Voces del mundo rural | 10 diciembre 2024

El marketing hace maravillas para los emprendedores rurales

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
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Las comunidades rurales son una verdadera mina de alimentos deliciosos, nutritivos y variados. Pero a menudo les resulta difícil dar a conocer sus productos a los consumidores que podrían apreciarlos, sobre todo de los países en desarrollo.

Y cuando no lo hacen, todos perdemos: el resto de la humanidad se pierde los fantásticos alimentos que se cultivan en pequeñas explotaciones, mientras que los propios agricultores no obtienen el precio justo por sus productos.

Pero con el apoyo del FIDA, los agricultores del Norte de África y Oriente Medio están llevando a cabo una labor de comercialización eficaz, y sus productos de calidad están obteniendo por fin el reconocimiento que merecen.

Cerrar la brecha

Pequeños agricultores cosechan la planta de hibisco en Wadi Al-Sayada (Egipto). © SAIL PMU

Los agricultores de Wadi Al-Sayada siempre han sabido que sus hibiscos, sésamo y albahaca pueden competir con los mejores del Alto Egipto. Pero como el mercado más cercano se encuentra a 25 kilómetros de distancia – demasiado lejos para poder ir con regularidad a comercializar sus productos a precios justos –, hasta ahora tenían que conformarse con los bajos precios que les ofrecían los intermediarios.

Eso era antes de que el proyecto Medios de Vida e Inversiones Agrícolas Sostenibles, financiado por el FIDA, ayudara a crear una asociación de comercio para impulsar la producción agrícola, el valor de los productos y el acceso al mercado. En seis aldeas, que engloban más de 5000 hogares, la asociación ha proporcionado a los agricultores de Wadi Al-Sayada un poder de comercialización colectivo sin precedentes.

Los agricultores recibieron formación y equipos para envasar mejor sus productos, y juntos empezaron a explorar nuevos canales de comercialización y a exponer sus productos en ferias de El Cairo y Asuán. Además, se introdujeron nuevos cultivos, como la soja y el girasol, a fin de diversificar más sus productos.

Los resultados fueron inmediatos. La asociación concertó contratos para que más de 350 agricultores locales suministraran sus productos a compradores y empresas de todo el país, y sus ingresos no tardaron en repuntar.

“La asociación de comercio nos consiguió un contrato a mí y a otros agricultores locales”, dice Abdel Moneim, uno de los agricultores participantes. “Ahora vendemos nuestros hibiscos por un 30 % más que antes”.

Un éxito certificado

Mouna (centro) con dos socias de TIMICHA en Aghbala (Marruecos). © © Mouna Idrissi

En el Atlas marroquí, los manzanos se llenan de flores en primavera y de fruta madura en otoño. Para evitar que esta abundancia se desechara, Mouna fundó TIMICHA, una cooperativa agrícola que transforma las manzanas sobrantes en vinagre.

Pero Mouna sabía que para llevar el vinagre de la montaña al mercado necesitaba algo más que un buen producto. Necesitaba una estrategia de comercialización, y sabía que eso empezaba por demostrar la calidad de su producto.

Así que se puso en contacto con la Oficina Nacional de Inocuidad Alimentaria para que certificaran su vinagre. Con este sello de calidad, se puso manos a la obra para comercializar la cooperativa en Internet y en los medios sociales con el apoyo del Proyecto de Desarrollo Rural en las Montañas del Atlas, y pronto empezó a ver cómo aumentaban las ventas.

En la actualidad, TIMICHA es un éxito. El negocio está en expansión, Mouna está colaborando con cadenas de supermercados nacionales y la cooperativa ha recibido recientemente el reconocimiento del Gobierno por su labor de empoderamiento de la mujer.

Creación de una marca

Jamelah rodeada de tarros de sus famosas frutas y verduras en conserva. © IFAD/Roger Anis

En Jordania, el FIDA brinda apoyo a los empresarios rurales con el fin de aumentar la confianza de los consumidores mediante el envasado y la creación de marcas. Un ejemplo esto es Jamelah, famosa en su comunidad por sus deliciosos encurtidos y conservas.

Gracias a la formación y a una pequeña donación inicial recibidas en el marco del Proyecto de Crecimiento Económico y Empleo en las Zonas Rurales, Jamelah puso a trabajar su talento y creó una pequeña empresa para vender los alimentos que su familia y amigos tanto habían disfrutado durante largo tiempo. ¿Cuál era el siguiente paso? Convencer a otras personas de lugares más alejados para que los compraran.

“No sabía nada de comercialización y me daba mucha vergüenza entrar en ese mundo, pero aprendí y perfeccioné todos mis productos”, dice. “Ahora tengo una marca”.

Gracias a unas estrategias de comercialización muy eficaces, que incluyen códigos QR informativos, la marca de Jamelah es ahora muy conocida en ferias y mercados locales, e incluso ha empezado a vender sus conservas por Internet. Los compradores de su animada tienda de Facebook no se cansan de comprar, y ahora tiene que mantener cinco congeladores llenos de productos para satisfacer la demanda.


La población rural del Norte de África y Oriente Medio ya produce alimentos deliciosos para sus familias y comunidades. Pero con inversión y formación en estrategias de comercialización eficaces, pueden conseguir que sus productos trasciendan el ámbito local y rentabilizar mejor su arduo trabajo. Y cuando los consumidores de otros lugares también pueden disfrutarlos, todo el mundo sale ganando.

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