Explicativo | 16 junio 2024

El planeta se deseca: sequía y desertificación, región por región

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Sin una tierra sana, no podemos cultivar alimentos. No obstante, a lo largo y ancho del planeta, la tierra fértil se está convirtiendo en polvo estéril. La expansión de zonas desérticas de gran extensión provoca la desaparición de campos que en otro tiempo brotaron. 

Esto se debe a un círculo vicioso de cambio climático y degradación del suelo. Con el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones, los pequeños productores no tienen más remedio que someter los recursos naturales a mayor presión para garantizar su subsistencia, lo que acelera la caída de la productividad. 

De hecho, dos quintas partes de las tierras están degradadas. Lo que reduce la capacidad de nuestro planeta de mantener ecosistemas diversos y sanos, producir cultivos, criar ganado y alimentar a una población en crecimiento. 

Hemos consultado a los expertos en clima del FIDA sobre la incidencia que están teniendo la desertificación y la sequía en distintas partes del mun

Cercano Oriente, África del Norte, Europa y Asia Central 
Alessia Marazzi y Khafiz Atymtay 

Hay pocas zonas del mundo tan afectadas por la sequía y la desertificación como la región del Cercano Oriente, África del Norte, Europa y Asia Central, en la que se encuentra el imponente Sáhara. En concreto, los países de Oriente Medio y África del Norte son los que sufren más escasez de agua en todo el planeta, y se prevé que el conjunto de su población se verá afectada para 2050. 

Aunque las repercusiones son menos graves en Europa Oriental y Asia Central, el cambio climático podría provocar el desplazamiento interno de hasta 5 millones de personas de aquí a 2050. 

Con el apoyo del FIDA, la población rural de toda la región está tomando medidas para proteger sus tierras. 

En Jordania, los participantes del Proyecto de Crecimiento Económico y Empleo en las Zonas Rurales están aplicando prácticas sostenibles de regadío, como el riego por goteo, la hidroponia y pozos que funcionan con energía solar, para hacer frente a la escasez de agua. 

En Tayikistán, el Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria ayudó a los pequeños agricultores a restaurar tierras degradadas. Con los canales de drenaje previamente abandonados nuevamente en uso, el agua dulce fluye libremente, se reduce la contaminación por agua salada y se protege la fertilidad del suelo. 

Nour Omar Muhammad Banat utiliza la técnica del riego por goteo en su explotación vitivinícola en Jordania. © IFAD/Arthur Tainturier

 

América Latina y el Caribe 
Oliver Page

Las sequías periódicas provocadas por El Niño no suponen una novedad en la región de América Latina y el Caribe. No obstante, el cambio climático está contribuyendo a aumentar su intensidad y duración. 

La producción agrícola corre peligro y, con ella, la seguridad alimentaria de la región. A su vez, esta situación está agravando los problemas sociales, como la crisis migratoria en América Central y la pobreza generalizada en el noreste del Brasil. 

La población rural está tomando medidas para aumentar su resiliencia gracias al volumen de financiación que el FIDA destina a la adaptación al cambio climático o a la mitigación de sus efectos en la región de América Latina y el Caribe, volumen que asciende a aproximadamente un 70 %. 

En el Brasil, una iniciativa conjunta del FIDA, el Fondo Verde para el Clima y el Banco de Desarrollo del Brasil promueve la agrosilvicultura en la región semiárida del Sertão. Esta práctica agrícola resiliente a la sequía permite a la población rural mejorar sus medios de vida pese a la incidencia del cambio climático. 

Por su parte, en el árido altiplano boliviano, las comunidades rurales construyeron pozos entubados que funcionan con energía solar gracias al apoyo del Programa de Fortalecimiento Integral de la Cadena de Valor de los Camélidos en el Altiplano Boliviano (PRO-CAMÉLIDOS). Mientras que antes los ganaderos tenían que recorrer kilómetros en busca de agua para sus llamas, ahora tienen todo lo que necesitan para prosperar. 

René Soto Vadillo y Elena Calle Sajama, que se dedican a la cría en pequeña escala de llamas, hacen comprobaciones en su nuevo pozo entubado en el altiplano boliviano. © IFAD/Carlos Sanchez

 

África Oriental y Meridional 
Bernard Keraita y Erica Doro 

La sequía más reciente en África Oriental ha sido la peor en más de 40 años. Entre 2022 y 2023, la pérdida de las cosechas y la generalización de la malnutrición provocó la muerte de más de 10 millones de reses y el desplazamiento de casi 3 millones de personas. 

Entretanto, las comunidades rurales de África Meridional están sufriendo las consecuencias de la actual sequía que afecta a la región. En Zambia, casi la mitad de los cultivos de maíz del país se han marchitado, mientras que en Zimbabwe se han registrado más de 9 000 muertes de ganado a causa de la sequía.  

Dadas las graves repercusiones tanto de este fenómeno como de la desertificación en la región, invertir en la resiliencia climática de las comunidades rurales constituye una prioridad máxima para el FIDA. 

En la zona central de Kenya, las comunidades rurales instalaron depósitos de agua gracias al apoyo que recibieron del Proyecto para la Gestión de los Recursos Naturales de la Cuenca Alta del Río Tana. El agua se recoge durante la estación lluviosa y se utiliza para el riego por goteo en la estación seca, que cada vez es más intensa. 

En Zambia, las semillas de forraje resistentes a la sequía proporcionadas en el marco del Programa Reforzado de Inversión Ganadera en Pequeñas Explotaciones permiten que los pequeños ganaderos sigan alimentando a sus rebaños incluso cuando escasean las lluvias. 

Stephen Matu pudo ampliar su explotación agropecuaria en Kenya gracias al nuevo depósito de agua instalado, garantizando así la seguridad alimentaria de su familia. © IFAD/Translieu/Samuel Nyaberi

 

Asia y el Pacífico 
Anupa Rimal Lamichhane

Esta extensa región, donde el 40 % de la tierra es árida, semiárida o subhúmeda seca, cada vez se ve más afectada por la sequía y la desertificación. La frecuencia de las sequías ha aumentado un 30 % en Asia Meridional y la falta de sistemas de alerta temprana agrava el problema. 

Por su parte, las naciones insulares del Pacífico son vulnerables a la sequía porque dependen en gran medida de las precipitaciones para obtener agua dulce. La agricultura y la seguridad alimentaria están en peligro debido a la mayor irregularidad de las lluvias provocada por el cambio climático. 

Las comunidades rurales de la región se esfuerzan por invertir estas tendencias y luchar contra la sequía y la desertificación aplicando prácticas sostenibles de gestión de la tierra, haciendo un uso eficiente del agua y enfrentando las causas de la deforestación. 

En Mongolia, donde la degradación afecta ya al 90 % de las tierras, la población rural ha construido pozos profundos con el apoyo del Proyecto de Fomento del Mercado y Manejo de Pastizales. Estos pozos facilitan el acceso al agua, mientras que los planes de gestión de los pastizales contribuyen al uso sostenible de los recursos naturales. 

En Tonga, en el marco del Proyecto de Innovación Rural se instalaron depósitos para recoger el agua de lluvia con miras a garantizar el acceso a agua potable, limpia y salubre durante todo el año, incluso en períodos de sequía. 

Ahora Battsetseg y Erdenesaihan Baldangombo disponen de suficiente agua para todo su ganado en Mongolia. © IFAD/Lotus Media

 

África Occidental y Central 
Yao Bernard Brou y Paxina Chileshe 

La pérdida de cosechas, el aumento de los precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria son solo algunas de las consecuencias del agravamiento de la sequía y la desertificación en la región de África Occidental y Central. El Sahel, que limita con el Sáhara por el norte, ha retrocedido hasta 200 kilómetros hacia el sur en los últimos 30 años.  

 

Este fenómeno tiene consecuencias sociales de gran alcance, entre las que cabe destacar los desplazamientos migratorios y los conflictos entre pueblos nómadas y sedentarios. Las mujeres y las niñas, que a menudo son las que se encargan de ir en busca de agua, se ven afectadas de forma desproporcionada.  

Hacer frente a la sequía y la desertificación es esencial para lograr el desarrollo sostenible en la región y la clave para conseguirlo suele residir en la propia población rural. 

En Burkina Faso y el Níger, los agricultores que reciben el apoyo del FIDA utilizan técnicas Indígenas como el zai. Estos pequeños hoyos se rellenan con materia orgánica para captar el agua de lluvia, atraer insectos que acondicionen el suelo y recuperar la fertilidad de la tierra.   

Otro ejemplo es Mauritania, donde la población rural está revitalizando las tierras áridas gracias al Proyecto de Gestión Sostenible de los Recursos Naturales, el Equipamiento Municipal y la Estructuración de los Productores Rurales (PROGRES). Ahora que pueden recoger y almacenar el agua de lluvia para el riego en diques excavados en la tierra, muchos habitantes que habían abandonado sus campos han regresado. 

En la localidad mauritana de Ifeih Ould Messoud, los pequeños agricultores han recuperado sus medios de vida.© IFAD/Ibrahima Kebe Diallo

En todo el mundo, las comunidades rurales están demostrando que, con el apoyo adecuado, la sequía y la desertificación no son retos insuperables. Sin embargo, para hacer frente al cada vez más rápido avance de la sequía en nuestro planeta, se necesita mucha más inversión y, en la actualidad, solo el 0,8 % del total de la financiación para el clima se destina a los pequeños agricultores. 

Las regiones del mundo, por diversas que sean, tienen por delante el reto común de luchar contra la sequía y fomentar la diversificación. La cooperación regional y el intercambio de conocimientos pueden aportar soluciones útiles para todo el planeta. 

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