Indigenous food systems are at the heart of resilience

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Los sistemas alimentarios indígenas son un elemento fundamental de la resiliencia

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Francesco Cabras

Los pueblos indígenas de todo el mundo son administradores de la naturaleza y custodios de un gran acervo de conocimientos y tradiciones locales, que se transmiten de generación en generación y los guían a la hora de vivir de manera interdependiente con el entorno. Los sistemas alimentarios indígenas constituyen un tesoro oculto de conocimientos que contribuyen al bienestar y la salud, de modo que benefician a las comunidades, conservan la rica biodiversidad y aportan alimentos nutritivos.

Los territorios tradicionales indígenas albergan el 80 % de la biodiversidad del planeta y, con frecuencia, los sistemas alimentarios indígenas desempeñan un papel más amplio en lo que respecta a la conservación ambiental. Hoy en día, cada vez se cultivan, crían, comercializan y mantienen menos variedades y especies vegetales y animales. Las enseñanzas extraídas de los sistemas alimentarios indígenas pueden aportarnos formas holísticas y sostenibles de interactuar con la naturaleza, de la que, cabe recordar, formamos parte.

A continuación, presentamos a cuatro portavoces indígenas de Kenya, México, Suriname y Nicaragua, que nos explican la manera en que los sistemas alimentarios tradicionales de sus comunidades han determinado su respuesta ante la pandemia mundial y la crisis climática.

Victor Lopez-Carmen, miembro de la tribu siux de Crow Creek en Dakota del Sur y la tribu yaqui en Arizona y México, promueve los derechos humanos a escala internacional como miembro del Grupo Mundial de Jóvenes Indígenas de las Naciones Unidas. Victor explica las soluciones y las fortalezas de los conocimientos indígenas, en especial en lo que respecta a la alimentación.

Los pueblos indígenas han sido víctimas de la colonización y la marginación, lo que ha transformado sus medios de vida y ha repercutido en sus modelos de producción y consumo. La globalización de los mercados amenaza los sistemas alimentarios indígenas y hace que dependan cada vez más de alimentos exportados del extranjero, muchos de los cuales son ultraprocesados, lo que conduce a un aumento de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.

Debido a las restricciones impuestas en los mercados a raíz de la COVID-19, muchas comunidades indígenas han optado por diversificar, para lo que han recurrido a los conocimientos de sus mayores en materia de cultivos y consumo. De ese modo, han podido proporcionar alimentos saludables y nutritivos a sus comunidades, además de mejorar su resiliencia. 

Jupta Itoewaki es una activista de derechos humanos indígena de Suriname, promotora del desarrollo, política y madre. En 2018 creó la Fundación Mulokot para representar a los pueblos wayana. Jupta nos cuenta cómo la pandemia ha afectado el acceso de las comunidades a los alimentos y ha permitido volver a descubrir los enfoques tradicionales.

En su opinión, a pesar de que la comunidad wayana se haya visto tremendamente afectada por la COVID-19, no todos los efectos han sido perjudiciales. Por ejemplo, hace poco su comunidad experimentó una drástica reducción en el acceso al combustible a causa de las medidas de confinamiento. En lugar de utilizar una parte del combustible restante para refrigerar los alimentos, han retomado los métodos de conservación tradicionales, como ahumar o salar la carne. También describe una técnica especial para eliminar el amargor de la variedad de yuca que se cultiva en la zona y hacerla comestible.

En la comunidad de Jupta, al tiempo que se preocupan por la seguridad alimentaria, también trabajan para alcanzar la soberanía alimentaria. Para los wayana, la soberanía alimentaria implica ir al bosque a recolectar alimentos tradicionales, como las nueces del Brasil, el huasaí y la miel, así como medicinas naturales. También entraña emplear prácticas agrícolas tradicionales y sostenibles, en lugar de utilizar técnicas nocivas como la agricultura de corta y quema. Para Jupta, lejos de suponer una nueva preocupación derivada de la pandemia, estas prácticas son motivo de alegría y orgullo.

Emily Rosa Lerosion, jefa indígena samburu de Laikipia Norte (Kenya), es la fundadora y directora de The New Dawm Pacesetter, una organización comunitaria de mujeres y jóvenes que promueve los derechos de los pueblos indígenas al reforzar el papel de las comunidades en la toma de decisiones. Emily Rosa nos explica las ventajas de los sistemas alimentarios indígenas, así como las amenazas que afrontan.

Ella pertenece a una comunidad de pastores que siempre ha dependido de los productos animales como la carne y la leche. Sin embargo, cuando se restringió el acceso a los mercados a causa de la COVID-19, se dieron cuenta de la necesidad de diversificar. A fin de ayudar a la comunidad a mejorar su resiliencia, comenzaron a emplear los conocimientos de sus mayores en lo que respecta a los cultivos y el consumo de alimentos. También han empezado a elaborar productos artesanales para venderlos localmente primero, y a mayor escala cuando pase la pandemia. En última instancia, aspiran a reforzar los conocimientos intergeneracionales comunitarios en lo que respecta a la producción de alimentos y, al mismo tiempo, empoderar a las mujeres.

Margarita Antonio, una mujer indígena miskitu de la costa caribeña de Nicaragua, destaca la importancia de la soberanía alimentaria y el papel fundamental que desempeñan las mujeres a la hora de garantizar que las comunidades accedan a alimentos nutritivos. También señala que, si bien la pandemia ha agravado los problemas preexistentes que ya venían afrontando los pueblos indígenas, también se han producido respuestas contundentes a nivel comunitario, lo que demuestra que las organizaciones sólidas e inclusivas son fundamentales para la salud de esas comunidades en el futuro.

En su opinión, las organizaciones comunitarias son esenciales para que las comunidades indígenas prosperen. Además, sostiene que las organizaciones de pueblos indígenas tienen la capacidad de generar nuevas fortalezas y aumentar la resiliencia. También considera importante que las respuestas a los desafíos afrontados por las comunidades indígenas provengan, y cuenten con el pleno apoyo, de las propias comunidades.  

Los proyectos del FIDA centrados en los pueblos indígenas velan por que se protejan, promuevan, reintroduzcan y revitalicen las variedades de cultivo, los sistemas alimentarios, los sistemas de semillas, la agrobiodiversidad y, sobre todo, los sistemas agroecológicos tradicionales a nivel local. Encontrará más información en la quinta reunión mundial del Foro de los Pueblos Indígenas, que se centrará en el valor de los sistemas alimentarios indígenas y la resiliencia en el contexto de la pandemia de la COVID-19.