En este estudio se examina la manera en que las actividades relativas a los sistemas alimentarios contribuyen al cambio climático, así como la medida en que los cambios en la alimentación influyen en dichos sistemas. El documento demuestra que, si bien en la mayoría de las regiones se registra un aumento de las emisiones procedentes de la producción de alimentos, están disminuyendo las emisiones debidas a los cambios en el uso de las tierras. A pesar de esas tendencias, las emisiones derivadas del uso de las tierras siguen siendo cuantiosas y, en algunas regiones, superan a las generadas por la producción de alimentos.
Pese a que existe un amplio consenso científico en lo que respecta a los efectos perjudiciales del cambio climático en la producción alimentaria, en la actualidad no existen pruebas científicas inequívocas sobre los efectos del cambio climático en las actividades posteriores a la producción. En este estudio también se señala que los cambios en los patrones alimentarios podrían llegar a reducir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de su potencial, aún no se conocen bien los costos y la viabilidad de esas modificaciones, y es preciso realizar una investigación más exhaustiva.
Las estrategias para reducir las emisiones deberían centrarse en limitar aún más los cambios en el uso de las tierras, ya que el ritmo actual no permitirá lograr la reducción deseada de las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, las estrategias deben abordar el consumo de carne en aquellas regiones donde es excesivo.
La publicación se encuentra disponible sólo en inglés.