Cultivos
Los agricultores en pequeña escala cultivan un tercio de los alimentos del mundo. En un mundo en rápida evolución, necesitan apoyo para poder cultivar de manera sostenible.
El agua es un recurso cada vez más escaso. Actualmente la mayor parte de las personas vive en países sin un acceso sostenible a suficiente agua potable para satisfacer las necesidades humanas. De hecho, se estima que el 72 % de la población mundial padece inseguridad hídrica y que el 8 % se enfrenta a una situación crítica de inseguridad hídrica.
El cambio climático está modificando los patrones meteorológicos y provocando sequías e inundaciones más frecuentes, lo que afecta a la disponibilidad de agua. Mientras tanto, el aumento del nivel del mar está haciendo que el agua salada se filtre en muchas fuentes de agua dulce.
La agricultura es el sector que se ve más afectado por la inseguridad hídrica. La gran mayoría de las personas que participan en los proyectos del FIDA dependen del agua de la lluvia para regar sus cultivos, pero la lluvia es cada vez menos previsible debido al cambio climático. Si bien es cierto que el 71 % del agua dulce que se utiliza en todo el mundo se destina a la producción de alimentos y otros cultivos, la agricultura suele ser un sector menos prioritario a la hora de repartir el agua.
Además, el agua no siempre se utiliza de manera eficaz en la agricultura. Muchas explotaciones siguen utilizando técnicas de riego insostenibles y poco rentables, lo que agrava aún más el estrés hídrico en todo el mundo.
Invertir en sistemas de riego sostenibles puede duplicar o incluso triplicar la productividad de la agricultura de secano de los pequeños agricultores. Los sistemas de riego a gran escala suelen ser insostenibles y difíciles de desarrollar y mantener, pero los sistemas de riego en pequeña escala bien planificados son eficaces y eficientes.
Un riego eficaz permite producir más alimentos en menos tierra y prolongar los periodos vegetativos. Si se utiliza de manera eficiente puede aumentar el rendimiento de unos cultivos diversificados y de mayor valor.
Al mismo tiempo, las infraestructuras y las tecnologías pueden aumentar la disponibilidad de agua para que ante todo haya un mejor abastecimiento hídrico. Conservar las zonas de captación de los recursos hídricos y los acuíferos también mejora el acceso sostenible al agua de las personas pobres que viven en las zonas rurales.
Por último, invertir en políticas e instituciones locales puede redundar en una mejor gestión y asignación de los recursos hídricos, dando a los distintos grupos igualdad de acceso y derechos de uso.
Promover el uso de sistemas de riego y mejorar el acceso al agua podría liberar un enorme potencial productivo. En África Subsahariana, por ejemplo, solo el 6 % de las tierras cultivadas son de regadío.
Al promover un enfoque integrado y participativo para la gestión de los recursos hídricos, el FIDA empodera a las comunidades rurales para que puedan participar en la gestión de los recursos productivos de los que dependen.
Colaboramos con la población de las zonas rurales para conservar los territorios que ofrecen servicios ecosistémicos esenciales. De este modo velamos por que las cuencas hidrográficas que utilizan las personas que se encuentran aguas abajo —ya sean los agricultores de las tierras bajas o los habitantes de las ciudades— sean salubres y se utilicen de forma sostenible.
Invertimos en infraestructuras hídricas resilientes al clima que beneficien a los pequeños agricultores, para que puedan resistir ante unas precipitaciones cada vez más irregulares, lo que reduce el riesgo de obtener malas cosechas, mejora la producción agrícola y estabiliza los rendimientos y los precios de los alimentos en tiempos de crisis climáticas y económicas. Ayudamos a los agricultores a utilizar técnicas como el riego por goteo y el riego de precisión para suministrar la cantidad justa de agua a sus cultivos, sin desperdiciar ni una gota.
Usar demasiada agua puede ser tan peligroso como usar muy poca. Ayudamos a los agricultores de zonas vulnerables a vigilar y prevenir la intrusión de agua salina, así como a construir infraestructuras resistentes a las inundaciones, como diques y represas de control.
Al apoyar sistemas de suministro de agua polivalentes que abastecen tanto a los hogares como a las explotaciones agrícolas, contribuimos a mejorar los resultados sanitarios y nutricionales y empoderamos a las mujeres, al reducir la carga de trabajo que supone para ellas tener que ir a buscar agua, de modo que ahorran tiempo y energía para dedicarlos a actividades generadoras de ingresos y de cuidados.
Invertimos en las comunidades, los Gobiernos y las instituciones locales y colaboramos estrechamente con ellos, para que las infraestructuras hídricas se gestionen de manera sostenible. De esta forma también creamos puestos de trabajo y empresas que suministran bienes y servicios, lo que es fundamental para empoderar a la gente joven que vive en las zonas rurales.
Nuestras inversiones en infraestructuras, tecnologías y prácticas hídricas ecológicas y eficientes respaldan los esfuerzos para descarbonizar el sector agrícola, que abarcan desde la producción y el almacenamiento hasta los procesos de elaboración y la comercialización.
Technical Specialist, Water and Rural Infrastructure
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