Opiniones y reflexiones | 18 marzo 2025

El futuro de las zonas rurales en el punto de mira: Chad

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos

Por Rachel Harifetra Senn

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Al Chad le precede una vasta historia que se remonta a los comienzos de la humanidad, además de una diversidad de paisajes, culturas y lenguas asombrosa. Sin embargo, en la actualidad muchos de sus habitantes no consiguen prosperar debido a la fragilidad y a las crisis que afectan al país. Conversamos con Rachel Senn, Directora de la oficina del FIDA en el Chad, para conocer más en detalle el porvenir de la población rural de este país situado en el corazón de África. 

¿Cuáles son los retos concretos a los que se enfrenta la población rural en el Chad?

El país se enfrenta a múltiples dimensiones de la fragilidad. Es sumamente vulnerable a los riesgos climáticos y se ve afectado por conflictos crónicos, además de por problemas de seguridad, alimentación, nutrición y de índole socioeconómica. Más de un tercio de la población sufre subalimentación y una proporción similar se halla en situación de pobreza extrema.  

Alrededor del 76 % de sus habitantes reside en zonas rurales y depende de la agricultura y la ganadería para alimentarse y ganarse la vida. El cambio climático está afectando gravemente a este país del Sahel: las estaciones secas son cada vez más largas, lo que hace que el Sáhara esté adentrándose en tierras agrícolas que podrían ser fértiles. A su vez, las lluvias, cuando llegan, son más extremas y pueden arrasar los cultivos en un instante. En julio de 2024, las inundaciones devastaron más de 250 000 hectáreas de tierras de cultivo. Esta situación está agravando la pobreza rural y la inseguridad alimentaria.  

Mujeres vendiendo carne seca en el mercado semanal de Bokoro (Chad), al que acuden los habitantes de los pueblos aledaños a comprar y a vender sus productos. © IFAD/Sassou Gueipeur Denis

¿Qué oportunidades ofrece el Chad aún sin explotar?

El país puede llegar a convertirse en una potencia agrícola. Posee enormes extensiones de tierra que, con la infraestructura agrícola y la gestión de los recursos hídricos adecuadas, pueden producir grandes cantidades de alimentos. La demanda de carne y otros productos es cada vez mayor, por lo que la conexión con los mercados y las instalaciones de almacenamiento y procesamiento puede contribuir a que los agricultores reduzcan las pérdidas posteriores a la cosecha y reciban buenos precios por los alimentos que producen. De esta manera, pueden abandonar la agricultura de subsistencia y adoptar la agricultura comercial, y salir así de la pobreza. 

No obstante, en mi opinión, las mayores oportunidades que he podido apreciar se encuentran en la increíble energía y resiliencia de las mujeres del Chad. Cuando visité el país, vi brillar en sus ojos el entusiasmo, la alegría y la determinación de contribuir al desarrollo de sus comunidades rurales y al bienestar de sus familias.

¿Cómo contribuye el FIDA a los medios de vida rurales del Chad?

El FIDA, en el marco de su Iniciativa para Hacer Frente a la Crisis, invirtió en infraestructura de almacenamiento y producción a pequeña escala por conducto de nuestro Proyecto de Fortalecimiento de la Productividad y Resiliencia de las Explotaciones Agropastorales Familiares (RePER), actualmente en ejecución. Las actividades de la Iniciativa para Hacer Frente a la Crisis han permitido a los pequeños agricultores producir más alimentos y transformarlos para añadirles valor, construir infraestructura para gestionar los recursos hídricos y restaurar tierras degradadas con el fin de protegerlas del cambio climático y asegurar el acceso a semillas de calidad y a tecnologías sostenibles.  

Gracias a la Iniciativa, ahora más de 7 300 hogares gestionan 4 700 hectáreas de tierra de forma sostenible, sirviéndose de diques para canalizar el agua, arando con estiércol para recuperar la fertilidad del suelo y plantando cultivos diversificados en huertas.  

En mi última visita al Chad, conocí a grupos de mujeres que están invirtiendo en horticultura: bombas de agua que funcionan con energía solar para regar, reducir las labores tediosas y aumentar la productividad. El FIDA también les enseñó a transformar y conservar productos agropecuarios como la carne y las hortalizas para que en las localidades cercanas pudieran seguir consumiéndose productos de calidad.  

La producción de okra seca se cuadruplicó, la capacidad de procesamiento de carne se duplicó y también mejoró la calidad del producto final. La reducción de las pérdidas tras la cosecha ha permitido a las mujeres encontrar nuevos compradores y proporcionar alimentos nutritivos a sus familias durante la estación seca.  

La mejora del almacenamiento de los alimentos también aumenta la seguridad alimentaria y la resiliencia de la población. Los grupos de mujeres han establecido bancos de cereales para almacenar grano en condiciones de inocuidad y, durante el período de escasez del año pasado, las familias que participaron en el proyecto tuvieron alimentos suficientes para su propio consumo y para venta. 

Todas estas actividades están teniendo repercusiones reales en la vida de la gente. El caso de Maimouna, madre soltera de 41 años con siete hijos, es un ejemplo. Al aprender a nutrir y enriquecer el suelo, pudo aumentar su cosecha de trigo, mijo y maíz. Los ingresos que ahora obtiene se han duplicado o triplicado en comparación con años anteriores, y gana lo suficiente para atender las necesidades de su familia e incluso ahorra. 

Gracias a la ayuda del proyecto del FIDA adscrito a su Iniciativa para Hacer Frente a la Crisis, Maimouna ha conseguido mejorar su cosecha y sus medios de subsistencia. © IFAD/Sassou Gueipeur Denis

¿Qué enseñanzas cabe extraer de la labor del FIDA en el Chad en materia de desarrollo rural en contextos frágiles?

En primer lugar, enseguida nos quedó claro que no solo la población rural enfrenta dificultades a causa de la fragilidad. Paradójicamente, las graves inundaciones de 2024 retrasaron la construcción de los sistemas de gestión de los recursos hídricos que estábamos llevando a cabo: como en un círculo vicioso, el cambio climático fue el primer obstáculo a la hora de crear resiliencia rural. Se trata de un aspecto que debemos incorporar a la planificación del desarrollo rural en contextos difíciles. 

En segundo lugar, las asociaciones de mujeres estaban comprometidas con el desarrollo rural y dispuestas a invertir en sus actividades comerciales, aunque las instituciones de microfinanciación en ocasiones carecían de capacidad para facilitar el acceso a fondos. Por tanto, en contextos frágiles no solo hay que aumentar la capacidad y el grado de concienciación de los agricultores como usuarios de los servicios, sino también de los proveedores de los mismos. 

En tercer lugar, lo habitual es que la contratación de servicios y la adquisición de bienes se realice a escala nacional para garantizar la calidad, pero puede ser un proceso lento, y en contextos frágiles tenemos que adaptarnos con rapidez. En el Chad decidimos recurrir a los proveedores locales. De este modo pudimos obtener más rápidamente el equipo y los servicios necesarios para crear bancos de cereales, instalar infraestructura de riego y establecer centros de procesamiento de alimentos, y asegurar que se pudiera acceder directamente a ellos en las zonas del proyecto.  

La adquisición y contratación en el plano local también contribuyó a las economías locales, fomentó el tejido empresarial local y creó capacidad y recursos en las comunidades que redundarán en su beneficio mucho después de que el proyecto concluya. 

Mariam, una agricultora del Chad, muestra la fosa séptica que se construyó en el marco de la Iniciativa para Hacer Frente a la Crisis para eliminar los residuos de una instalación de secado de carne. © IFAD/Sassou Gueipeur Denis

¿Qué le gustaría que más gente supiera sobre el Chad y su población?

La imagen de la región del Sahel que tenía en mente traslucía inseguridad y pobreza extrema, pero cuando llegué, enseguida la sustituí por el clamor y los cánticos de las mujeres del medio rural, siempre alegres en los campos, pese al calor intenso. El optimismo que transmiten a pesar de las dificultades que enfrentan es para mí una fuente de inspiración y motivación, así como una invitación al FIDA y a sus asociados a invertir todavía más en estas mujeres, las verdaderas artífices del cambio en nuestro planeta. 

 

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