Seguros

En un mundo en el que las crisis se producen de manera simultánea, la necesidad de fomentar la resiliencia rural es mayor que nunca. Para erradicar la pobreza rural es fundamental fortalecer la capacidad de la población de las zonas rurales de gestionar los riesgos y prepararse y recuperarse ante las perturbaciones.

Los seguros contra los riesgos agrícolas y climáticos son muy comunes en los países desarrollados, pero en los países de ingreso bajo y mediano su uso no está muy extendido, lo cual es paradójico teniendo en cuenta que los riesgos agrícolas son mayores en esos lugares y los seguros son más necesarios.

Los seguros contra los riesgos agrícolas y climáticos pueden proteger los sistemas alimentarios y ayudar a romper el círculo vicioso que generan las perturbaciones y que inhibe el potencial de los pequeños productores, ya que se ven obligados a endeudarse y eso los hace caer en la pobreza.

Gracias a los seguros, los agricultores pueden fomentar su resiliencia e invertir más recursos en sus explotaciones y productos, sobre todo cuando se utilizan combinados con otros instrumentos para gestionar los riesgos agrícolas, como las prácticas agrícolas resilientes al clima y los contratos agrícolas.

Los seguros ofrecen a los agricultores, los productores y las instituciones que prestan asistencia a las comunidades una cobertura contra riesgos que de otro modo serían inasumibles, reduciendo así el riesgo de las inversiones, estabilizando las economías rurales y ofreciendo protección contra las perturbaciones.

Los programas de desarrollo que incluyen seguros pueden ayudar a establecer vínculos más fuertes con el sector privado, lo cual mejora el acceso a los seguros, aumenta la productividad agrícola y mejora la seguridad alimentaria. La incorporación de los seguros en los programas de desarrollo también puede ayudar a desarrollar mercados sostenibles y a fomentar las inversiones en las zonas rurales.