Bhutan muestra el camino en la creación de la biodiversidad de los cultivos

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Bhután muestra el camino en el aumento de la biodiversidad de los cultivos

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Para países como Bhután —situados en el alto Himalaya, históricamente aislados y con dificultades topográficas— garantizar la seguridad alimentaria es vital. El cambio climático, la reducción de los hábitats, la desaparición de flora y fauna y la limitación de los recursos han planteado amenazas para el logro de un suministro estable de alimentos. Más recientemente, la pandemia de la COVID-19 y los esfuerzos realizados para mitigarla han añadido una mayor complicación, al alterar la vida y el empleo de las personas y restringir las cadenas de suministro de alimentos. 

La diversidad de los cultivos es un elemento clave de la solución a muchos de estos desafíos. Esta diversidad garantiza la disponibilidad de una mayor gama de recursos genéticos, lo que permite a los países planificar un suministro de alimentos sólido, eficiente y seguro para sus ciudadanos a precios más estables. Un suministro de alimentos variado también es más nutritivo y puede ayudar a aumentar el acceso a una alimentación más saludable a precios más asequibles.

Sin embargo, para mantener (o incluso mejorar) la diversidad de los cultivos se necesita un cambio radical en las prácticas agrícolas actuales. Comprometido con las actividades de desarrollo que dan prioridad a las preocupaciones ambientales y, al mismo tiempo, garantizan un progreso socioeconómico inclusivo (el país tiene más del 60 % de su zona forestal protegida de por vida y es el único Estado del mundo con huella de carbono negativa), Bhután, junto con su búsqueda de la autosuficiencia alimentaria, probablemente esté indicando un camino a seguir. 

La ambición de Bhután de lograr la biodiversidad de los cultivos está motivada tanto por la necesidad como por el interés en adoptar políticas sostenibles. Más de la mitad de la población del país trabaja en el sector agrícola. La mayoría son agricultores en pequeña escala que producen cultivos básicos, como arroz, maíz, cebada, trigo y mijo, para consumo doméstico, y que siguen siendo vulnerables a los cambios en las condiciones meteorológicas, especialmente debido a que el monzón es su principal fuente de agua. Incluso las pequeñas variaciones en cuanto al momento y el lugar en que se produce el monzón pueden incidir considerablemente en la producción agrícola. Teniendo en cuenta la creciente frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos y adversos, incluidas las inundaciones por el desbordamiento de lagos glaciares y las crecidas repentinas, así como los brotes de plagas, resulta evidente que el cambio climático ya está afectando duramente a los agricultores butaneses. 

“Mi aldea es conocida por cultivar hortalizas todo el año. Aquí los agricultores solíamos cultivar diversos productos básicos debido a que las condiciones meteorológicas eran buenas, y luego los vendíamos en el mercado local y en otros distritos”, dice Jigme Thinley, de 43 años de edad, oriundo de Chali Gewog, en el bloque de Mongar. Sin embargo, en el último tiempo, Jigme y otros agricultores de su aldea han sufrido una disminución en su producción debido a cambios duraderos en el clima. Para ellos, la diversificación de sus cultivos, así como la prueba de nuevas combinaciones, ha sido fundamental para mitigar este tipo de efectos relacionados con el cambio climático.

La introducción de chiles, entre otros cultivos, ha permitido a los agricultores butaneses diversificar su producción.

Jigme recibió semillas híbridas de hortalizas y otros productos básicos orientadas a fomentar una producción resiliente al cambio climático, y facilitadas por el Programa de Fomento de la Agricultura Comercial y los Medios de Vida Resilientes, que respalda el FIDA. El Programa colabora con asociados en la ejecución, como el Centro de Investigación y Desarrollo Agrícola de Wengkhar, para ayudar a los agricultores de Bhután a sumarse a cadenas de valor sostenibles y transformar sus explotaciones de subsistencia en empresas impulsadas por el mercado. Sonam Gyeltshen, Jefe Adjunto de Horticultura del Centro de Investigación y Desarrollo Agrícola ha señalado que la biodiversidad de los cultivos es esencial para la producción sostenible de alimentos, manteniendo la seguridad alimentaria y nutricional y preservando los medios de vida de las personas del medio rural.

El Programa de Fomento proporciona a agricultores butaneses insumos agrícolas y capacitación para ayudarlos a que su producción sea más diversa y resiliente. Los insumos incluyen semillas de hortalizas (como chile, tomate, cebolla, ajo, mostaza verde, espárrago, brócoli y hongos) y de frutas (como ciruela, albaricoque, nuez de cáscara blanda, aguacate, mango, lichi, fruta del dragón y maracuyá). También ayuda a los agricultores a establecer explotaciones agrícolas integradas, o un sistema de cultivo en múltiples niveles, que les permite producir cultivos de diferentes alturas juntos en la misma parcela de tierra, favoreciendo así un uso eficiente y económico de la escasa tierra y agua.

 “Estamos fomentando la producción de frutas en un sistema de cultivo en múltiples niveles, ya que esto no solo diversifica las fuentes de ingresos y mejora la biodiversidad de los cultivos, sino que también ayuda a nuestros pequeños productores a afrontar las perturbaciones que ha generado la pandemia de la COVID-19, la cual ha afectado el sistema alimentario a nivel mundial”, dice Sonam. Por las mismas razones, el Programa de Fomento también promueve el procesamiento y la adición de valor de productos locales, como la calabaza, la mandioca, el maíz y el trigo sarraceno. Hasta la fecha, el Programa ha permitido diversificar los cultivos en 739 acres (299 hectáreas) de tierra.

Jigme dice que ha podido hacer un mejor uso de su tierra —y generar más ingresos— cultivando diversos vegetales y frutas, especialmente en invierno. “Ahora cultivo maíz, cucurbitáceas y plantas leguminosas juntas para complementarlas entre sí y obtener mejores rendimientos. También, por el mismo motivo, produzco rábanos junto con espinaca”, señala.

Los modelos de cultivo en múltiples niveles permiten hacer un uso más eficiente del espacio.

Tashi Phuntsho, de 39 años de edad y proveniente del distrito de Samdrup Jongkhar, dice que ha podido obtener un ingreso estable diversificando los cultivos en su pequeña parcela de tierra. “Solía cultivar cereales, como maíz, mostaza y leguminosas de grano, para mi familia y para alimentar a mi ganado, pero, con la ayuda del Programa de Fomento, puedo producir más cultivos, y de mejor calidad, para vender en el mercado”, dice Tashi. Actualmente, Tashi genera 0,2 millones de ngultrum (USD 2 700) por año a partir de la venta de quinua, maíz, cereales y leguminosas de grano. La nutritiva quinua es popular entre los agricultores butaneses por su capacidad para crecer en las condiciones más difíciles, y debido a los mercados y servicios de apoyo adecuados que ofrece el Gobierno de Bhután.

La producción de una variedad de cultivos, independientemente del tamaño de la explotación agrícola, ha permitido a pequeños productores como Tashi alcanzar la seguridad alimentaria y la autosuficiencia a nivel de sus hogares, aumentar sus ingresos y preservar la biodiversidad de los cultivos. Los agricultores valoran esta mayor diversidad, ya que ayuda a mitigar varios tipos de riesgos diferentes para la producción, incluidas las plagas y las enfermedades de los cultivos. Con un calendario de producción que tiene en cuenta el cambio climático y una mayor variedad de cultivos, estos agricultores ahora tienen un “plan B”.

“Sé que, si un cultivo falla, puedo recurrir a otro, y eso me da una gran tranquilidad”, dice Jigme.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Bhután.