Una década de programas de financiación rural inclusiva del FIDA apunta a un futuro innovador y catalizador

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Una década de programas de financiación rural inclusiva del FIDA apunta a un futuro innovador y catalizador

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©FIDA/Marco Salustro

Existen diversos servicios financieros, como el crédito, el ahorro, los pagos, los seguros y otros productos, que pueden ayudar a las personas pobres de las zonas rurales a mejorar sus medios de vida y hacer frente a todo un conjunto de retos económicos, sociales y climáticos en constante evolución. En efecto, cuando los servicios financieros son accesibles, útiles y asequibles, pueden ayudar a las personas pobres de las zonas rurales a invertir en sus hogares y en actividades agrícolas, no agrícolas y empresariales, lo que les permite mejorar sus ingresos, su nutrición y su seguridad alimentaria.

Afortunadamente, el acceso a estos servicios financieros está creciendo. De hecho, cuando el FIDA actualizó por última vez su Política en materia de Financiación Rural hace más de un decenio, el panorama de la financiación rural era muy diferente del actual. En aquel momento, solo el 38 % de la población rural de los países en desarrollo tenía una cuenta en una institución financiera. En la actualidad, esta cifra ha aumentado hasta el 60 %, y el número de cuentas sigue creciendo.

La gama de servicios financieros en las zonas rurales también se ha ampliado gracias a diversos avances, como la mejora de los entornos reglamentarios y las infraestructuras del sector financiero, la rápida expansión de las organizaciones comunitarias y, más recientemente, la llegada de las infraestructuras de pago ofrecidas por los operadores de servicios de dinero móvil. Aunque siguen existiendo importantes bolsas de exclusión y muchas personas pobres de las zonas rurales, en particular las mujeres y los jóvenes, siguen sin poder acceder plenamente a los servicios financieros y emplearlos, el potencial de crecimiento rápido en la mayoría de los países se está acercando a un punto de inflexión.

Para comprender mejor su impacto y fundamentar la formulación de una política actualizada de financiación rural, el FIDA ha realizado recientemente un balance de 10 años de sus programas de financiación rural. Esto ha supuesto la realización de un análisis en profundidad de 67 programas de financiación rural con importantes actividades de financiación rural inclusiva en las cinco regiones del FIDA, diseñados desde 2010. Este análisis ha brindado una oportunidad única para evaluar cómo ha evolucionado el enfoque del FIDA en el apoyo a la financiación rural inclusiva y cómo ha respondido a las lecciones aprendidas, el conocimiento generado y la experiencia adquirida en la ejecución de programas en todo el mundo.

En el balance se han señalado numerosos retos y oportunidades para el FIDA. Una esfera en la que el FIDA se ha mostrado especialmente eficaz es el apoyo a las innovaciones graduales, en particular las relacionadas con el desarrollo de instituciones financieras comunitarias, el desarrollo de medios de vida y la financiación de las cadenas de valor. Mientras que algunos financiadores daban prioridad a innovaciones revolucionarias, el enfoque del FIDA con respecto a la innovación se centraba en cómo mejorar los servicios gradualmente, dando el protagonismo al cliente y a la comunidad.

El FIDA también ha elaborado nuevos instrumentos para catalizar la innovación del sector privado. A través de mecanismos de innovación y extensión utilizados con grandes resultados en Malawi y Zambia, por ejemplo, el FIDA ha ofrecido donaciones de contrapartida y fondos de estímulo para incentivar la innovación financiera entre los proveedores de servicios financieros privados y comunitarios de manera competitiva. Estas donaciones han apoyado el ensayo y la ampliación de escala de nuevos modelos de servicios financieros para llegar más eficazmente a las personas pobres del medio rural. Además, a través de actividades más recientes con el sector privado, como el Fondo de Inversión para Agroempresas (Fondo ABC), el FIDA está catalizando nuevas formas para que los proveedores de servicios financieros y las empresas de las cadenas de valor obtengan capital y fortalezcan las cadenas de suministro de los pequeños agricultores en el proceso.

La rapidez con la que cambian los contextos de mercado con frecuencia requiere un nivel de flexibilidad que puede poner a prueba la capacidad de respuesta del FIDA. En el balance se señalan varios casos en los que el FIDA se ha adaptado satisfactoriamente a los cambios, como el apoyo rápido y eficaz a los servicios financieros que prestó durante la crisis del ébola en Sierra Leona y Liberia y las crisis políticas en Malí (especialmente en lo que respecta al apoyo de liquidez a las operaciones de préstamo). A este respecto, cabe señalar que la necesidad de flexibilidad y de mayor innovación no hará sino aumentar a medida que las comunidades rurales y sus sistemas alimentarios se enfrenten a una mayor incertidumbre debido al cambio climático y la evolución de las fuerzas del mercado.

De cara al futuro, se prevé que la complejidad y la velocidad a la que suelen desarrollarse las soluciones financieras innovadoras, en particular por parte de las nuevas empresas de tecnología financiera, pondrán a prueba la capacidad y los procesos del FIDA. Los ciclos de inversión largos pueden funcionar para la colaboración con los bancos comerciales más grandes, pero serán menos eficaces para adaptarse a las necesidades de desarrollo de los productos en rápida evolución de los nuevos actores.

La principal recomendación que se desprende del balance es que, a medida que el FIDA se adentra en un nuevo ciclo de programación de la financiación rural inclusiva y amplía las actividades con el sector privado, debe innovar a partir de sus éxitos pasados, ya sea en organizaciones financieras comunitarias o en cadenas de valor, al tiempo que cataliza los nuevos productos, servicios y canales de distribución a través de operaciones con garantía y sin garantía soberana.

Como líder mundial de la financiación rural inclusiva, la forma en que el FIDA apoye la innovación y los esfuerzos catalizadores, propios y de sus asociados, será fundamental para ayudar a los pequeños agricultores y empresarios a responder a los retos ambientales y climáticos y a la recuperación posterior a la pandemia de la COVID-19. El acceso a la financiación rural inclusiva, tanto la que ya existe como la que está surgiendo, así como su uso, desempeñarán un papel importante para alcanzar este objetivo, y ayudarán a los agricultores y a sus hogares a ser más resilientes ante los retos a los que se enfrentan, y a ser más capaces de invertir en sí mismos, en sus explotaciones y en sus comunidades.