Voces del mundo rural | 10 abril 2025

En imágenes: Adaptarse a un mundo cambiante en Kirguistán

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Ubicado en las montañas del este de Kirguistán, Issyk-Kul es uno de los lagos alpinos más grandes del mundo. Durante milenios, ha sido crucial para la ecología y la vida económica de la región. Sin embargo, a lo largo de sus costas, los pequeños agricultores ven cómo el mundo cambia a su alrededor. 

© IFAD/Irina Unruh

Dinara y su marido, Akmatov, crían vacas, caballos y un valioso rebaño de ovejas merino a orillas del lago. En verano, sus animales pacen en los fértiles pastizales de montaña. Durante el invierno implacable, los rebaños se alimentan del trigo, la cebada y la esparceta almacenados. 

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No obstante, las variaciones en las pautas meteorológicas hacen imposible que se pueda depender de los antiguos ritmos de la agricultura. A principios de septiembre del año pasado seguía haciendo el calor de finales de verano. En una semana, el tiempo cambió y empezó a nevar temprano. Las condiciones de los pastizales están empeorando y más del 40 % de los pastos de verano del Kirguistán están gravemente degradados.

“Cuando era pequeña, las estaciones eran más predecibles. El verano era verano y el invierno, invierno”, dice Dinara. 

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Al ser las sequías cada vez más frecuentes, Akmatov tiene que plantar sus cultivos más tarde. Sin embargo, como los inviernos también llegan antes, la estación de crecimiento de los cultivos se está acortando rápidamente. 

“Todos los años vemos más sequías y el agua está empezando a escasear. Hay menos nieve en invierno, lo que significa que el suelo no está reteniendo la humedad. Ahora las lluvias son intensas, mientras que antes llovía suavemente durante varios días”, dice Akmatov. 

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Mientras que antes tenían dos cosechas de esparceta, ahora solo tienen una para pasar el invierno. 

“Las plantas de las montañas ya no crecen tan bien como antes y se secan rápidamente. Nuestros animales no tienen suficiente forraje”, afirma Dinara. 

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Sin embargo, la Cooperativa Zhaichy, dirigida por la pareja, ha podido seguir produciendo carne y lana merino de gran calidad. 

Dinara y Akhmatov son dos de las 90 000 personas del medio rural que se han beneficiado del Proyecto de Acceso a los Mercados (ATMP), financiado por el FIDA y el Gobierno de Kirguistán. Recibieron una donación para aumentar el número de cabezas de ganado de la cooperativa y la producción de lana y carne. 

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A través del proyecto, también recibieron los aperos y las técnicas necesarios para adaptarse. Con un nuevo sistema de riego por aspersión y equipos para aplicar fertilizantes, utilizan el agua disponible más eficientemente. Una trituradora de cereales y una prensa de heno los ayuda a producir forraje de mejor calidad para mantener sanos a sus animales durante el invierno. 

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Los miembros de Zhaichy forman parte de los casi 2 000 agricultores que recibieron capacitación en materia de producción ganadera. Gracias al ATPM, aprendieron a clasificar la lana que producen para poder conseguir los mejores precios. Las ovejas merino son relativamente poco comunes en Kirguistán, pero su lana es sumamente agradable y tiene mucha demanda. 

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La hermana de Dinara, Elsa, es una de las mujeres de la aldea que luego teje la lana merino para hacer calcetines, guantes y ponchos calientes, además de las hermosas alfombras tradicionales kirguisas y cubiertas para sus yurtas. Las mujeres representaron más de un tercio de los participantes del ATPM.

En muchas cooperativas, se utilizó el Sistema de Aprendizaje Activo de Género para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres en los hogares. 

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A Dinara también se la conoce por ser buena cocinera. Empezó acogiendo a turistas en la yurta de la familia a orillas del lago y les preparaba los platos tradicionales kirguisos como el beshbarmak, un estofado de carne y fideos, y el kurut, un queso seco ácido. 

De esta forma, no solo ha creado una nueva entrada de ingresos para la familia, sino que también comparte las tradiciones kirguisas con personas de todos los continentes. 

© IFAD/Irina Unruh

A medida que el mundo cambia, Dinara y Akmatov cambian con él. Sin embargo, hay algunas cosas que vale la pena mantener. 

“El beshbarmak es nuestro plato tradicional kirguiso y es importante para nosotros”, cuenta Dinara. “Debemos preservar nuestra cultura y transmitir estas tradiciones a la siguiente generación. Forma parte de quienes somos como pueblo kirguiso y nunca lo deberíamos olvidar”. 

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Con el apoyo del ATMP, Dinara y Akmatov están aprendiendo a salir adelante en su nueva realidad. Actualmente, imaginan un futuro en el que su familia siga viviendo de la ganadería y defiendan su patrimonio kirguiso, incluso aunque se adapten a un mundo cambiante. 

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