Un pequeño pueblo ecuatoriano prospera con el apoyo del FIDA

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Un pequeño pueblo ecuatoriano prospera con el apoyo del FIDA

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Hace cuatro años, los habitantes de Chiquicha, una localidad de la provincia de Tungurahua, en Ecuador, recogían los primeros frutos de un proyecto de regadío puesto en marcha por el Programa Buen Vivir en Territorios Rurales. Hoy viven una prosperidad que antes ni siquiera hubieran podido imaginar.

Lo sé porque estuve aquí hace cuatro años durante una misión de supervisión del proyecto y volví hace algunos meses para acompañar a Rossana Polastri, Directora del FIDA para América Laina y el Caribe en una visita.

Entre septiembre de 2013 y abril de 2015, el Programa Buen Vivir, un proyecto conjunto del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Ministerio de Agricultura del Ecuador, invirtió en Chiquicha USD 173.000 para facilitar la construcción de reservorios de agua y la puesta en marcha de 90 sistemas de riego tecnificado por goteo para 90 familias. La inversión total, contando con las aportaciones de los beneficiarios y del municipio, ascendió a casi USD 300.000. Una cifra considerable para los habitantes de esta pequeña localidad al pie del majestuoso volcán Tungurahua.

“La gente de Chiquicha se comprometió realmente con el proyecto”, aseguró Leonardo Gallegos, director regional del Programa Buen Vivir. “No fue fácil al principio: Tenían dudas, temían ser engañados. Cuando el proyecto despegó, muchos beneficiarios siguieron invirtiendo. El resultado es excelente”.

Agricultores familiares de Chiquicha comentan a Rossana Polastri acerca de los éxitos del proyecto.

Los sistemas de riego han revolucionado la forma en que los agricultores de Chiquicha trabajan. “El agua es esencial para la agricultura, pero aquí no llueve entre mayo y noviembre”, explicaba Trajano Pasmiño, una prominente figura del Grupo de Acción Parroquial, el mecanismo creado para coordinar las acciones de las diferentes asociaciones de productores que se beneficiaron del proyecto. “Ahora, podemos regar durante todo el año, porque alguno de los reservorios permite almacenar agua hasta para seis meses”.

María Rosa Changopalín, presidenta de la Asociación de Productores La Pampa, añadía: “Podemos plantar cuando queremos. Antes, teníamos que esperar la época de lluvia”. Rosa nos mostraba orgullosa su exuberante plantación, que se extiende ladera abajo por un terreno sumamente escarpado. Luego, señalando un terraplén de rocas al otro lado del valle, nos explicaba: “Este terreno era como aquella ladera. No había nada”.

Franklin nos hace una tour por su campo de fresas.

“Ahora tenemos una producción estable porque podemos sembrar y cosechar varias veces al año”, decía Franklin Morales, secretario de la asociación La Pampa. “Además, hemos diversificado. Antes solo plantábamos tomate de árbol. Ahora tenemos mora, uvilla, frambuesa, frutilla, tabaco, maíz, hortalizas…”

Franklin nos muestra su plantación de fresas, un campo de 400 m2 perfectamente sembrado y posa para una foto luciendo una gran sonrisa. No es de extrañar. Los ingresos de su familia, solo en lo que se refiere a esta parcela, han pasado de USD 390 a USD 700. Como la renta adicional les ha permitido comprar otras tierras, en total su familia ingresa ahora USD 1.400 al mes.

En conjunto, el ingreso medio mensual de las familias que se beneficiaron del proyecto pasó de USD 529 a USD 979 –un incremento del 85%– entre el momento de comienzo de la inversión y la finalización del proyecto. Esa cifra es ahora mucho mayor.

Además, el éxito del proyecto ha despertado una “envidia positiva” en la región. La familia de Rocío Morales no participó en él, pero, al ver cómo sus vecinos se beneficiaban del riego por goteo, decidieron invertir sus ahorros en instalarlo en su parcelas. La cosa resultó tan bien que decidieron comprar más tierras. Hoy su ingreso ronda los USD 1.000 al mes y eso después de pagar USD 1.200 para amortizar el préstamo que suscribieron para comprar nuevas tierras. En total, esta familia de cuatro miembros ha pasado de ingresar unos USD 500 a USD 2.200 mensuales por la explotación de sus huertas.

Rocío hace una pausa para tomarse una foto cerca de sus cultivos alimentados por el sistema de riego.

Muchas familias han hecho como la de Rocío. El proyecto preveía la instalación de sistemas de riego por goteo en 9 hectáreas, pero, entre las 90 familias beneficiarias del proyecto y las que copiaron el modelo, casi un centenar de hectáreas de Chiquicha tienen ahora regadío. El vecino municipio de Rosario se está organizando para copiar el proyecto, lo que va a ser posible porque el Programa Buen Vivir ha extendido su duración gracias a un financiamiento adicional de USD 10 millones. El presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado Rural, Byron Cundalato, se muestra entusiasmado con la idea de que 150 familias de su municipio alcancen la prosperidad que se ve en Chiquicha.

Aquí, la gente también quiere seguir mejorando. Víctor Morales explicaba que él ya está pensando mejorar el equipo de riego por goteo con un sistema de sensores de humedad que permitiría un mejor aprovechamiento del agua. “La ayuda del FIDA fue el primer paso, pero hemos ido más allá y queremos seguir avanzando”, aseguraba.

Aparte de estas iniciativas individuales, los técnicos están diseñando una segunda fase del proyecto que permitirá completar la transición a la agricultora orgánica. Se trata de una iniciativa que transformaría los residuos de la cosecha, que actualmente se queman, en biomasa, y que beneficiaría al conjunto de las organizaciones productivas de la parroquia de Chiquicha (ocho, que agrupan a aproximadamente 1.000 familias). El proyecto cumpliría el doble objetivo de reducir las emisiones de CO2 y proporcionar a los campesinos de Chiquicha un abono orgánico de alta calidad. Ello les permitiría obtener el certificado de producción ecológica y les abriría la puerta de mercados más selectos en los que pueden obtener un mejor precio por sus productos.

Rossana y yo dejamos atrás Chiquicha sintiéndonos orgullosos. Habíamos comprobado que invertir en los pequeños agricultores tiene sentido y que la labor del FIDA da frutos.

Mientras nos alejábamos, pensábamos en lo que había dicho Sergio Arcos, el presidente del Grupo de Acción Parroquial, citando a Cicerón: “La agricultura es la ocupación más digna para un hombre libre”. Estábamos completamente de acuerdo.

 

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