Nuevas directrices operacionales para que el fomento de las cadenas de valor en favor de la población pobre ayude al FIDA a llegar a la población más pobre

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Nuevas directrices operacionales para que el fomento de las cadenas de valor en favor de la población pobre ayude al FIDA a llegar a la población más pobre

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
©FIDA/David Paqui

Como muchas mujeres en las zonas rurales de Ghana, Nafisa Hardi llevaba años cultivando una explotación de menos de 0,4 hectáreas. Al trabajar a una escala tan pequeña, tenía dificultades para alimentar a sus ocho hijos.

En 2011, ella y las demás mujeres de la comunidad norteña de Bumbongnayili se sumaron al comité de las cadenas de valor a nivel de distrito del Programa de Crecimiento Rural en el Norte, un proyecto de las cadenas de valor que recibió el apoyo del FIDA, el Banco Africano de Desarrollo y el Gobierno de Ghana.

Los resultados fueron impresionantes: “Mi vida ha cambiado por completo, la pobreza ahora es historia”, indica Nafisa.

Una cadena de valor es una alianza vertical de interesados y empresas que colaboran para el desarrollo de un producto desde su creación hasta su comercialización. Las intervenciones en las cadenas de valor en favor de la población pobre promueven la inclusión y el empoderamiento de las personas pobres en las cadenas de valor con el fin de aumentar sus ingresos y su bienestar. En muchos casos, los proyectos de fomento de las cadenas de valor en favor de la población pobre respaldados por el FIDA han ofrecido un enfoque relevante y sostenible en la lucha contra la pobreza.

No obstante, no todos los proyectos de este tipo están diseñados para integrar a las personas muy pobres, como Nafisa, ni todos los proyectos diseñados para integrar a las personas muy pobres se abordan mejor con un enfoque basado en un modelo de cadenas de valor. En algunos proyectos, para llegar a los grupos objetivo tal vez sea necesario centrarse en los enfoques de medios de vida, los modelos de graduación o el acceso a activos y aptitudes, y no utilizar un enfoque de cadenas de valor.

En realidad, depende del grupo objetivo. ¿El grupo objetivo dispone de capacidad, oportunidades y activos para poder participar en esas cadenas de valor?

Para garantizar que más proyectos de cadenas de valor lleguen a personas como Nafisa, el FIDA ha formulado directrices operacionales sobre la actuación del Fondo en el fomento de las cadenas de valor en favor de la población pobre.

Es crucial comprender quién es el grupo objetivo, pero también tener presente que la participación de la población pobre en las cadenas de valor no debe desarrollarse únicamente en la fase de producción. Deben participar en todas las fases de la cadena de valor. Puede crearse empleo en esferas tan diversas como el suministro de insumos, el almacenamiento, el transporte, la reparación de equipo y la utilización de la maquinaria.

Como hay muchas categorías de pobreza y muchos tipos de grupos sociales, en las nuevas directrices en favor de la población pobre se destaca cómo priorizar a los diferentes grupos objetivo en la cadena de valor. La pobreza y el análisis de la situación son muy importantes.

Por ejemplo, en lo que respecta a la población muy pobre o las mujeres con familias numerosas, algunos productos básicos son más adecuados que otros como objetivos de las cadenas de valor. Las gallinas y otras aves de corral son muy apropiadas para las personas con acceso limitado a la tierra, o para las mujeres que llevan a cabo muchas tareas domésticas.

La verdad es que el acceso a la tierra es una de las diversas restricciones importantes que hay que tener en cuenta en los proyectos de fomento de las cadenas de valor en favor de la población pobre. De todas maneras, en un enfoque de cadenas de valor, cuando se reúne a todos los agentes en una plataforma de múltiples interesados, por ejemplo, se pueden analizar los problemas y las limitaciones y encontrar soluciones.

Otra restricción importante es el acceso a la financiación. Una posible solución es recurrir a la financiación de las cadenas de valor con el fin de que el capital de trabajo sea accesible para los pequeños productores. En el caso de Nafisa y sus compañeras, por ejemplo, la participación en un proyecto de cadenas de valor significó poder acceder a unos servicios financieros muy necesarios. Al utilizar un modelo de crédito sin efectivo, las agricultoras adquirieron fertilizantes, semillas y servicios a crédito, y pudieron abrir una cuenta bancaria por primera vez.

Sus inversiones han sido más que rentables. “Actualmente, cada una de nosotras cultiva al menos 2,4 hectáreas de maíz o soja”, declara Nafisa, que acaba de construir una casa de cuatro habitaciones. Otras mujeres que han participado en el proyecto señalan que pueden alimentar a sus familias con tres comidas al día, matricular a sus hijos en la escuela e incluso comprar uniformes nuevos.

“Con el dinero que ganamos, hemos devuelto el préstamo sin problemas”, indica Nafisa y añade que la capacitación que recibieron sobre el ahorro y el crédito les permitió además absorber el impacto de las sequías de 2014 y 2015.

En Ghana, el modelo de las cadenas de valor ha favorecido el establecimiento de relaciones sólidas entre las organizaciones de agricultores, los distribuidores de insumos, los proveedores de servicios, los compradores y la banca rural, lo que demuestra que incluso las personas más pobres pueden participar en las cadenas de valor comerciales si reciben un apoyo adicional.