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Voces del mundo rural | 27 septiembre 2024

Aprovechemos al máximo los recursos para asegurar el futuro alimentario

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos
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La producción de alimentos siempre tiene un costo, incluso cuando se recurre a las prácticas más sostenibles. La agricultura requiere mano de obra, financiación y recursos naturales, y siempre genera algún tipo de residuo y de emisiones. 

Sin embargo, gran parte de esos recursos y esfuerzos se destinan a producir alimentos que nunca llegan a consumirse.  

De hecho, aproximadamente la mitad de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero derivadas de los sistemas alimentarios proceden de alimentos perdidos o desperdiciados. Un asombroso 13,2 % de los alimentos que se cultivan ni siquiera llega a los consumidores, y la cantidad de alimentos que llega a los consumidores, pero que no se consumen, es aún mayor. 

Por lo tanto, reducir la pérdida de alimentos es el secreto para aumentar la seguridad alimentaria sin tener que asumir costos humanos o ambientales adicionales. Con el apoyo del FIDA, pequeños agricultores de todo el mundo aplican técnicas sencillas y eficaces en función de los costos para garantizar que los alimentos lleguen desde el campo a la mesa. 

Ganarse la vida con las uvas de mar

Desde hace más de 20 años, Savelio sale todas las mañanas en su canoa para recoger uvas de mar, un manjar muy apreciado en Samoa. Una vez en casa, envuelve las uvas cosechadas en hojas de árbol del pan para luego venderlas en un puesto que monta fuera de su casa, al borde de la carretera. 

El problema al que se enfrentaba Savelio hasta hace poco era que las uvas solían estropearse con el calor antes de venderlas, lo cual limitaba su potencial de obtener más ingresos y le hacía perder un tiempo y un esfuerzo valiosos. 

Gracias al apoyo recibido a través del Mecanismo de Estímulo Agrícola y Rural para las Islas del Pacífico (PIRAS), Savelio dispone ahora de neveras en las que guarda las uvas cosechadas para mantenerlas frescas hasta que llegue el momento de venderlas. Gracias a esta inversión ha aumentado sus ingresos diarios en 10 talas (3,60 dólares de los Estados Unidos), con lo que obtiene un mayor rendimiento de su duro trabajo. 

Como cada día, Savelio sale a cosechar uvas de mar en la costa de Upolu (Samoa). © IFAD/Barbara Gravelli

Sacar más rendimiento al grano

En el África subsahariana, el 20 % de los alimentos se pierden antes de llegar a los minoristas o a los consumidores. Se trata del porcentaje más alto de pérdida de alimentos de todo el mundo. 

No obstante, los pequeños agricultores de Kenya están intentando cambiar esta situación. Con los vales electrónicos recibidos a través del Programa de Mejora de la Producción de Cereales en Kenya – Modalidad de Fomento de Medios de Vida Agrícolas Resistentes al Cambio Climático, los agricultores pueden comprar sacos que se pueden cerrar herméticamente para proteger los cereales de las plagas y evitar que se deterioren. 

Esta medida sencilla y de bajo costo puede ayudar a reducir notablemente las pérdidas de alimentos, pasando de un promedio anual del 14 % a menos del 1 %. Paul, un comerciante de productos agrícolas que vende este tipo de sacos, comenzó a utilizarlos para guardar sus propios cereales tras comprobar el éxito que tenían entre sus clientes. 

“Antes solíamos añadir conservantes al maíz y lo almacenábamos durante seis meses. Luego teníamos que recuperarlo, añadir más conservantes y volver a almacenarlo”, dice Paul. “Ahora, una vez que el maíz está seco, lo meto en sacos cerrados herméticamente y solo los abro cuando estoy listo para vendelo”. 

Paul y su esposa Damarris delante de la tienda que tienen en el condado de Makueni (Kenya). © IFAD/Isaiah Muthui

La pulpa del marañón, un negocio rentable

Los agricultores de Mulunguzinho, en el nordeste del Brasil, llevan mucho tiempo cultivando marañones, que crecen muy bien en esa zona. Sin embargo, la sabrosa pulpa del marañón se solía desechar sin darle ningún uso. Aunque en algunos casos se ingería o se utilizaba como alimento para el ganado, en la mayoría de ellos simplemente caía al suelo y terminaba por pudrirse. 

Hoy en día, los agricultores cosechan el marañón completo, y todo gracias a las mujeres locales, que tuvieron la innovadora idea de congelar la pulpa de para poder conservarla, y la tendencia se puso de moda enseguida. 

Gracias a una iniciativa financiada por el FIDA llamada FO4LA, las mujeres han creado una fábrica de elaboración donde extraen, seleccionan y congelan la pulpa de los anacardos. Luego la venden a restaurantes, hospitales y escuelas, donde los cocineros las usan para elaborar deliciosos zumos y otras especialidades culinarias.  

“Ahora, cada vez que veo una fruta de marañón pienso en las familias que se alimentarán con ella o con los zumos que se elaboren a partir de ella”, dice Ivoneide, directora de la fábrica de elaboración. 

Elisa y Francisca, dos empleadas que trabajan en la fábrica de Ivoneide, elaboran la pulpa de anacardo en Mulunguzinho (Brasil). © IFAD/Ueslei Marcelino

Evitar que las cebollas se desperdicien

Debido al clima tropical de Sierra Leona, las cebollas recién cosechadas pueden enmohecerse rápidamente, lo que supone una pérdida de ingresos para los agricultores. 

“Antes nos veíamos obligadas a vender todas nuestras cebollas rápidamente y a un precio bajo, porque se echaban a perder y no teníamos una manera adecuada de almacenarlas”, explica Mary Nabie, una pequeña agricultora de Sierra Leona. 

Gracias a la secadora proporcionada a través del Proyecto de Desarrollo de las Cadenas de Valor Agrícolas, Mary Nabie ha reducido la pérdida de alimentos y aumentado sus ingresos. Ahora, tanto ella como el grupo de mujeres del que forma parte, meten las cebollas en la secadora después de cosecharlas, para secarlas y que el tallo adquiera una textura fina, como de papel, y la piel sea más resistente al enmohecimiento.  

Además, las mujeres disponen ahora de un lugar donde guardar las cebollas hasta que estén listas para venderlas. Mary Nabie forma parte de uno de los 30 grupos de mujeres que pusieron en común los fondos necesarios para construir un almacén donde guardan las cebollas a la temperatura adecuada y las protegen de las plagas. 

Las conservas como solución contra el desperdicio de alimentos

Los huertos del valle de Rasht, situado en el centro de Tayikistán, son famosos por sus deliciosas manzanas y peras, pero desgraciadamente muchas de ellas se echan a perder. Debido a que existen pocas instalaciones de almacenamiento y elaboración, gran parte de la fruta se pudre o acaba siendo devorada por las plagas. 

Sin embargo, gracias a los cursos de capacitación y a los equipos proporcionados en el marco del Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria, las mujeres de esta remota región se aseguran de que sus cosechas no se echen a perder. 

En la aldea de Jafr, Zulhijamo encabeza un grupo de 15 mujeres que se encargan de envasar la fruta en latas para conservarla. De este modo, no solo han obtenido una nueva fuente de ingresos, sino también una reserva de alimentos nutritivos que pueden utilizar en caso de emergencia, como cuando la nieve o los corrimientos de tierra bloquean las vías de transporte. 

Para Zulhijamo y sus compañeras, el negocio de elaboración de conservas para reducir la pérdida de alimentos ha tenido un efecto transformador. “Ha cambiado nuestras vidas”, afirma. “Hemos conseguido superar las dificultades de la vida”.  

Zhulhijamo elabora pan tradicional de Tayikistán. A su espalda puede verse el puesto de venta de sus frutas y verduras en conserva. © IFAD/Didor Sadulloev

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El almacenamiento y la elaboración de alimentos son soluciones que a veces pasan desapercibidas en la lucha contra la inseguridad alimentaria y la pobreza. Si se aprovechan al máximo los recursos e insumos disponibles en lugar de utilizar otros nuevos, los pequeños agricultores pueden alimentar mejor a sus comunidades sin tener que asumir costos adicionales.  

Por ello es tan importante reducir la pérdida de alimentos para promover el desarrollo sostenible. Dado que no supone una carga adicional para los recursos naturales, no solo es una solución sencilla y beneficiosa para los agricultores, sino también para el planeta. 

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