En Mauritania, un hombre con turbante frente a un paisaje árido

Contextos de fragilidad y crisis

1 000 millones
de personas viven en contextos de fragilidad
630 000
personas están protegidas contra los riesgos climáticos gracias al programa del FIDA de apoyo a los seguros
38,2 millones
de los participantes en el FIDA, con mayor capacidad de resiliencia entre 2019 y 2021
© FIDA/Ibrahima Kebe Diallo
Cuando la población rural aumenta su resiliencia, puede afrontar mejor las crisis

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El contexto

En un mundo cada vez más interconectado y lleno de incertidumbres, las crisis, desde las pandemias a los conflictos, pasando por el cambio climático, pueden sumir a la población rural en la pobreza y malograr los frágiles avances conseguidos en materia de desarrollo. 


Para las personas más vulnerables, una mala cosecha, las fluctuaciones de los precios o los desastres naturales pueden suponer un revés del que les resulte casi imposible recuperarse. A menudo, las instituciones, débiles, se esfuerzan por prestar el apoyo adecuado. Cuando la población pasa hambre o los recursos naturales son insuficientes, aumenta el riesgo de conflictos y violencia. Todo ello, a su vez, agrava los efectos de las crisis, dando lugar a un ciclo de pobreza y vulnerabilidad que se retroalimenta de manera constante.


Por eso, la resiliencia, o la capacidad de resistir a las dificultades o de recuperarse ante ellas, es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y esa es también la razón por la que el FIDA apoya a los pequeños productores y a las comunidades rurales que viven en entornos de fragilidad, de manera que puedan prepararse y hacer frente a las crisis y recuperarse de sus efectos.

Las oportunidades

Cuando la población rural tiene capacidad de resiliencia, puede ganarse la vida y alimentar a sus comunidades, incluso en contextos de fragilidad. En caso de desastres o crisis, tienen una mayor capacidad de recuperación. 

La inversión en agricultura y desarrollo rural genera estabilidad, fortalece la seguridad alimentaria, rompe el ciclo de fragilidad y previene la violencia.


El FIDA tiene la responsabilidad singular de apoyar los sistemas de producción y medios de vida locales en situaciones de fragilidad. Nuestra labor como asociados es fundamental a la hora de ayudar a los pobres de las zonas rurales a mejorar sus ingresos, su nutrición, su seguridad alimentaria y su bienestar. 
Para ello, es necesario encontrar un equilibrio entre el desarrollo a largo plazo y la respuesta a las crisis a corto plazo. 

La labor del FIDA

En contextos de fragilidad y durante las crisis, la labor del FIDA se rige por cuatro principios:

  • Fomentar la resiliencia a largo plazo. Por ejemplo, en un proyecto que se llevó a cabo en África Occidental y Central se combinó el trabajo social, técnico y financiero de la comunidad para mejorar la resiliencia de la población frente a los conflictos, la inestabilidad institucional y el cambio climático.
  • Centrarse en la prevención. En el Brasil, un proyecto apoyado por el FIDA ayuda a las comunidades a adaptarse al cambio climático mediante la promoción de cultivos resistentes a la sequía, el desarrollo de sistemas de alerta temprana y el fortalecimiento de las instituciones locales. Al diversificar sus ingresos, las comunidades son menos vulnerables a las crisis económicas.
  • No causar daños. El FIDA determina los posibles daños que pueden surgir a consecuencia de su labor y decide cómo prevenirlos o mitigarlos.
  • Mantener el compromiso. Incluso cuando los países no puedan cumplir sus obligaciones, el FIDA hace lo posible por seguir prestando apoyo a la población rural. Por ejemplo, cuando Somalia entró en mora con el FIDA, se movilizaron fondos suplementarios de los donantes para poder seguir trabajando en el país hasta que se liquidaran los atrasos.

Guiado por estos principios, el FIDA afronta las causas de la fragilidad mediante:

  • El fortalecimiento de las instituciones locales. Desarrollamos la capacidad de las organizaciones e instituciones para que la población rural pueda superar las barreras sociales, políticas y económicas. En el Senegal, gracias a la colaboración con la plataforma nacional de organizaciones campesinas, los agricultores pueden expresar sus opiniones directamente.
  • El aumento de la seguridad alimentaria y nutricional mediante la inversión en los sistemas alimentarios. En los últimos años se ha producido una ralentización del crecimiento debido a diversos factores. Esto ha dificultado a los países de ingreso bajo y mediano invertir en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular el de hambre cero. Nuestras inversiones se traducen en que se sigue avanzando hacia su realización.
  • La mejora de la gestión de los recursos naturales. Para ello, utilizamos un enfoque integrado que capacita a las comunidades rurales para participar en la gestión de los recursos productivos de los que dependen, incluidos la tierra y el agua.
  • La potenciación del papel de las mujeres de las zonas rurales y de los grupos vulnerables. Empoderamos a los grupos marginados y los capacitamos para tomar decisiones vitales estratégicas. De este modo, se fomenta la igualdad y se construyen economías rurales sostenibles, resilientes e inclusivas.

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Experts

Yukta Kumar

Senior Specialist (Fragility), Fragility Unit, Department of Country Operations

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Ibrahima Tonton Cisse

Specialist (Fragility), Fragility Unit, Department of Country Operations

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