Ayudar a las mujeres rurales a garantizar los derechos sobre la tierra

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Ayudar a las mujeres rurales a garantizar los derechos sobre la tierra

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En muchos lugares del mundo, la plena participación en la sociedad —incluida la capacidad para obtener ingresos— todavía depende de la posesión de tierras (o el disfrute de derechos sobre ellas). Peor aún, en muchos de estos lugares, la discriminación en perjuicio de los derechos de la mujer a la propiedad y la tenencia de tierras sigue siendo la norma, y las políticas y los marcos jurídicos que existen en estas regiones a menudo ofrecen escasas garantías para que las mujeres puedan hacer efectivos estos derechos. Con pocos medios para acceder a la propiedad de la tierra, muchas mujeres de estas regiones en la práctica quedan excluidas de los procesos de toma de decisiones.

Durante más de cuarenta años, el FIDA ha estado trabajando sistemáticamente en la promoción de los derechos legales de las mujeres del medio rural. Nuestra labor adopta diversas formas, que van desde ayudar a las mujeres a conseguir una identificación básica expedida por las autoridades gubernamentales hasta incrementar activamente su tenencia de la tierra. También trabajamos en los ámbitos del hogar y la comunidad para transformar las normas de género relativas al uso y control de la tierra por parte de las mujeres a través de enfoques como las metodologías basadas en los hogares (HHM).

Hemos constatado cuáles son los beneficios que se derivan de permitir que las mujeres tomen el control de sus derechos sobre la tierra, que van desde la gestión sostenible de los recursos naturales hasta la expansión de las actividades empresariales de las mujeres y la mejora de su salud y nutrición hasta un aumento de la participación de las mujeres en la gobernanza local y regional.

Los obstáculos para conseguir plenos derechos sobre la tierra

En algunos países, los retos a que se enfrentan las mujeres están relacionados con la existencia de normas antiguas o son el producto de marcos jurídicos que discriminan por razones de género. Por ejemplo, es posible que la legislación obsoleta no contemple plenamente los derechos de la mujer sobre la tierra. Esto puede manifestarse de múltiples formas, entre las que destacan impedir que la mujer adquiera propiedades, no reconocer los derechos conferidos a una unión de facto (una pareja que convive sin un acuerdo o matrimonio inscrito formalmente) o no asignar a la mujer la debida prioridad en el reparto de una herencia (en las regiones en que las tierras se transmiten tradicionalmente a los miembros varones de la familia).

No obstante, aunque el reconocimiento y la aplicación efectiva de los derechos de la mujer sobre la tierra no han estado exentos de dificultades, recientemente ha habido algunas señales de progreso. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales de 2018, por ejemplo, insta a los Estados a realizar un reconocimiento legal de los derechos sobre la tierra, incluidos los derechos consuetudinarios (esto es, los conferidos sin un acuerdo formal). Más importante si cabe, la Declaración promueve la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres que trabajan en las zonas rurales en cualquier ámbito, en particular las mujeres rurales de bajos ingresos.

El FIDA lleva mucho tiempo prestando apoyo a las mujeres para dar efectividad a sus derechos de acceso y titularidad sobre la tierra. En Bangladesh, por ejemplo, el equipo del Proyecto de Desarrollo y Colonización de las Chars (CDSP), financiado por el FIDA, ha trabajado estrechamente con las autoridades para registrar los títulos de propiedad de las parejas casadas tanto a nombre del esposo como de la esposa, a partes iguales, y con el nombre de la esposa en primer lugar. Esto asegura que la tierra pase a pertenecer por completo a la esposa si esta enviuda, se divorcia o es abandonada.

La importancia de la seguridad de la tenencia

En muchos casos, la población rural de bajos ingresos no solo lidia con derechos limitados sobre la tierra, sino también con una tenencia deficiente, esto es, la capacidad para controlar y gestionar las tierras. Esto significa que, aunque tengan acceso a la tierra, algunas mujeres del medio rural tal vez no puedan utilizarlas o tomar decisiones sobre ellas a largo plazo.

La seguridad de la tenencia es fundamental para los pequeños agricultores. Esa estabilidad no solo les brinda la tranquilidad de que podrán utilizar la tierra sin interferencias, sino que también trae consigo un sinfín de otros beneficios. La estabilidad anima a los agricultores a invertir en sus tierras y su producción agrícola y les permite cosechar los beneficios de las inversiones realizadas. Con los documentos legales adecuados —incluidos títulos de propiedad sobre la tierra, derechos legales y redes de protección disponibles—, se obtienen ingresos más altos y, como consecuencia, aumenta la prosperidad de los hogares y las comunidades. Este incremento de la prosperidad, por su parte, abre otras vías como el acceso a crédito. Además, la seguridad de la tenencia contribuye directamente a la estabilidad social; de hecho, las situaciones de inseguridad de la tenencia a menudo dan lugar a conflictos.

Recientemente, hemos observado un auténtico progreso en la seguridad de la tenencia de las mujeres del medio rural a través del uso de metodologías basadas en los hogares. La práctica de fomentar la participación de todos los miembros del hogar —hombres y mujeres— en la concepción de un futuro común produce sistemáticamente cambios positivos en los medios de vida y el bienestar de las mujeres. A través de un proyecto financiado por el FIDA en Sierra Leona, por ejemplo, las mujeres ampliaron su control sobre las actividades productivas basadas en la tierra, lo cual se tradujo en ingresos más altos y un mayor gasto en el bienestar de sus hijos (por ejemplo, en matrículas escolares).

Hacia el logro de los ODS mediante la plena efectividad de los derechos de la mujer sobre la tierra

La consagración de los derechos de la mujer sobre la tierra no solo aumenta la prosperidad de las mujeres. También está vinculada al mayor bienestar de sus familias, especialmente sus hijos. Varios estudios recientes demuestran, entre otras cosas, que las mujeres tienden a invertir una mayor parte de sus ahorros que los hombres en el bienestar de sus familias, especialmente en ámbitos como la salud, la nutrición y la educación de los niños.

Así pues, la inversión en el acceso igualitario de la mujer a tierras y activos es una inversión directa en nuestro futuro, además de un paso decisivo hacia el logro de la igualdad de género (ODS 5) y el fin del hambre (ODS 2). El primer objetivo, en concreto, es fundamental para acelerar los progresos en toda la Agenda 2030. En el FIDA, continuaremos trabajando hacia el logro de estos objetivos, en colaboración con nuestros asociados locales y regionales para el desarrollo, y pedimos a todos los interlocutores públicos y privados que nos apoyen en este empeño.