El asesoramiento a los hogares en el norte de Uganda es determinante para transformar la vida de las familias

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El asesoramiento a los hogares en el norte de Uganda es determinante para transformar la vida de las familias

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Un líder no nace, se hace. Ese es el caso de Molly Ajok, de 33 años, una asesora de hogares del norte de Uganda.

Molly nació en Agwari, una localidad remota situada en el distrito ugandés de Omoro. Cuando era solo una niña, su familia huyó a la ciudad de Gulu para escapar de la guerra civil que asolaba la zona. Pasó allí casi toda su vida.

En 2017, pasó por un momento difícil: sin trabajo ni esperanzas de lograr su título académico, Molly tenía dificultades para sobrevivir y mantener a su hijo. Entonces, tomó la difícil decisión de reunirse con sus padres en Agwari.

“No fue fácil —nos cuenta—. Estaba amargada y no venía ningún futuro para mi hijo y para mí”.

Además, al ser la segunda de diez hijos, sabía que debía contribuir a los ingresos del hogar, así que se puso a trabajar.

“Al principio, vendía tortitas para llegar a final de mes —afirma—. Ganaba unos USD 750 al año, lo suficiente para pagar la matrícula de mi hijo y contribuir a los gastos de la casa”.

Vivió un punto de inflexión cuando fue seleccionada por la comunidad para convertirse en asesora de hogares en el marco del Proyecto para el Restablecimiento de los Medios de Vida en la Región Septentrional, respaldado por el FIDA.

Gracias a los programas de asesoramiento, como el que se desarrolla en Agwari, las familias mejoran sus medios de vida mediante el desarrollo de su capacidad para establecer prioridades y planificar su futuro. Las familias beneficiarias aplican esas aptitudes primero en sus propios hogares y, después, a nivel comunitario participando en diversos grupos e iniciativas de desarrollo. Los facilitadores del programa y los asesores de hogares, que pertenecen a la comunidad, ofrecen orientación y apoyo en todas las etapas. Ahí es donde empezó la experiencia de liderazgo de Molly.

“Al principio fue duro, pero estaba decidida a que funcionara —indica—. Siempre me siento animada cuando veo transformaciones en la vida de las personas”.

Durante el proceso de asesoramiento se guía a las familias participantes a lo largo de cinco etapas. En primer lugar, las familias analizan la situación actual de sus hogares. Posteriormente, definen una visión común de futuro y diseñan un “viaje con visión”, en el que representan gráficamente sus desafíos actuales y las medidas que tomarán para alcanzar sus objetivos. A partir de ese momento, desarrollan un plan de acción y empiezan a ponerlo en práctica. Por último, los hogares que terminan satisfactoriamente el programa reciben una donación dirigida a promover la seguridad alimentaria que pueden utilizar para impulsar su producción de alimentos (los que ya participan activamente en la agricultura) o emprender un nuevo negocio. El viaje con visión, concretamente, es una adaptación del Sistema de Aprendizaje Activo de Género, que forma parte de la cartera de metodologías basadas en los hogares del FIDA.

Molly se detiene en su camino para unirse a un grupo de mujeres a las que asesora.

Molly no tardó en conocer a Margaret.

Margaret Ayoo, una mujer de 53 años con cinco hijos, estaba pasando por un mal momento. Su marido la había abandonado y su marcha había supuesto una reducción considerable de los ingresos de la familia. Había estado trabajando como jornalera en las granjas de otras personas para intentar llenar la despensa, pero nunca obtenía suficiente dinero. Cuando Molly la conoció, después de que la comunidad la remitiera al programa, no podía vislumbrar su futuro.

Tras participar en este programa, Margaret ya no trabaja en las granjas de otras personas, ahora trabaja su propia tierra que ha recibido de la comunidad. Cultiva lo suficiente para alimentar a su familia y le sobra bastante para vender en el mercado. Con los ingresos que obtiene, puede volver a pagar la matrícula de sus hijos.

También ha recibido el reconocimiento de otros miembros de su comunidad. Recientemente fue elegida tesorera de la asociación local de ahorro y préstamo, una oportunidad que nunca se habría imaginado antes de empezar el programa.

Molly no podía estar más orgullosa de ella. “Me alegra observar su transformación y la de sus hijos
—declara—. No me puedo creer que sea la misma mujer que conocí hace un año”.

Molly también considera que un líder debe ser un ejemplo. Por tanto, cuando empezó a adquirir experiencia con otros hogares, comenzó a explorar su propia dinámica familiar usando las aptitudes que había aprendido.

Al principio, no fue fácil conseguir que su familia hablara de estos temas, sobre todo su padre, que estaba acostumbrado a tomar todas las decisiones del hogar. Sin embargo, cuando Molly inició una conversación sobre los papeles asignados en función del género y comenzó a analizar las formas de redistribuir las tareas en casa, todos participaron. Ahora su padre incluye felizmente a su mujer en la toma de decisiones.

Molly también ha definido su propio viaje con visión y se ha establecido unos objetivos. Ahora está trabajando para que sus negocios y sus ingresos crezcan. Además de trabajar como asesora, ha empezado un proyecto de cría de aves de corral y cerdos que ya está dando sus frutos: sus ingresos aumentaron un 40 % en 2019. También sigue haciendo tortitas y vendiéndolas en las escuelas cercanas.

Tras cuatro años como asesora de hogares, las experiencias de Molly la han convertido en una líder ejemplar. Hasta la fecha, ha ayudado a más de 40 hogares. Además, su reputación la precede: toda la comunidad habla muy bien de ella. En reconocimiento a sus aptitudes, recientemente fue seleccionada para presidir el comité de protección infantil de su localidad.

Al igual que muchas personas, sufrió importantes reveses financieros en 2020. Con el cierre de las escuelas debido a la pandemia, las ventas de sus tortitas se vieron afectadas. También perdió muchas aves de corral por la enfermedad. Sin embargo, sigue siendo optimista acerca del futuro.

“Estoy muy agradecida a la comunidad y al Proyecto para el Restablecimiento de los Medios de Vida en la Región Septentrional por brindarme la oportunidad de convertirme en asesora de hogares y ayudar a mi comunidad —afirma—. ¡Me ha cambiado la vida!”.

Mientras Molly prosigue con su aventura de liderazgo, agradece las experiencias positivas y enriquecedoras que le brindan todos los hogares a los que asesora.

 

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Uganda.