Clima y medio ambiente
El cambio climático está afectando a la vida de los pequeños agricultores. Necesitan ayuda para adaptarse al cambio climático y proteger los valiosos recursos del planeta.
Tanto en los océanos como en las masas de agua dulce, los sistemas alimentarios acuáticos están amenazados. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y perturban la vida y la productividad de los habitantes de las zonas costeras. La contaminación del agua y por plásticos está afectando a los ecosistemas acuáticos. Los hábitats costeros, como los manglares y los arrecifes de coral, están en peligro por el calentamiento de los mares y las actividades humanas.
Muchas poblaciones de peces silvestres están disminuyendo debido a la sobrepesca, la pesca ilegal y la mala gestión de esta actividad. Aunque la acuicultura, o piscicultura, tiene un gran potencial para reducir la pobreza y mejorar la nutrición, el crecimiento sostenible de este sector sigue siendo un reto. Muchos piscicultores no cuentan con las competencias ni los conocimientos necesarios para utilizar prácticas sostenibles, mientras que la acuicultura sigue dependiendo en gran medida de los peces silvestres para los piensos.
Dado que los productos acuáticos se deterioran rápidamente, los pescadores artesanales pierden hasta un tercio de sus capturas. Además, carecen de la infraestructura, la tecnología y el acceso al mercado necesarios para conservar y vender sus productos.
Muchos países no disponen de políticas que promuevan el desarrollo sostenible de la economía azul. Rara vez se aprovecha el potencial de la participación de los sectores público y privado. Tampoco existen normas, intercambios comerciales regionales, sistemas de planificación espacial marina ni incentivos para hacer que la acuicultura en pequeña escala sea viable.
El pescado y los productos acuáticos son una de las fuentes más ricas en proteínas y micronutrientes esenciales. Además, suelen tener una menor huella de carbono y un menor impacto en la biodiversidad que la mayoría de los alimentos de origen animal terrestre. Por tanto, la pesca y la acuicultura sostenibles son componentes esenciales de los sistemas alimentarios sostenibles.
Para cientos de millones de personas, la pesca y la acuicultura son también un medio de vida. Los pequeños productores, a diferencia de los grandes operadores, tienen un gran incentivo para pescar de forma sostenible y conservar los ecosistemas que son fundamentales para mantener su modo de vida.
El acceso a productos pesqueros y acuáticos asequibles puede contribuir a erradicar la pobreza y el hambre. Dado que las mujeres suelen desempeñar un papel importante en estas cadenas de valor, la pesca y la acuicultura pueden ayudar a aumentar sus ingresos y reducir las desigualdades, además de promover sistemas alimentarios sostenibles y resilientes.
Con el acceso a productos financieros innovadores, como los bonos azules, la microfinanciación y los seguros climáticos, los pescadores artesanales pueden mejorar sus medios de vida y, al mismo tiempo, conservar los recursos naturales. Las asociaciones, las políticas y el intercambio de conocimientos pueden promover prácticas sostenibles. Además, mediante el desarrollo de infraestructuras de almacenamiento, transporte y mercados se garantiza la producción y venta responsable de productos acuáticos de calidad.
Los proyectos apoyados por el FIDA proporcionan a las comunidades pesqueras pobres acceso a financiación, cadenas de valor e infraestructura de mercado. Así estas comunidades pueden ganar más con un pescado de calidad capturado de forma sostenible. Por ejemplo, en el Pakistán, en el marco de un proyecto financiado por el FIDA, se construyen carreteras y se instalan cámaras frigoríficas para que las comunidades costeras pobres puedan vender sus capturas en los mercados.
Colaboramos con las instituciones que gestionan los recursos naturales, elaboran políticas y difunden conocimientos. Entre nuestros asociados figuran pescadores y productores acuícolas, así como elaboradores, comerciantes, proveedores de insumos, Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
En el marco de nuestros proyectos se conservan ecosistemas acuáticos, como manglares y algas marinas, los cuales contribuyen a reducir los gases de efecto invernadero y a mejorar la calidad del agua. En Zanzíbar, los cultivadores de algas mejoran la calidad de sus cosechas y utilizan dispositivos que les permiten ahorrar mano de obra para reducir su carga de trabajo.
Con nuestro apoyo, los pequeños productores acuícolas producen pescado de forma económica y ecológicamente sostenible. Al atraer la inversión privada y facilitar el acceso a la financiación, nuestros proyectos fomentan las empresas acuícolas locales.
Los alimentos acuáticos tienen el potencial de subsanar carencias nutricionales graves y generalizadas. Brindamos apoyo a las comunidades pesqueras rurales para que diversifiquen sus sistemas alimentarios y mejoren así sus ingresos y su nutrición. En Eritrea, las comunidades costeras rehabilitan y protegen los manglares, y venden sus capturas a sus vecinos del interior, que antes no consumían pescado. En Kenya, las comunidades del interior están fomentando la acuicultura de agua dulce para producir pescado destinado al consumo y la venta.
Colaboramos activamente en procesos mundiales que promueven alimentos acuáticos sostenibles, como la Red de acción mundial sobre alimentos sostenibles originados en los océanos y las aguas continentales para la seguridad alimentaria y la nutrición, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y el Comité de Pesca de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).