Keeping food on the table and preventing food loss when business is not as usual

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Llevar comida a la mesa y evitar la pérdida de alimentos cuando fallan los negocios

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Francesco Cabras

Estamos viviendo tiempos difíciles. Debido a la pandemia de la COVID-19 y a los graves efectos que ha producido, ya nada es tan sencillo como antes, a menos que pueda hacerse desde la comodidad del hogar con la ayuda de un teléfono inteligente y una buena conexión a Internet. Hemos aprendido a improvisar y a trabajar en situaciones complejas. Nos hemos preocupado sobre los familiares que tenemos cerca y los que están lejos.

A principios del año leímos noticias sobre las estanterías vacías en los supermercados de Europa y América del Norte, pero los medios han hablado poco sobre los pequeños productores, las comunidades rurales y los trastornos muy reales en las actividades de producción alimentaria, en las cosechas y en la disponibilidad de alimentos en el Sur Global.

Según estimaciones recientes, antes de la pandemia, un 14 % de la producción mundial de alimentos se perdía antes de llegar a los consumidores. Se trata de una situación crítica que debe atenderse. En un contexto en que los recursos naturales son cada vez más escasos y preciosos, no podemos darnos el lujo de utilizar tierra, agua y combustible para producir alimentos que nadie consumirá.

Para quienes nos dedicamos a promover el desarrollo rural, el hecho de que se haya ordenado a millones de agricultores y trabajadores agrícolas en todo el mundo que “se queden en casa” ha sido motivo de especial preocupación. No se trata únicamente de que las órdenes de quedarse en casa impiden a las personas ganarse el sustento diario o de que su “hogar” podría ser incómodo o reducido en espacio.

A las personas que se ocupan del funcionamiento de los 500 millones de pequeñas explotaciones agrícolas de todo el mundo, les esperan incontables millas de campos para arar, regar y plantar y toneladas de productos para cosechar, clasificar y transportar al mercado. Asimismo, los plazos para transitar cada etapa y ser capaz de abastecer a las comunidades y a todos los hogares con alimentos frescos y nutritivos son sumamente acotados. Y al cumplir esta labor tan esencial para la seguridad alimentaria mundial, estos productores también se enfrentan a otros numerosos desafíos aparte de la COVID-19: el cambio climático y la irregularidad de los patrones climáticos, las inundaciones, las sequías y el aumento de las plagas, todo lo cual genera trastornos en el ciclo de producción alimentaria.

Sabemos que una parte importante de los alimentos del mundo se cultiva en millones de pequeñas parcelas en zonas rurales remotas alrededor del planeta. Cuando los productores no pueden comprar semillas, no se plantan cultivos. Cuando los trabajadores no pueden salir a los campos, los alimentos no se cosechan. Cuando el transporte está paralizado, los productos no llegan a los mercados. Cuando los mercados no pueden abrir o las personas no pueden acceder a ellos, la comida no se vende y, en general, se echa a perder.

El FIDA ha estado trabajando con ahínco en los países beneficiarios de sus inversiones para asegurarse de que los pequeños productores tengan el apoyo que necesitan para continuar produciendo y vendiendo alimentos nutritivos y asequibles, a la vez que se ganan la vida de forma decente. Incorporar tecnologías digitales en los métodos que usan “normalmente” los agricultores para hacer negocios puede ser útil, al igual que las políticas gubernamentales que ayudan a los pequeños productores y a los trabajadores rurales a desempeñar sin riesgos su labor.

En Bangladesh, el equipo del FIDA trabajó con el Gobierno para establecer un sistema logístico y de transporte certificado que permite trasladar con seguridad los insumos agrícolas (semillas, fertilizantes, etc.), la producción y el ganado hacia y desde las zonas rurales. El sistema se adoptó con rapidez y redujo a un mínimo las interrupciones en el transporte de los insumos agrícolas que llegan a las zonas rurales y los productos alimenticios destinados a los mercados urbanos y semiurbanos.

Hace tiempo que el FIDA viene trabajando con grupos y asociaciones de agricultores para ayudarlos a combinar su producción, a vincularse con los operadores de las cadenas de valor y a que puedan defender por sí mismos sus intereses. Esta “fuerza numérica” ha ayudado a los grupos de agricultores a negociar mejores precios y políticas y a aplicar mejores prácticas agrícolas que protegen el medio ambiente. Una de las agrupaciones de agricultores más eficaces en Asia es la Asociación de Agricultores de Asia para el Desarrollo Rural Sostenible, que recibe el apoyo del FIDA mediante una importante donación regional. La organización impulsa una gama de iniciativas innovadoras, entre ellas los mercados de hortalizas en línea en las Filipinas:, una adaptación surgida en el marco de la pandemia que permitió a los consumidores urbanos de Manila seguir comprando en línea el alimento que antes de las medidas de confinamiento adquirían en sus supermercados locales.

En Camboya, valerse de Internet para poner información esencial al alcance de los agricultores y los consumidores ha ayudado a salvar algunas de las lagunas que han interrumpido la cadena de valor que lleva el alimento del campo a la mesa. El país está estableciendo una “plataforma de macrodatos agrícolas” y el FIDA, junto con el Ministerio de Agricultura nacional, ha desarrollado y lanzado una aplicación especialmente diseñada para los agricultores que les brinda asistencia técnica sobre métodos agrícolas y permite vincular los productos cosechados con los mercados disponibles.

En la India, varios programas patrocinados por el FIDA se han valido de las plataformas digitales para establecer vínculos directos entre los agricultores y los consumidores. En Jharkhand, los agricultores están vendiendo su producción mediante una aplicación de Internet desarrollada a nivel local. En Maharashtra, las agrupaciones de productores están vendiendo productos frescos mediante WhatsApp.

En algunos países, entre ellos, las islas del Pacífico, la pandemia ha dejado paralizada la industria del turismo y una parte importante de los empleos ha desaparecido de la noche a la mañana. En Fiji, muchas personas que se han quedado sin ingresos han recurrido a los huertos familiares para alimentar a sus familias. El Gobierno se ha asociado con una empresa tecnológica para desarrollar una plataforma digital de agricultura que permite poner en contacto a las personas de la localidad que producen excedentes de frutas y hortalizas en sus huertos familiares con potenciales consumidores en su comunidad.

No existe una solución única que garantice que los pequeños productores de alimentos de Asia y el Pacífico puedan trabajar con seguridad, alimentarse y abastecer a la región con los alimentos frescos y nutritivos que la población necesita para conservar su salud. Es importante que sigamos apoyando a los pequeños productores y a los trabajadores agrícolas y que evitemos la pérdida de alimentos preservando el funcionamiento de las cadenas de valor alimentarias locales.