Áreas de acción
Descubra cuáles son nuestras principales áreas de trabajo, que van desde el fomento de la resiliencia hasta el empoderamiento de la población rural y la protección del medio ambiente.
América Latina y el Caribe es una región inmensa, compleja, cautivadora, de gran diversidad geográfica, cuya superficie se extiende desde los desiertos del norte de México hasta los glaciares de Tierra del Fuego.
Décadas de progreso económico han situado a la mayoría de sus países en la categoría de ingreso mediano, gracias a sus abundantes recursos naturales y el dinamismo de su población. Sus extensos bosques y sabanas desempeñan un papel importante en la configuración de las pautas meteorológicas mundiales y en la mitigación del cambio climático.
La región es la mayor exportadora neta de alimentos del mundo y, como tal, desempeña un papel clave a la hora de estabilizar los precios de los alimentos y procurar la seguridad alimentaria para la población mundial. La agricultura es una parte esencial del panorama económico de la región, ya que contribuye de manera significativa al producto interno bruto (PIB) y emplea a millones de personas en las zonas rurales.
No obstante, la persistencia de dificultades como la pobreza rural, la desigualdad social y la degradación ambiental han impedido que la región alcance todo su potencial. La mayoría de sus sistemas agroalimentarios forman parte del sector informal y dependen de las personas más pobres y vulnerables, que a menudo viven en zonas remotas y desatendidas.
Existen numerosos medios para lograr el cambio transformador necesario para un desarrollo duradero y sostenible.
La creciente demanda de productos básicos agrícolas, tanto a escala regional como mundial, ofrece un mercado prometedor para las futuras generaciones de pequeños agricultores. La gente joven de América Latina y el Caribe constituye un recurso excepcional que aporta energía, innovación y nuevas perspectivas al sector agrícola.
Las comunidades Indígenas de toda la región poseen conocimientos inestimables relativos a las prácticas agrícolas sostenibles. Dichas prácticas, aunadas con técnicas modernas, pueden aumentar la productividad y la resiliencia de los sistemas de producción agrícola.
Estas oportunidades esenciales pueden desbloquearse través de intervenciones específicas para subsanar las carencias de conocimiento, la exclusión financiera y el acceso limitado a los mercados, y la región puede allanar el camino con miras a un futuro más prometedor.
El FIDA lleva casi cinco décadas colaborando de manera activa en la región de América Latina y el Caribe, y ha sido pionero en enfoques transformadores del desarrollo impulsado por la comunidad.
En la actualidad, el FIDA financia 29 proyectos activos en la región, con una inversión total de 486 millones de dólares. Estos proyectos ya han mejorado los medios de vida de 286 000 hogares rurales, y se espera que beneficien a un total de 361 000 hogares en la fecha de su terminación.
La estrategia del FIDA se basa en empoderar a las comunidades locales para que construyan su propia senda hacia la prosperidad, y con ese fin les proporciona los recursos y el apoyo necesarios para hacer realidad sus aspiraciones.
Esa estrategia se adapta a cada contexto específico con el fin de impulsar los medios de subsistencia y aumentar la resiliencia frente a las perturbaciones externas mediante intervenciones específicas.
El FIDA se centra en la tarea de proteger los recursos naturales de la región, consciente de que América Latina y el Caribe alberga más del 40 % de la biodiversidad mundial y el 57 % de sus bosques primarios. Al dar prioridad a esferas como la agricultura sostenible, las prácticas climáticamente inteligentes y la financiación rural, el FIDA apoya el aumento de la productividad y, al mismo tiempo, salvaguarda el medio ambiente.
Este enfoque también se centra en velar por que las mujeres, la gente joven y los Pueblos Indígenas accedan en igualdad de condiciones a los recursos y a las oportunidades de empoderamiento económico.
El dinamismo de la gente joven es un elemento constante en los proyectos que respalda el FIDA, desde la superación de barreras sistémicas para la transición agroecológica en la Argentina hasta la revitalización y promoción de sus territorios mediante la gastronomía y el turismo en Bolivia, Colombia y Honduras.
Las medidas adoptadas para empoderar a las mujeres y abordar la desigualdad de género incluyen la integración de la metodología elaborada por el FIDA para colmar las brechas de género y la creación de oportunidades empresariales, con un enfoque colaborativo para transformar las normas de género en el que participen mujeres y hombres, como sucede en el Proyecto de Desarrollo Sostenible de las Familias Rurales en el Corredor Seco de Nicaragua (NICAVIDA).
Entretanto, las perspectivas de los Pueblos Indígenas se integran en la planificación de proyectos, como en el caso del Programa de Fomento de la Capacidad Empresarial Rural: Confianza y Oportunidades en Colombia.
Durante décadas, el FIDA se ha esforzado por lograr efectos duraderos en la reducción de la pobreza, la consecución de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental en América Latina y el Caribe. El Fondo seguirá trabajando en pro de un futuro más prometedor y equitativo para las comunidades rurales, continuará colaborando con asociados de los sectores público y privado y seguirá aprovechando las iniciativas colectivas de las diversas partes interesadas para favorecer el desarrollo rural sostenible.
Oficial de Comunicaciones para la Región Andina y Cono Sur
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