En pocas palabras, el FIDA se centra en invertir en la población rural, para lo cual se encarga de financiar programas, evaluar los resultados obtenidos, fomentar las innovaciones y trabajar con las propias comunidades rurales.
Descubra cuáles son nuestras principales áreas de trabajo, que van desde el fomento de la resiliencia hasta el empoderamiento de la población rural y la protección del medio ambiente.
Los jóvenes rurales están recuperando la apicultura
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Las abejas son esenciales para nuestra existencia, ya que preservan la agricultura y la biodiversidad en todo el planeta. No obstante, su propia existencia se ve amenazada por la pérdida de su hábitat, el uso de plaguicidas y el cambio climático.
La gente joven de las comunidades rurales de todo el mundo está decidida a invertir esa tendencia.
De la República Unida de Tanzanía a Tayikistán, los jóvenes combinan la tradición con técnicas modernas para crear medios de vida sostenibles a partir de un manjar ancestral: la miel. Al hacerlo, protege a las abejas que producen este preciado néctar y polinizan el planeta.
La miel de los hadzabe
Existe un lugar en los bosques del norte de la República Unida de Tanzanía donde los baobabs están adornados con cajas de madera. Se trata de la ciudad de Singida, y los objetos que cuelgan de las ramas son colmenas para las abejas que cuida la comunidad local de los hadzabe.
La miel es un alimento fundamental para los hadzabe, pero el cambio climático está dificultando su obtención por métodos tradicionales.
Por ello agradecen la ayuda que suponen las modernas colmenas que han recibido gracias a un proyecto respaldado por el FIDA. Los hadzabe ya pueden criar los insectos de forma sostenible y eficiente, obtienen una mayor producción de miel y causan una presión mínima a las colonias de abejas.
Las colmenas cuelgan de lo alto de los árboles, suspendidas para proteger su dorado botín de los animales salvajes. La miel se recoge dos veces al año y, acto seguido, se extrae en una nueva instalación construida gracias al proyecto y gestionada por gente joven de la zona.
El proyecto ayuda a los apicultores a vender su deliciosa miel a albergues y empresas turísticas y les proporciona una fuente estable de ingresos. Después, la comunidad decide en qué proyectos colectivos y personales invertirá sus ganancias.
Un joven apicultor llamado Shakwa decidió utilizar sus nuevos ingresos para instalar paneles solares y suministrar energía a su casa del bosque. Para Shakwa y su comunidad, las colmenas son una forma de ganarse la vida sin perder la tradición, a la vez que protegen el entorno natural en el que han vivido en simbiosis durante generaciones.
“Mi vida transcurre en la naturaleza, estamos rodeados de naturaleza. Me encanta vivir en este entorno”, afirma Shakwa.
El tesoro de los tayikos
El padre de Marrufa Tavurova le enseñó todo lo que sabe sobre la apicultura cuando era una niña que vivía en el centro de Tayikistán. Hoy, es ella quien transmite esos conocimientos a su hijo, Davlater.
No obstante, dado que la amenaza del cambio climático se cierne sobre las poblaciones de polinizadores, madre e hijo se adaptan a la situación completando su conocimiento tradicional con técnicas modernas.
Ambos forman parte de un grupo apícola de la aldea de Safedmun (Tayikistán) que, con el apoyo del FIDA, entrega colmenas innovadoras y equipos modernos a la comunidad con el fin de impulsar la producción de miel y, a la vez, contribuir a que prosperen los mercados locales.
La participación local en la agricultura está aumentando gracias al respaldo del Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria (CASP), y la práctica va tornándose más sostenible y eficiente.
Davlater y su madre recogen la miel dos veces al año para venderla a sus vecinos, en los mercados locales e incluso a los vendedores al por mayor, a medida que aumenta el número de colmenas que poseen.
Davlater ha aprendido de su madre una regla de oro: respetar a las abejas y el entorno en el que viven.
“Lo primero y más importante es no temer a las abejas”, afirma Marrufa. “En segundo lugar, hay que ofrecerles buenas condiciones. Si se las ubica en un buen sitio, con muchas plantas en flor, progresarán”.
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Para comunidades como las de Shakwa y Davlater, la apicultura es casi un arte. La producción de miel por medios tradicionales se ha perpetuado durante siglos y es más que una fuente de alimentación. Se trata de una preciada tradición que establece puentes generacionales.
Con la ayuda de equipos modernos y de los conocimientos del FIDA, la gente joven que se dedica a la apicultura podrá perpetuar esa práctica en el futuro. Además, al lograr que la producción de miel sea sostenible, se impulsan los medios de vida al tiempo que se protege a los polinizadores, que son fundamentales para la seguridad alimentaria mundial.