Explicativo | 21 octubre 2024

Tres formas en que los sistemas alimentarios sostenibles fomentan la biodiversidad

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La agricultura y la biodiversidad suelen estar en conflicto. Los cultivos alimentarios implican la transformación de entornos naturales y la emisión de gases de efecto invernadero, por lo que no es de extrañar que nuestros sistemas alimentarios estén entre los principales causantes de la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. 

Sin embargo, ahí no acaba todo. De hecho, la biodiversidad puede beneficiarse de los sistemas alimentarios sostenibles, y los agricultores están en disposición de protegerla. A continuación se exponen tres maneras en que las personas que cultivan los alimentos que comemos pueden asegurar un futuro con diversidad biológica en beneficio de toda la sociedad. 

1. De pequeñas ideas a grandes proyectos

Las explotaciones en pequeña escala se ven eclipsadas por las enormes explotaciones industriales que dominan la producción mundial de alimentos. Sin embargo, pese a su tamaño reducido, dentro de estas parcelas hay todo un mundo. 

Las explotaciones en pequeña escala albergan mayor biodiversidad, tanto en lo que respecta a los cultivos como a las demás especies que proliferan en su entorno. Esta diferencia se acentúa todavía más cuando los agricultores emplean técnicas como la agroecología. 

En las zonas semiáridas del Chad, los agricultores que participaron en el Proyecto de Mejora de la Resiliencia de los Sistemas Agrícolas (PARSAT) cultivan simultáneamente cereales y plantas que contribuyen a mejorar las condiciones físicas del suelo. De los productos derivados de los cultivos obtienen forraje para los animales y utilizan el estiércol que producen para fertilizar los campos. En un entorno donde los recursos son limitados, estas prácticas les permiten proteger la seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, mantener los ecosistemas que frenan el avance del Sáhara.  

Por otra parte, en Camboya, gracias al apoyo del FIDA, los pequeños agricultores desarrollaron sistemas agropecuarios integrados que se adecuaban a las condiciones locales del entorno. Al recurrir a técnicas como la agricultura circular reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, conservan la biodiversidad y consiguen producir suficientes alimentos para consumo propio y venta. 

Sistema agrícola integrado en Camboya visto desde arriba. © IFAD/ASPIRE

2. Pastos perfectos

Los animales de pastoreo de gran tamaño, como vacas, búfalos y ovejas, son un elemento natural de muchos ecosistemas de pastizales. Al pastar, contribuyen al crecimiento de gran diversidad de plantas y flores silvestres, crean cortafuegos y sus excrementos restituyen los nutrientes al suelo. 

Sin embargo, la gestión deficiente de los rebaños y los pastos puede provocar la sobreexplotación de los ecosistemas silvestres. En Kirguistán la ganadería era nómada y los rebaños pastaban en las montañas y llanuras, lo que permitía garantizar que ningún pastizal estuviera sobreexplotado, pero con el asentamiento de la población rural la tierra se degradó.  

Con el apoyo de iniciativas como el Programa de Desarrollo de la Ganadería y el Mercado – Fase II (LMDP II), respaldado por el FIDA, ahora los agricultores kirguisos utilizan la tecnología de teledetección para gestionar mejor sus pastizales. Las zonas degradadas se acordonan el tiempo necesario para su recuperación. Poco a poco, los agricultores están revitalizando pastizales caracterizados por su diversidad. 

Baatyrbek vive en una zona de Kirguistán muy degradada. © IFAD/Irina Unruh

3. Guardianes del futuro

La labor fundamental que desempeñan los pequeños agricultores para proteger la biodiversidad no se limita ni mucho menos a los lindes de sus propias explotaciones.  

En el Perú, los agricultores están restaurando humedales degradados, volviendo a sembrar semillas autóctonas y aplicando prácticas de conservación de los ríos, por lo que reciben pagos por los servicios de los ecosistemas. De Kenya a Nepal, las comunidades que habitan las cuencas fluviales altas están haciendo lo mismo: protegen los recursos naturales en beneficio de los habitantes de otras zonas alejadas de ellas y por el futuro del planeta. 

Las comunidades rurales Indígenas pueden desempeñar un papel especialmente importante en la conservación de la biodiversidad. En el Brasil, las mujeres Indígenas son guardianas de semillas, pues establecen reservas de semillas autóctonas; por su parte, en México, los jóvenes Indígenas crían una especie autóctona de abejas sin aguijón

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Los sistemas alimentarios sostenibles ofrecen muchas otras formas de promover la biodiversidad en lugar de deteriorarla. Por ejemplo, la reducción de la pérdida de alimentos no solo permite aumentar su disponibilidad para el consumo humano, sino que también alivia la presión que conduce a la sobreexplotación de la tierra y los recursos hídricos como medio para compensar la escasez. 

Por ello, lograr que nuestros sistemas alimentarios sean sostenibles, además de ser lo más inteligente para nosotros como especie, también es lo correcto para el planeta. 

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