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¿Es la economía azul un cambio decisivo para el FIDA?

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

©IFAD/R. Ramasomanana

La “economía azul” es la nueva palabra de moda de la agenda de desarrollo sostenible internacional. En foros de todo el mundo, las personas intercambian ideas sobre la manera en que podemos cuidar mejor este recurso vital. Pero, ¿qué es la economía azul y dónde encaja en la labor de desarrollo del FIDA?

La economía azul abarca el uso y la conservación sostenibles de los recursos acuáticos —océanos, mares, lagos y ríos— con el objeto de impulsar el crecimiento  económico, mejorar los medios de vida y crear empleos, velando al mismo tiempo por la protección de nuestro medio ambiente, valores culturales y biodiversidad. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 insta a la comunidad mundial a “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”.

¿Por qué es tan importante la economía azul para nuestras vidas? Analicemos rápidamente algunos datos estadísticos. Más del 71 % de la superficie terrestre está cubierta por agua y casi la mitad de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros del mar. Tres cuartas partes de las ciudades más grandes están situadas en la costa y el 90 %de los productos básicos comercializados a nivel mundial se transportan por mar. Se estima que la economía mundial basada en los océanos tiene un valor de USD 3 billones al año, lo que representa alrededor del 5 % del PIB mundial. Las industrias de la economía azul proporcionan medios de vida a más de 820 millones de personas de todo el mundo, en sectores como el transporte marítimo y sus actividades conexas, la generación de energía, la minería, la construcción, el comercio, el turismo y la investigación, sin olvidar los importantes servicios de los ecosistemas, como el secuestro de carbono.

La pesca y la acuicultura, parte integral de la economía azul, quizás sean unos de los sectores más importantes por la amplia distribución de oportunidades y los beneficios que ofrecen en todo el mundo, en especial en los países en desarrollo. La producción pesquera mundial ha aumentado a aproximadamente 171 millones de toneladas, la mitad de la cual proviene de la acuicultura por valor de unos USD 362 000 millones. El pescado representa casi el 20 % de la ingesta de proteína de origen animal per cápita de 3 200 millones de personas, es decir, representa el 17 % del suministro de alimentos proteínicos de origen animal. La acuicultura sigue creciendo más rápidamente que otros sectores de producción de alimentos principales, a razón de un 6 %anual. Unos 60 millones de personas obtienen su sustento principal de la pesca y la acuicultura, más del 96 % de estas personas viven en países en desarrollo de Asia y África. El procesamiento y la comercialización de pescado después de la captura, así como otras actividades de la cadena de valor emplean a aproximadamente la misma cantidad de personas, en especial mujeres.

Aunque la labor del FIDA no comprende algunos de los sectores de la economía azul, el Fondo tiene a sus espaldas una larga historia de colaboración en actividades relacionadas con los recursos acuáticos que se remonta a más de cuarenta años. Desde 1980, el FIDA ha prestado apoyo a más de 100 proyectos dirigidos a comunidades cuyos medios de vida dependen de los recursos acuáticos de la pesca en pequeña escala, la acuicultura en pequeña escala y las zonas costeras. El costo total de estas inversiones ronda los USD 3 400 millones, de los que USD 1 600 millones son contribuciones directas del Fondo, es decir, un 8 % de todos los préstamos y donaciones del FIDA. Actualmente, son 35 los proyectos en curso que incluyen actividades relacionadas con la pesca, la acuicultura y las comunidades costeras.

Las inversiones del FIDA se centran en la creación de cadenas de valor eficientes y sostenibles para la pesca y la acuicultura que doten a los pescadores y agricultores de  mejores competencias para acceder a los insumos, las tecnologías posteriores a la pesca y la producción y una mejor infraestructura. En los proyectos, se presta especial atención a la gestión eficaz de los ecosistemas acuáticos incorporando al mismo tiempo  cuestiones fundamentales relacionadas con los jóvenes, la perspectiva de género, la nutrición, los pueblos indígenas y el cambio climático. Las comunidades costeras, en particular los Pequeños Estados Insulares, se enfrentan a problemas singulares como las amenazas ambientales y climáticas extremas. El FIDA ha respondido a las necesidades de estas comunidades, por ejemplo, al reconstruir los medios de vida y aumentar la resiliencia de las comunidades enormemente afectadas por el tsunami en Asia y El Niño en partes de África. Habida cuenta de la creciente presión sobre los recursos acuáticos, hace falta hacer mucho más para mejorar la gestión y la conservación de la pesca y los recursos marinos y desarrollar la acuicultura en pequeña escala para alcanzar su pleno potencial. Es preciso seguir trabajando más para mejorar la eficiencia de la producción, reducir las pérdidas posteriores a la pesca y fomentar innovaciones que agreguen valor y mejoren las estrategias de comercialización.

¿Cómo puede el FIDA trabajar mejor con los Estados Miembros y las partes interesadas a fin de lograr un crecimiento económico y una transformación social que sean sostenibles e inclusivos aprovechando la economía azul? ¿Qué tecnologías, mejores prácticas y modelos de desarrollo podrían fomentar las inversiones dirigidas a la economía azul sostenible, la conservación y la resiliencia costera, y cuáles de estos esfuerzos podrían reproducirse a escala mundial? De hecho, nos encontramos en los albores de la economía azul,  nos esperan grandes oportunidades por explorar, amplias experiencias por adquirir, y si todo va bien, daremos con la respuesta correcta a cada una de nuestras preguntas.