¿Qué comeremos en 2050?

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¿Qué comeremos en 2050?

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

El mundo está cambiando a pasos agigantados. Incluso los alimentos que consumimos y nuestra forma de producirlos están evolucionando. Con ocasión del Día Mundial de la Alimentación, reflexionamos sobre cómo será nuestra gastronomía en el futuro, y analizamos la forma en que los pequeños productores están revolucionando nuestra alimentación.

Seguimiento de los alimentos desde el campo hasta tu plato

Las cadenas de bloques no son exclusivas de las criptomonedas. Los campesinos utilizarán las cadenas de bloques para mantener registros fiables de sus cultivos y contratos, pues constituyen los mayores y más seguros libros contables del mundo.

Productor de arroz de Côte d'Ivoire ©FIDA/David Paqui

Los consumidores podrán rastrear los productos desde el campo hasta que llegan al mercado y, de ahí, a nuestros platos. Gracias a este énfasis en la procedencia, los productores que dan prioridad a la calidad pueden obtener mejores precios por sus productos.

Almuerzos envueltos en algas

Pronto será difícil imaginar que los envases de plástico de un solo uso —que contaminan nuestros océanos y desprenden microplásticos que llegan a nuestros alimentos—fueran tan frecuentes.

En su lugar, volveremos a empaquetar los alimentos con materiales sostenibles y naturales, como las cestas de mimbre o las hojas de banano, mientras que las algas tomarán la delantera en la nueva economía de bioplásticos. El empaquetado protegerá los alimentos y, cuando hayas terminado tu almuerzo, aportará nutrientes al suelo.

Coloridas algas se secan al sol en la aldea de Sisir (Papua Occidental) ©FIDA/Joanne Levitan

Caldo para el suelo

Los productores son multifacéticos —hacen las veces de veterinarios, biólogos y meteorólogos— y, en 2050, serán también serán microbiólogos, pues cocinarán caldos microbianos para nutrir el suelo y potenciar el sabor y el componente nutricional de los alimentos. Estos “caldos” ayudan a que prosperen una serie de gérmenes y hongos que favorecen la salud del suelo y, al mismo tiempo, mantienen las plagas y las enfermedades dañinas bajo control.

Para el universo y para las granjas

La ciencia ficción se hace realidad cuando las tecnologías desarrolladas en el espacio se utilizan para cultivar alimentos de manera sostenible aquí en la Tierra. Los parásitos se convierten en plaguicidas y la tecnología hidropónica permite que las plantas florezcan todo el año.

A través de microsensores desarrollados por la NASA, las plantas avisarán a los agricultores cuando necesiten agua, de forma que cada una de ellas recibirá exactamente la cantidad necesaria. Así, se conseguirá reducir el despilfarro de agua en un 45 %. Cuando haga calor, se utilizará la tecnología de aislamiento, empleada para enfriar los instrumentos espaciales, a fin de evitar que las frutas se pudran durante el transporte desde las explotaciones agrícolas hasta los mercados.

Los insectos serán ingredientes

Recolección de escarabajos peloteros, para su posterior consumo,
entre los excrementos de búfalo en un arrozal
de la República Democrática Popular Lao,
donde también pasta el ganado. ©FIDA/Harald Franzen

Los humanos hemos comido insectos durante miles de años, y pronto estarán de vuelta en nuestras dietas. Los insectos constituyen una fuente de proteína y, a diferencia de muchos otros animales, pueden cultivarse en grandes cantidades sin generar emisiones de gases de efecto invernadero. Son una forma estupenda de garantizar que todas las personas lleven una alimentación diversa y nutritiva.

Además, ¡los insectos también están ricos! Prueba la receta de japchae de grillos del chef Yoon.

Menos carne, pero de mejor calidad

En la actualidad, los habitantes de los países ricos comen mucha más carne de la que necesitan para llevar una dieta saludable. No solo la ganadería a gran escala genera casi la quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que los animales a menudo se crían en condiciones precarias y sufren enfermedades que pueden acabar transmitiendo a los humanos.

Al mismo tiempo, la ganadería es esencial para la nutrición, los medios de vida y las culturas de muchas personas en los países en desarrollo, y contribuye a la buena salud de los  ecosistemas de pastizales. En realidad, hay una forma mejor de consumir carne.

La ganadería es esencial para la nutrición, los medios de vida y las culturas de muchas personas en los países en desarrollo. ©FIDA/Imam Ibrahim Albumey

En el futuro, y en todo el mundo, los platos estarán repletos de frutas, verduras y legumbres, mientras que la carne procederá de animales criados sin exposición a enfermedades. Los sistemas alimentarios circulares pasarán a ser la norma y, en ellos, los animales fertilizarán las tierras y utilizarán los escasos recursos de manera eficiente.

Cenas variadas y deliciosas

Hoy en día, la mitad de las calorías consumidas proceden básicamente de tres cultivos: trigo, maíz y arroz. Debido a su escasa diversidad genética, estos cultivos están en peligro cada vez que brota una enfermedad o cambian las condiciones climáticas.

En el futuro, gracias a los custodios de semillas, que han conservado y propagado innumerables variedades de especies autóctonas, llevaremos dietas más variadas desde el punto de vista nutricional. Además, en vez de campos extensos cultivados con trigo genéticamente idéntico, los alimentos procederán de explotaciones en pequeña escala, que actuarán como epicentros de biodiversidad.

Las guardianas de semillas del Brasil están aumentando la biodiversidad con ayuda del pasado.

Alimentos que nutren nuestro planeta y nuestros cuerpos

Poco a poco, la sociedad se está dando cuenta de que no podemos alimentarnos a costa de destruir el planeta. Pronto, los alimentos se cultivarán empleando técnicas que beneficien a la madre tierra.

La agrosilvicultura consiste en que los productores en pequeña escala utilicen un mismo terreno para plantar árboles, cultivar alimentos y criar al ganado. Esto aumenta la productividad, la salud del suelo, la biodiversidad y la resiliencia ante las perturbaciones del cambio climático, ya que las plantas quedan al cobijo del sol o de la erosión derivada de las inundaciones.

La agricultura de precisión conlleva el empleo de exactamente la cantidad necesaria de agua y otros insumos y, por lo tanto, reduce el desperdicio. Por su parte, la ganadería regenerativa revitaliza los ecosistemas en beneficio de las personas y del mundo natural.

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