Historia
El FIDA lleva desde 1977 invirtiendo en la población rural y capacitándola para mejorar su seguridad alimentaria y su nutrición.
Tres de cada cuatro de las poblaciones más pobres del mundo viven en las zonas rurales de los países en desarrollo. La mayoría han hecho de la agricultura su medio de subsistencia y, a su vez, producen gran parte de los alimentos que ingerimos. No es tarea fácil.
Muchas de las poblaciones rurales que viven en la pobreza se enfrentan a numerosas dificultades económicas, sociales y ambientales, desde el cambio climático a la inseguridad alimentaria o la desigualdad, los conflictos y la falta de acceso a los recursos.
Nadie puede resolver por sí solo estos problemas imbricados. En su calidad de depositario de financiación para el desarrollo, el FIDA teje asociaciones con los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y otros agentes para ofrecer donaciones y préstamos en condiciones favorables y a bajo interés a los países en desarrollo. Con ello contribuye a afrontar necesidades fundamentales y presta apoyo a la población rural para que gestione su propio desarrollo.
Los proyectos apoyados por el FIDA promueven la prosperidad, la seguridad alimentaria y la resiliencia al conectar a las personas pobres de las zonas rurales con la financiación, los mercados, la tecnología y los conocimientos que necesitan para hacer frente a las dificultades más importantes.
El FIDA favorece las inversiones públicas y privadas, promueve políticas que empoderen a la población rural y sus instituciones y fomenta la innovación con el fin de lograr un cambio duradero y sistémico para las comunidades rurales de todas las regiones del mundo.
Asimismo, hace hincapié en la importancia de la inclusión y la equidad en toda su labor, y presta especial atención al género y a los grupos que a menudo se pasan por alto, como la gente joven, los Pueblos Indígenas y las personas con discapacidad. El FIDA se esfuerza por fomentar una cultura institucional basada en esos valores.
Además, como organización orientada a los resultados, lleva a cabo un seguimiento y una evaluación rigurosos para evaluar su impacto y ampliar la escala de las medidas que dan buenos resultados. Esa es una de las razones por las que el FIDA es una de las organizaciones de desarrollo mejor valoradas.
El FIDA es el único organismo de las Naciones Unidas que se dedica en exclusiva a transformar la agricultura, las economías rurales y los sistemas alimentarios. Para ello, invierte en los millones de personas que son más propensas a quedarse atrás: los pequeños productores pobres que viven en las zonas rurales.
El FIDA apoya a las poblaciones rurales de algunas de las zonas más remotas y vulnerables para que puedan lograr los siguientes objetivos:
Producir y vender más;
ingerir más alimentos nutritivos;
gestionar de forma adecuada los recursos naturales;
aumentar sus ingresos;
tener acceso a las nuevas tecnologías;
adaptarse al cambio climático, y
generar resiliencia frente a las perturbaciones económicas, los conflictos y otras crisis.
El FIDA emplea sus inversiones para contribuir a que las poblaciones rurales encabecen su propio cambio.
El FIDA actualiza periódicamente su marco estratégico con el fin de armonizar sus objetivos con los constantes cambios del contexto mundial.
El Marco Estratégico del FIDA, aprobado en 2016, brinda orientación sobre la forma de avanzar hacia la visión del Fondo hasta 2025.
En el marco se enuncia la contribución del FIDA a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y se perfila el método de trabajo a mayor escala, mejor y de forma más inteligente.
A mayor escala, mediante la movilización y el apalancamiento de más inversión destinada al medio rural.
Mejor, a través del fortalecimiento de la calidad de los programas de desarrollo rural.
De forma más inteligente, mediante la mejora de la eficiencia y el logro de resultados con la mayor eficacia en función de los costos.