Reducción de la pérdida de alimentos
La reducción de la pérdida de alimentos podría mejorar enormemente la seguridad alimentaria mundial y reducir la presión sobre el medio ambiente.
A medida que la población mundial crece, los pequeños agricultores sufren la presión de tener que producir aún más, pero pocas veces han tenido que hacer frente a dificultades de la magnitud actual.
El clima cambiante del planeta está alterando las condiciones de cultivo y dando lugar al aumento de la frecuencia de las sequías y las inundaciones. Estos fenómenos meteorológicos devastadores golpean con mayor fuerza en las zonas donde los suelos y el medio natural ya están degradados. Como consecuencia de ello, aumentan los riesgos de producción y los agricultores producen menos alimentos.
En este difícil contexto, muchos pequeños agricultores no obtienen suficientes ingresos para salir adelante, y mucho menos para invertir en sus explotaciones. Algunos recurren a prácticas insostenibles que degradan aún más los recursos naturales, como el uso de demasiada agua. Ello les hace entrar en una espiral negativa que aumenta su vulnerabilidad ante futuras crisis.
Entretanto, la ausencia de mejoras en las prácticas de producción, los mercados, las condiciones de almacenamiento y las infraestructuras rurales o las instalaciones de elaboración y almacenamiento poscosecha conlleva que los agricultores suelan perder gran parte de sus cosechas antes incluso de que lleguen al mercado. Esta situación no solo da lugar a que se reduzcan los alimentos disponibles para el consumo, sino que provoca el desperdicio de los recursos naturales y económicos invertidos en producirlos.
Las explotaciones en pequeña escala tienen la capacidad de alimentar a un número cada vez mayor de personas de la población mundial en aumento y, a la vez, conservan el medio ambiente. De hecho, ante las mismas condiciones y en situación de igualdad de acceso a los insumos, las explotaciones más pequeñas son más productivas por hectárea que las grandes explotaciones y, a menudo, también son más sostenibles.
Por ejemplo, es más probable que en las explotaciones en pequeña escala los cultivos sean más variados que en las grandes explotaciones. Dicha variedad mejora la biodiversidad, al tiempo que garantiza el consumo de alimentos diversos y nutritivos por parte de los agricultores y sus comunidades. Es más, la variedad de cultivos proporciona una red de seguridad, de modo que si se pierde algún cultivo las comunidades rurales puedan basarse en los restantes cuando atraviesen tiempos difíciles.
Pero para que las explotaciones en pequeña escala prosperen necesitan el apoyo que les permita cultivar de forma sostenible y adaptarse al cambio climático, y también precisan de un mejor acceso a los servicios de extensión, financiación e información financiera. Asimismo, necesitan tecnologías agrícolas e insumos de calidad, como las semillas y los fertilizantes adecuados. Con todo ello, los pequeños agricultores pueden invertir en la producción sostenible de alimentos suficientes para el consumo familiar y la venta.
El planteamiento del FIDA en relación con la agricultura varía en función del contexto. Ayudamos a los agricultores a superar las dificultades específicas que deben afrontar para aumentar sus rendimientos, por ejemplo, en relación con la gestión de suelos sostenibles y plaguicidas, el acceso a semillas de calidad y la diversificación de los cultivos.
Desarrollamos soluciones para adaptar los sistemas agrícolas existentes a un clima cambiante. Al diseñar estas soluciones se tiene en cuenta que sean accesibles y asequibles para los pequeños agricultores y se adapten a las condiciones locales. Al mismo tiempo, incorporamos el uso de una amplia gama de tecnologías destinadas a aumentar la producción y, a la vez, preservar la naturaleza.
Aprovechamos la colaboración con institutos de investigación para aplicar enfoques innovadores como los cultivos intercalados, que protegen las cosechas frente al calor extremo. Promovemos soluciones digitales que faciliten el acceso de los agricultores de las regiones más remotas a insumos y asesoramiento. Entre esas soluciones cabe citar los vales electrónicos, los servicios de información meteorológica, las aplicaciones de asesoramiento en materia de agricultura y los servicios financieros en línea.
Promovemos prácticas agroecológicas como los sistemas integrados de producción agrícola y ganadera, la agrosilvicultura, el recubrimiento del suelo con materia orgánica, el compostaje, el abono verde, la labranza mínima y la siembra de cultivos fijadores de nitrógeno. El FIDA colabora estrechamente con los agricultores en la promoción del uso eficiente de fuentes orgánicas e inorgánicas de nutrientes. Cuando es necesario utilizar fertilizantes inorgánicos, minimizamos los costos y la repercusión ambiental mediante prácticas como la microdosificación y la aplicación localizada de fertilizante en profundidad.
Facilitamos a los agricultores el acceso a semillas y fertilizantes, poniéndolos en contacto con distribuidores agrícolas o ayudándolos a generar sus propios insumos, por ejemplo, mediante la producción comunitaria de semillas.
Prestamos apoyo a los agricultores en la restauración y la conservación de los ecosistemas, la protección de los recursos naturales, la mejora de la calidad del suelo y el aumento de la materia orgánica disponible para la alimentación del ganado, la cobertura del suelo, el compostaje o el almacenamiento de carbono.
Ayudamos a afianzar las organizaciones de productores para que puedan atender mejor las necesidades de sus miembros, disponer de insumos y servicios de extensión y velar por una gestión sostenible de los recursos naturales.
Reducimos la pérdida de alimentos ayudando a los productores del medio rural a mejorar el manejo poscosecha y el almacenamiento de los alimentos.
Colaboramos con organizaciones del sector privado para ofrecer paquetes de servicios e insumos, acceso a los mercados y financiación, y hacemos especial hincapié en las prácticas sostenibles.