El contexto

Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe y registra uno de los mayores índices de desigualdad de ingresos del mundo. Más de seis de cada 10 personas vive en condiciones de pobreza. 

La historia del país se ha caracterizado por la inestabilidad política e importantes desastres naturales. La situación empeoró aún más en 2021 con el asesinato del Presidente Jovenel Moïse, seguido unas semanas después de un violento terremoto de magnitud 7,2 que se cobró más de 2 200 vidas y ocasionó daños por valor de 2 000 millones de dólares de los Estados Unidos. 

La agricultura, la silvicultura y la pesca representan una quinta parte del PIB y dan empleo a casi la mitad de la mano de obra del país. La productividad agrícola enfrenta importantes limitaciones debido a la falta de acceso a la tecnología y el crédito y a las deficiencias en la infraestructura vial y de riego. Las pérdidas poscosecha son considerables, a menudo debido a la falta de instalaciones de almacenamiento y procesamiento. 

A todo ello se suma que Haití es muy vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes tropicales e inundaciones, cuya frecuencia e intensidad aumentará con el empeoramiento del cambio climático. 

La estrategia

El FIDA apunta a reducir la pobreza rural y reforzar la resiliencia climática de las comunidades rurales haitianas por los siguientes medios: 

• el fomento de la gestión sostenible e inclusiva de los recursos naturales; 
• la promoción de los ecosistemas económicos comunitarios sostenibles, la diversificación de los medios de vida y la mejora de la nutrición; 
• la inversión en capital humano, en particular brindando capacitación a las organizaciones comunitarias, y 
• la facilitación de herramientas para la planificación, las iniciativas y las inversiones socioeconómicas locales.