han ayudado a aproximadamente 120,000 hogares. La estrategia del FIDA es implementada por:

  • El Programa de Desarrollo Rural de las Verapaces (PRODEVER) – de diciembre 1999 a 2010; costo total: $26 millones; préstamo del FIDA: $15 millones.
  • Programa Nacional de Desarrollo Rural – Primera Fase: Región Occidental (FIDA Occidente) – a partir de septiembre de 2003; costo total: $48 millones; préstamo del FIDA: $30 millones.
  • Programa Nacional de Desarrollo Rural – Regiones Centro y Este (FIDA Oriente) – a partir de diciembre 2004; costo total $34 millones; préstamo del FIDA: $17 millones.

La mesa está servida

Mientras que las mujeres están desempeñando un creciente papel en los consejos de las comunidades que visitó la delegación del FIDA a principio de agosto – por igual, todos los proyectos financiados por el FIDA reportan un increíble aumento en el número de mujeres que asisten a las reuniones –, el papel principal de las mujeres continúa siendo en la casa, como madre, contadora, costurera, maestra, cocinera, a cargo de la limpieza y cuidado de la familia.

“Una de las cosas que nos emociona mucho observar en todas las áreas de nuestros proyectos es que la habilidad de las mujeres para alimentar a sus familias ha aumentado”, dijo Murguía. “Esto se ha logrado gracias a la diversificación de las cosechas y la inclusión de hortalizas y vegetales a su dieta diaria que durante los últimos 1000 años se había basado solamente en el maíz y el frijol. El aumento de sus ingresos debido a los cultivos  de exportación como el ejote francés y la cebolla permite que las familias compren otros alimentos básicos en el mercado”.

Durante el segundo día de su visita al campo, Nwanze salió para ver qué se servía en las mesas de comunidades pequeñas como Laguna Itzacoba, situada en las verdes colinas de Las Verapaces. Aquí, el proyecto financiado por el FIDA Aumentando los Sistemas de Mini-riego en India, Madagascar y Guatemala (SCAMPIS, por sus siglas en inglés) ha ayudado a la comunidad a crear un huerto orgánico intensivo donde ahora se cultivan todo tipo de verduras y frutas, de duraznos a rábanos, para crear una dieta más variada con la esperanza de que algún día se podrán  vender los productos sobrantes en los mercados locales.

“Ahora que tenemos la opción de regar, podemos cosechar todo el año”, afirmó la Presidenta del programa SCAMPIS en Itzacoba, Arminda Cruz.

Después de pasar la mañana en la Laguna Itzacoba, el Presidente y el resto de la delegación bajaron a visitar otra comunidad apoyada por SCAMPIS, Laguna los Achiotes, donde el dinero del FIDA ha ayudado a los residentes locales a transformar un basural clandestino en un huerto orgánico.

“Esta es una zona donde la seguridad alimentaria es clave. Trabajando juntos con el Programa Mundial de Alimentos, el cual  está obsequiando alimentos básicos como el arroz y el trigo que no se cosechan fácilmente en esta región, estamos ayudando a crear hogares más sanos”, afirmó Josefina Stubbs, Directora de la División de América Latina y el Caribe del FIDA. “Un hogar sano significa un futuro sano, un hogar sano significa paz”.

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Felipe Cotoja es un campesino genio. Atrás de su pequeña y bien cuidada casa en los altos de Guatemala, Cotoja tiene un huerto experimental donde cultiva hierbas medicinales – también está experimentando con una viña de uvas. Los experimentos de Cotoja se han beneficiado por el sistema de mini-riego obsequiado por AGRISEM, un proyecto financiado por el FIDA. Con sus nuevos ingresos, Cotoja ha tenido la oportunidad de mandar a sus hijos a la escuela, y hasta se ha comprado una vaca, ‘Negrita’. Una vaca cuesta alrededor de US$400 en Guatemala, y esta gran inversión ha ayudado a Cotoja a proveer de leche y queso a su numerosa familia. AGRISEM se especializa en la comercialización y transporte de vegetales frescos (ejote francés, arveja china, mini vegetales, radicchio, entre otros), y ha fomentado aumentos en ingresos, y una mejora notable en la calidad de vida de los usuarios del proyecto.