Voces del mundo rural | 4 abril 2025

La salinidad del suelo aumenta, pero los agricultores africanos siguen manteniéndose firmes

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Son pocas las plantas que prosperan en suelos con altos niveles de sal. La mayoría de los cultivos se marchitan, incluso si se riegan bien. Su crecimiento se debilita, sus hojas caen y su rendimiento disminuye. Resulta alarmante saber que, según las estimaciones, el 10 % de las tierras de cultivo del mundo están afectadas por la salinidad, y esta cifra va en aumento.  

Si bien el riego es esencial para la agricultura, su uso imprudente puede conducir a la sobreexplotación de los acuíferos, lo que a su vez puede incrementar la salinidad de las aguas subterráneas. Cuando los pequeños agricultores utilizan estas aguas subterráneas para seguir regando, las sales pueden acumularse en el suelo. Además, los suelos mal drenados también pueden acumular sales.  

A esto se añade el aumento del nivel del mar, que arrastra la sal a los suelos y acuíferos, el agravamiento de las sequías, que impide que el agua la elimine, y el incremento de las temperaturas, que obliga a extraer más agua subterránea para el riego y otros usos. 

En los países más afectados por la salinidad de las tierras de cultivo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha calculado pérdidas de hasta el 72 % en el caso del arroz, el 68 % en el de los frijoles y el 37 % en el del maíz. Esto tiene graves consecuencias para la seguridad alimentaria, especialmente en las comunidades que ya experimentan situaciones de fragilidad.  

Por eso el proyecto de Mejora de la Resiliencia Agrícola a la Salinidad mediante el Desarrollo y la Promoción de Tecnologías en favor de la Población Pobre (RESADE), recientemente finalizado, financiado por el FIDA y ejecutado por el Centro Internacional de Agricultura Biosalina (ICBA), tenía como objetivo aumentar la resiliencia a la salinidad de los pequeños agricultores de África Occidental y Meridional. En colaboración con institutos de investigación agrícola de siete países, se introdujeron enfoques innovadores destinados a aumentar la productividad agrícola, mejorar la seguridad alimentaria e impulsar el rendimiento económico para que los agricultores puedan salir de la pobreza. 

En el marco del proyecto RESADE se han introducido varios cultivos nutritivos y tolerantes a la sequía en comunidades de África Occidental y Meridional. © ICBA-RESADE

Productividad agrícola: mejoramiento del suelo en Gambia

En las escuelas de campo para agricultores respaldadas por el proyecto RESADE en África Occidental y Meridional, se ha enseñado a crear biocarbón con residuos agrícolas utilizando unidades de bajo costo producidas localmente que calientan este material en un ambiente con poco oxígeno durante un máximo de un día. Este biocarbón, que es una forma estable de carbono, se aplica al suelo para mejorarlo y protegerlo de la degradación.  

El enriquecimiento del suelo con biocarbón no solo secuestra carbono, sino que también ayuda al suelo a retener agua y nutrientes y hace que los cultivos sean más tolerantes al riego con agua salina. En Gambia, su uso aumentó en un 25 % la tasa de germinación del sorgo y en un 62,5 % la del mijo perla, ambos regados con agua ligeramente salina. 

Seguridad alimentaria: nuevos cultivos para el cuscús en el Togo

El cuscús forma parte de la dieta diaria de muchos togoleses, pero el aumento del costo de las importaciones de trigo está haciendo que este apreciado alimento básico esté fuera del alcance de muchos hogares. Por eso, gracias al apoyo del proyecto RESADE, los agricultores han aprendido a hacer cuscús con sorgo, aumentando así su seguridad alimentaria y reduciendo su exposición a las fluctuaciones del mercado.

Emefa y Adjo sirviendo el cuscús de sorgo que ellas prepararon (Togo). © ICBA

Aunque el sorgo es un cultivo nuevo en la región de Atti-Apédokoè, en el suroeste del Togo, los agricultores ya perciben sus beneficios. Los prolongados periodos de sequía y el aumento de las temperaturas han reducido drásticamente el rendimiento del maíz y el trigo.  

En cambio, el sorgo es un cereal resistente que necesita poca agua y soporta el calor. Además, es más tolerante a la sal que el maíz. Puede utilizarse como forraje, fermentarse para hacer cerveza o molerse para hacer harina. Como ingrediente para hacer cuscús, se adapta fácilmente a las dietas locales. 

El sorgo es uno de los cultivos nutritivos y tolerantes a la sequía que el proyecto RESADE ha introducido en los países donde lleva a cabo actividades. Gracias a este proyecto, se han creado seis bancos de semillas comunitarios para que los agricultores puedan acceder a estas nuevas variedades y aprender a utilizarlas. 

Emefa, una agricultora que asistió a la sesión sobre cómo hacer cuscús de sorgo, está deseando plantarlo en su campo. “Después de hacer cuscús con sorgo, nos dimos cuenta de que puede ser una buena alternativa al trigo y ayudarnos a aumentar los ingresos familiares”, explica. 

Rentabilidad económica: el premio gordo de los jugos en Botswana

En el marco del proyecto RESADE también se ha trabajado con las comunidades para buscar nuevas formas de elaborar los alimentos que cultivan, añadirles valor, comercializarlos con eficacia y aumentar sus ingresos.  

Uno de estos alimentos es el lerotse, una sandía autóctona de Botswana, que cuando llueve absorbe el agua y cuando el tiempo es seco florece y fructifica. Sin embargo, a medida que las sequías se van haciendo más frecuentes, muchos agricultores acumulan un excedente de lerotse y a menudo dejan que se pudran en los campos. 

Gracias al proyecto RESADE, este cultivo ahora se ha transformado en una valiosa fuente de ingresos para los agricultores de las zonas afectadas por la salinidad, como Masego. Durante un curso de capacitación organizado por el proyecto, descubrió que el lerotse no era solo un melón que servía para cocinar, sino que también podía utilizarse para hacer deliciosos jugos. Después de informarse sobre cómo obtener licencias de producción de alimentos y análisis nutricionales, registró su empresa, Makaba Lerotse Juice Product.  

Ahora, con su pequeña empresa, Masego vende jugos a organizadores de eventos y gana hasta 10 250 pulas (750 dólares de los Estados Unidos) al mes. Ha contratado a dos ayudantes para atender la demanda y es optimista sobre el futuro de su negocio. “Ahora que se ha abierto un nuevo mercado, creo que en Botswana se plantarán más sandías”, señala. “Esto también garantizará la sostenibilidad de mi negocio, ya que podré obtener las materias primas que necesito más fácilmente”. 

Masego, una agricultora de Botswana, mostrando el jugo de lerotse que elabora en su negocio. © ICBA

A medida que los pequeños agricultores de África Subsahariana incrementan de forma sostenible la producción de alimentos, es fundamental asegurarse de que cuentan con enfoques innovadores que protejan sus negocios de problemas como la salinidad y los cambios en las pautas meteorológicas. De este modo, pueden aumentar su resiliencia ante las perturbaciones y garantizar su seguridad alimentaria y la de sus comunidades en todo el continente. 

Para obtener más información sobre el proyecto RESADE, visite la página sobre la investigación agrícola para el desarrollo (AR4D)

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