Voces del mundo rural | 19 septiembre 2024

El desarrollo sostenible requiere de toda una aldea. Esta comunidad de la República Democrática Popular Lao lo demuestra

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El desarrollo sostenible e inclusivo casi nunca procede de instancias superiores. Cuando la población rural se implica activamente en el diseño de las iniciativas desde el principio, los proyectos resultantes no son solo más justos, sino que las prioridades son más acordes con las necesidades locales y también más eficaces. 

La población de la aldea de Mang, situada entre las montañas nubladas del norte de la República Democrática Popular Lao, es prueba de ello. En este lugar, la nutrición y la seguridad alimentaria han sido un problema desde hace mucho tiempo, pero el conjunto de la comunidad está forjando un futuro mejor gracias a un nuevo proceso de planificación participativa. 

En la actualidad, prácticamente toda la población tiene algo que decir sobre su futuro. La aldea se ha convertido en un ejemplo de desarrollo sostenible e inclusivo en acción y su población vuelve a tener motivos para la esperanza. 

Abordar las cuestiones más importantes

Hace nueve meses, el Sr. Vanxay Khountawa, jefe de la aldea, y la Sra. Tick Tiblithone, líder del sindicato de mujeres, reunieron a los vecinos de Mang en la sede el ayuntamiento local. Iban a emprender un nuevo camino hacia el desarrollo. 

Se había determinado que la aldea de Mang recibiera fondos a través de la segunda fase del Proyecto de Agricultura para la Nutrición, respaldado por el FIDA, pero que el uso que se hiciera de dichos fondos no dependiera de los especialistas en desarrollo. En esta ocasión, sería la población local la que decidiría dónde destinar la inversión. 

Con el apoyo de mediadores, el Sr. Khountawa y la Sra. Tiblithone realizaron actividades ideadas para recabar las opiniones de todos los presentes. El objetivo no era solo determinar los problemas más urgentes de la comunidad, sino encontrar posibles soluciones para resolverlos. 

Al ver que se trataba de una oportunidad para hacer un cambio real, los aldeanos hablaron con entusiasmo de las cuestiones que afectaban a su nutrición, desde las enfermedades de las aves de corral hasta la falta de alimentos variados. Hablaron de los problemas relacionados, como la salud materna, la gestión de los residuos y el acceso a los mercados. 

Por último, todos participaron en la creación de una hoja de ruta para los años siguientes del proyecto. Los aldeanos votaron cuáles eran sus prioridades de inversión y eligieron un comité para que hiciera el seguimiento del proyecto en el futuro. 

“Voy a votar por un mejor sistema de abastecimiento de agua”, dijo la Sra. Seng, una agricultora local. “Disponer de agua limpia y accesible reduciría el tiempo que dedicamos a recogerla del arroyo y podríamos producir cultivos más diversos durante el año. Esta actividad nos permite decidir sobre el futuro de nuestra aldea”. 

​​​​​​​Putting development in rural people’s hands

What emerged was a cooperative plan for Mang village’s future – one which reflected the priorities of the entire population.

More than 90 per cent of the village’s households participated actively in the planning process. Among other things, their plan includes repairing the irrigation system as Ms Seng advocated, building access roads to fields and establishing a community market.

The facilitators also took measures to ensure all were comfortable speaking up. Men and women were divided into separate voting groups, for example, and the event began with an explanation of free, prior and informed consent.

“It's inspiring to see the community so engaged in this process," says Sorlasack Thammavongsa, who facilitated the session. "They know their needs best, and we're here to support them in finding sustainable solutions.”

The men of Mang village listen to a presentation during last year’s participatory planning process. © AFN II

Cooperating for a brighter future

With priorities set, the villagers developed detailed implementation plans with the project team. Experts came in to conduct feasibility studies, while the new village committee underwent training on overseeing project implementation.

Then, the real work began.

In the months since the planning event, the people of Mang village have already begun construction on a nutrition school and established new agricultural production groups. The community meets regularly to track progress and address any challenges.

For Ms. Seng and her fellow villagers, the process represents a break with the past – and a chance at long-term prosperity.

“I dream of a future in which our village thrives,” she says. “Our children will be healthier, our crops more abundant, and our community stronger. This process has shown us that when we work together, anything is possible."

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