Opiniones y reflexiones | 23 agosto 2024

Este es un momento crítico para el agua. Solo trabajando juntos podremos revertir la situación.

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El agua está en todas partes y en ninguna parte. Al estar en todas partes, prácticamente no la percibimos y la damos por descontado.

Sí, hay agua en todas partes. Los océanos cubren el 70 % de nuestro planeta. Sin embargo, la cantidad de agua dulce que está disponible y podemos utilizar es sorprendentemente limitada: solo el 0,05 % del agua de la Tierra.

Esta cantidad relativamente pequeña es increíblemente valiosa. Las actividades humanas la están poniendo el riesgo.

A medida que el cambio climático deja sentir sus efectos y las poblaciones crecen, la explotación constante de todo el ciclo hidrológico y la despreocupación están agravando todos los demás desafíos a los que nos enfrentamos. A pesar de los grandes progresos realizados en otros ámbitos, 2 200 millones de personas en todo el mundo, esto es, más de una de cada cuatro, siguen viviendo sin agua potable gestionada de forma segura.

Es más, 3 500 millones de personas no tienen acceso a un sistema de saneamiento gestionado de forma segura.

La edición de este año de la Semana Mundial del Agua se está celebrando en un momento decisivo, esto es, en mitad del período de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

A pesar de los esfuerzos concertados y los compromisos mundiales, hasta el momento los progresos realizados han sido insuficientes para cumplir la promesa del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 de garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y los sistemas de saneamiento para todos.

En algunas regiones y países, se está incluso retrocediendo.

Cosechando coles en Kenia con el pequeño agricultor Gilbert Muriuki, cuyas hortalizas florecen gracias a un sistema de riego proporcionado por un proyecto apoyado por el FIDA. © IFAD/Joe Kinyanjui Kageni

La labor del FIDA relacionada con el agua

La labor del FIDA relacionada con el agua ayuda a lograr el ODS 6 mediante la inversión en infraestructuras hídricas y tecnología para la población rural. Se trata de personas que viven en las comunidades más dependientes del agua, no solo para beber, cocinar y mejorar las condiciones de saneamiento, sino para todos sus medios de vida.

Estas inversiones, por ejemplo, en el abastecimiento de agua a los hogares, los sistemas de riego en pequeña escala y la elaboración posterior a la cosecha, se hacen con las comunidades rurales, los comerciantes, los minoristas y los gobiernos locales.

En Camboya, por ejemplo, el FIDA respalda a CAM-Science: una empresa tecnológica emergente que busca mejores formas de cultivar. CAM-Science diseñó un sistema digital que permite a los agricultores controlar el riego desde el teléfono móvil y medir indicadores útiles, como la humedad del suelo y la temperatura del aire.

Los agricultores que utilizan la tecnología obtienen un mayor rendimiento de los cultivos y utilizan menos agua. Actualmente, CAM-Science está estudiando de qué forma podrían mejorar el sistema otras tecnologías, como la inteligencia artificial.

En el sur de Mongolia, el FIDA respaldó un proyecto en el marco del cual se invirtió en los pozos profundos de seis provincias que habían venido padeciendo desabastecimiento debido al cambio climático y donde se generaron tensiones entre las comunidades de pastores. Con menos competencia por el agua, los conflictos disminuyen; esta tendencia se ve reforzada al trabajar con las comunidades en relación con los planes de gestión de los pastizales, con vistas a garantizar que los pozos de agua se utilizan y se comparten de forma equitativa.

El FIDA cree que fomentando un enfoque integrado y participativo en la gestión de los recursos hídricos, la población rural pobre puede retomar el control de los recursos de los que dependen.

Esta es la finalidad del ODS 6.

Una estrategia global para un problema global

Sin embargo, estamos muy lejos del objetivo marcado a escala mundial. Las enfermedades prevenibles transmitidas por el agua, como el cólera o la fiebre tifoidea, son la causa de muerte de unos 1 000 niños menores de cinco años cada día.

La serie de 2024 del indicador sobre los progresos realizados respecto del cumplimiento del ODS 6 muestra que nos encontramos frente a una crisis con profundas repercusiones para muchos ODS, en particular los relacionados con la pobreza, la alimentación, la salud, la educación, la igualdad de género, la sostenibilidad y la integridad del medio ambiente.

En consecuencia, como Presidente de ONU-Agua, me enorgullece que hayamos unido a todo el sistema de las Naciones Unidas en torno a la elaboración de una respuesta encaminada a reorientar nuestros esfuerzos, intensificar la cooperación en todo el sistema y movilizar recursos para mantener nuestros compromisos con la sociedad mundial y el futuro de nuestro planeta.

La Estrategia para todo el sistema de las Naciones Unidas para el agua y el saneamiento reafirma la necesidad de que las Naciones Unidas mejoren el apoyo que prestan a los Estados miembros, en especial los países en desarrollo, en sus esfuerzos por poner a disposición de todos agua potable y sistemas de saneamiento.

Esta estrategia es la expresión de un nuevo consenso: que aumentar y acelerar las acciones en el ámbito del agua y el saneamiento reportará beneficios en todas las dimensiones del desarrollo sostenible y mitigará el sufrimiento de los seres humanos.

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A pesar de los desafíos sin precedentes, las herramientas y el impulso político actuales tampoco tienen precedentes. Debemos valernos de ello para realizar inversiones en los ámbitos que más lo necesitan, crear un mundo donde el agua y el saneamiento estén gestionados de forma sostenible y sean asequibles, accesibles y disponibles para todos.

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