1. De pequeñas ideas a grandes proyectos
Las explotaciones en pequeña escala se ven eclipsadas por las enormes explotaciones industriales que dominan la producción mundial de alimentos. Sin embargo, pese a su tamaño reducido, dentro de estas parcelas hay todo un mundo.
Las explotaciones en pequeña escala albergan mayor biodiversidad, tanto en lo que respecta a los cultivos como a las demás especies que proliferan en su entorno. Esta diferencia se acentúa todavía más cuando los agricultores emplean técnicas como la agroecología.
En las zonas semiáridas del Chad, los agricultores que participaron en el Proyecto de Mejora de la Resiliencia de los Sistemas Agrícolas (PARSAT) cultivan simultáneamente cereales y plantas que contribuyen a mejorar las condiciones físicas del suelo. De los productos derivados de los cultivos obtienen forraje para los animales y utilizan el estiércol que producen para fertilizar los campos. En un entorno donde los recursos son limitados, estas prácticas les permiten proteger la seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, mantener los ecosistemas que frenan el avance del Sáhara.
Por otra parte, en Camboya, gracias al apoyo del FIDA, los pequeños agricultores desarrollaron sistemas agropecuarios integrados que se adecuaban a las condiciones locales del entorno. Al recurrir a técnicas como la agricultura circular reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, conservan la biodiversidad y consiguen producir suficientes alimentos para consumo propio y venta.