Hay todo un mundo bajo nuestros pies: los agricultores de Etiopía lo protegen gracias a las prácticas agrícolas sostenibles

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Hay todo un mundo bajo nuestros pies

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©IFAD/Petterik Wiggers

Los agricultores en pequeña escala de Etiopía se enfrentan a un sinfín de desafíos, desde el cambio climático hasta los conflictos. Sin embargo, una de las principales amenazas para la producción agrícola, los medios de vida y la seguridad alimentaria es, en realidad, minúscula: las plagas.

Los plaguicidas son una forma rápida de acabar con las plagas, pero permanecen en el suelo y el ambiente durante décadas, lo que hace peligrar el sistema ecológico en el que se sustenta la producción de alimentos.

A veces, las soluciones rápidas pueden hacer que el remedio sea peor que la enfermedad.

Por eso, los agricultores locales del distrito ahmara de Kalu utilizan plaguicidas bioquímicos para garantizar que las plagas sean cosa del pasado, sin perjudicar el medio ambiente ni poner en peligro su sustento.

En Etiopía, los agricultores se han asociado con el FIDA para diseñar prácticas agrícolas climáticamente inteligentes. © FIDA/Wairimu Mburathi

Los agricultores están colaborando con la segunda fase del Programa de Desarrollo Participativo del Riego en Pequeña Escala del FIDA (PASIDP II) y las autoridades locales para implantar la gestión integrada de plagas.

Este tipo de gestión combina las estrategias de gestión biológica, las prácticas culturales y el uso de una serie de plaguicidas bioquímicos que contribuyen a la buena salud de los cultivos y, al mismo tiempo, minimizan los riesgos.

¿Qué hay en el suelo

El suelo no solo es la capa más superficial de nuestro planeta, sino que también está repleto de materia orgánica. Un solo gramo de suelo puede contener 1 000 millones de células bacterianas, cientos de metros de hifas fúngicas y miles de especies diferentes; todos ellos son organismos que habitan en suelo

Lo que es más importante, un suelo sano es fundamental para lograr la seguridad alimentaria a nivel mundial. En torno al 99 % del suministro de alimentos de todo el mundo proviene de la producción terrestre y, aproximadamente, entre el 50 % y el 70 % de toda la superficie terrestre se destina a la agricultura. La tierra que pisamos es fundamental para el cultivo de plantas, y mantenerla sin productos químicos es primordial tanto para su bienestar como para el nuestro

Es más, el suelo sustenta la biodiversidad de la flora y la fauna, incluidos el ganado y la vida silvestre. Asimismo, afecta a la distribución de la lluvia y, en consecuencia, influye en la disponibilidad de los recursos hídricos, sobre todo en las zonas rurales como Kalu

Sanar la tierra

Tras más de diez años usando productos químicos nocivos, en 2017 los agricultores comenzaron a restaurar el suelo aplicando los tratamientos de gestión de plagas, inocuos para el medio ambiente, que habían aprendido en la escuela de campo sobre gestión integrada de plagas respaldada por el PASIDP-II.

En la actualidad, estos agricultores utilizan productos animales y vegetales de origen local para elaborar productos bioquímicos menos perjudiciales para el medio ambiente que los sintéticos. Tras haberlos probado primero en parcelas de menor tamaño, estos productos bioquímicos se distribuyen a los productores locales, a los que también se brinda capacitación sobre cómo utilizarlos de manera segura.

De este modo, no solo se ha mejorado la protección del suelo y el medio ambiente, sino que también se ha aumentado la productividad, la competitividad comercial y los ingresos.

​​​​​Seid Adem Endris trató sus cultivos con bioplaguicidas. © FIDA/Jemal Yesuf

En el pasado, plagas de diminutos insectos chupadores arrasaban con el trigo de Seid Adem Endris. Ahora, gracias a los bioplaguicidas proporcionados por el equipo de la escuela de campo, los cultivos están sanos. “Después de aplicarlos, mejoró la salud del cultivo, que se puso muy verde”, cuenta Endris, cuya producción ha aumentado unos 200 kilogramos desde entonces.

Gracias a la escuela de campo sobre gestión integrada de plagas, unos 60 agricultores del distrito de Kalu han mejorado su producción y han reducido sus costos. A día de hoy, estás prácticas se están compartiendo y ampliando de escala en las zonas de intervención del PASIDP II.

El uso de plaguicidas menos sintéticos permite mejorar la salud de los cultivos y entraña beneficios a largo plazo para las explotaciones agrícolas, el medio ambiente y el mundo que habita bajo nuestros pies, en el suelo.