El contexto

A lo largo de los últimos 25 años, la República Dominicana ha registrado una de las tasas de crecimiento más elevadas de América Latina y el Caribe impulsado principalmente por la construcción, el sector manufacturero y el turismo. La pandemia de COVID-19 frenó está tendencia y llevó al país a la recesión, sobre todo por el impacto en el sector turístico.

Los efectos devastadores de la pandemia también han elevado los índices de pobreza al 25% de la población, y la pobreza extrema al 6,7%. La agricultura es el cuarto sector económico más importante del país y en él trabajaba el 9 % de la población económicamente activa en 2019. La agricultura tradicional se ha ido reduciendo desde principios de la década de 1980 y los hogares rurales extremadamente pobres dependen cada vez más de los ingresos no agrícolas para subsistir. Los agricultores pobres del país tienen parcelas pequeñas y sus niveles de producción son demasiado bajos para poder mantener a sus familias.

Además, la falta de acceso a recursos financieros y sistemas de divulgación impide que los agricultores adopten las tecnologías que necesitan para aumentar su producción y sus ingresos. Los desastres naturales también suponen una amenaza recurrente para las condiciones de vida y los ingresos de la población rural.

Sin embargo, durante el último decenio, la República Dominicana se ha convertido en uno de los mayores exportadores de productos de comercio justo, productos orgánicos y productos de buena calidad a nivel mundial. El país cuenta con alrededor de 14 000 agricultores orgánicos, por lo que alberga uno de los sectores orgánicos más grandes de América Latina. El desafío consiste en contribuir a que se generalicen las condiciones que permiten a los pequeños agricultores beneficiarse de esas oportunidades comerciales.

La estrategia

En la República Dominicana, los préstamos del FIDA se utilizan para mejorar el bienestar de las personas de las zonas rurales del país en situación de pobreza o de pobreza extrema mediante el aumento de su capacidad de generación de ingresos.

El enfoque del FIDA consiste en promover cambios en el sistema a través de la inclusión productiva. Esto significa poner al alcance de la población rural pobre actividades generadoras de ingresos, ya sea en el sector agrícola o en otros sectores, a través del empleo tradicional o de la iniciativa empresarial. Nos centramos en las mujeres y los jóvenes, dado su papel clave en la prosperidad de las comunidades rurales. Para garantizar que los cambios sean sostenibles a largo plazo, participamos en el diálogo político y la coordinación interinstitucional, abogando por políticas que atiendan a las necesidades de los pobres rurales. En concreto, nuestros programas de inclusión productiva pretenden complementar las políticas y programas de protección social del Gobierno, ayudando a las familias rurales a salir de la pobreza rural y a crear medios de vida resistentes y sostenibles.

Un principio clave del compromiso del FIDA en el país es la promoción de la transparencia en las estructuras de gobernanza en todas las operaciones. Trabajamos a través de asociaciones público-privadas que ayudan a ejecutar los programas de manera eficiente aprovechando los puntos fuertes de cada socio.

Entre las principales actividades, cabe señalar las siguientes:

• ampliar el acceso de pequeños agricultores organizados a mercados agroalimentarios dinámicos por medio de asociaciones inclusivas y provechosas con el sector privado;
• mejorar el acceso de los pequeños agricultores a tecnologías y prácticas agrícolas impulsadas por el mercado y adaptadas al cambio climático; 
• aumentar el capital humano y social y crear oportunidades laborales dentro y fuera del sector agrícola para la población rural pobre, sobre todo para las mujeres y los jóvenes, y
• mejorar los medios de vida de los jóvenes rurales mediante el empleo o el autoempleo y reforzar la resiliencia de las familias.

Con estas actividades, se pretende seguir consolidando los esfuerzos por promover la igualdad de género, y ayudar a la población rural pobre a adaptarse al cambio climático.