¿Por qué las comunidades costeras vulnerables merecen toda nuestra atención?

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¿Por qué las comunidades costeras vulnerables merecen toda nuestra atención?

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Indonesia - Coastal Community Development Project (CCDP), November 2016 ©IFAD/Roger Arnold

Según la División de Estadísticas de las Naciones Unidas, un 40 % de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de distancia del mar y, en términos generales, la población costera mundial aumenta más rápidamente que la población mundial en su conjunto. Al mismo tiempo, el calentamiento global está provocando el aumento del nivel del mar y de los fenómenos climáticos extremos en las zonas costeras.

Los efectos son bien conocidos y alarmantes. Así y todo, quizá no tenemos presente que los más pobres son a menudo las personas más vulnerables a los efectos del cambio climático. Por ello, es imprescindible que usemos nuestros conocimientos para mitigar los efectos del cambio climático y aumentar la resiliencia en las comunidades más pobres. En toda nuestra labor de desarrollo, no podemos pensar que el cambio climático y la difícil situación que afrontan las comunidades costeras vulnerables son una cuestión aislada.

Una gran parte de la población pobre del mundo vive en Asia y el Pacífico. En esta región, 347 millones de personas viven con menos de USD 1,90 al día, es decir, casi la mitad de las 736 millones de personas que viven en extrema pobreza del mundo. El aumento del nivel del mar expone a grandes extensiones de Asia y el Pacífico a posibles inundaciones, daños en las zonas costeras y aumentos de la salinidad de las tierras agrícolas. El cambio climático y la degradación del medio ambiente, en particular en los pequeños Estados insulares en desarrollo, perjudican la capacidad de la población pobre de las zonas rurales para producir alimentos y generar ingresos. Por ello, debemos insistir en la necesidad de ayudar a estas personas a proteger sus activos y recursos frágiles, tratando al mismo tiempo de diversificar su base de ingresos.

El FIDA trabaja en colaboración con las personas de las comunidades costeras vulnerables de todo el mundo para aumentar la resiliencia y establecer prácticas de agricultura sostenible de modo que las personas vulnerables puedan ganarse la vida preservando, al mismo tiempo, el medio ambiente y los recursos que son la base de su forma de vida.

Algunos medios de vida no son sostenibles y pueden agravar la vulnerabilidad climática, por ejemplo, las prácticas pesqueras insostenibles conducen a la destrucción de los corales y el agotamiento de las poblaciones de peces, y la tala de manglares para leña hacen que las tierras costeras no puedan soportar las inundaciones, los ciclones y la erosión. Habida cuenta de que el 66 % del pescado que se consume en todo el mundo proviene de la pesca en pequeña escala, ayudar a estos pescadores a mejorar su capacidad para ganarse la vida protegiendo a la vez el medio ambiente es interés de todos.

Mediante el Proyecto de Fomento de las Comunidades Costeras financiado por el FIDA se introdujo la acuicultura y se respaldaron iniciativas dirigidas a fomentar la eficiencia y sostenibilidad de las técnicas pesqueras y de procesamiento en más de 180 comunidades de Indonesia. Gracias a técnicas de refrigeración rudimentarias como el aprovisionamiento de refrigeradores y gracias a la capacitación impartida a grupos de mujeres en la elaboración de pasta de pescado y alimentos de pescado seco, los pescadores pudieron disminuir el nivel de pesca porque ya no necesitaban tener en cuenta la cantidad de pescado que antes se desechaba por falta de refrigeración o la baja demanda de mercado. Estas medidas también tuvieron un efecto considerable en la seguridad alimentaria y de hecho lograron reducir a la mitad la malnutrición infantil aguda de dichas comunidades. Además, se ha logrado mantener o mejorar los recursos marinos gracias a la creación de grupos comunitarios de gestión de los recursos costeros.

Nuestra cartera de inversiones hace especial hincapié en las comunidades vulnerables de la región de Asia y el Pacífico en su conjunto. Casi una tercera parte de las inversiones en la región de nuestra cartera actual de USD 2 700 millones está dirigida a mejorar la vida de 15 360 000 personas pobres de las zonas rurales que viven a menos de cinco kilómetros de las costas.

En nuestro trabajo con las comunidades costeras vulnerables hemos aprendido que no existe un enfoque universal que sea válido para todas las situaciones. El contexto es importante, por ejemplo, Bangladesh tiene problemas de sobrepoblación en su escaso territorio mientras que los problemas de las islas del Pacífico se deben, no solo a los fenómenos meteorológicos, sino a la merma de su población y por el hecho de estar en zonas remotas. En Tonga, la población rural está disminuyendo debido a la migración y la falta de incentivos que motive a los jóvenes a quedarse. Además, es el segundo país con más riesgo del mundo en cuanto a su exposición y vulnerabilidad a los peligros naturales y los efectos del cambio climático. Esto demuestra la necesidad de contar con distintos enfoques de desarrollo.

En Bangladesh, 80 millones de personas viven en zonas propensas a inundaciones o sequías y las miles de familias vulnerables, que habitan en las islas fluviales, llamadas chars, pueden a duras penas ganarse la vida. Mediante el Proyecto de Desarrollo y Colonización de las Chars se han construido caminos que siguen intactos incluso después de haber pasado por repetidas inundaciones. Gracias a este proyecto, también se ha prestado ayuda a los miembros de las comunidades, en especial a las mujeres, para que puedan establecer pequeñas empresas capaces de soportar inundaciones, como la cría de patos. De hecho, uno de los aspectos más importantes de la labor del proyecto es la expedición de títulos de propiedad sobre la tierra, lo que es especialmente importante para las mujeres. Al tener tierras que pueden utilizarse como garantía, las mujeres pueden acceder al crédito y adquirir maquinarias, como pequeñas bombas de riego y trilladoras de arroz, y construir pequeños cobertizos de almacenamiento para proteger el arroz cosechado de la lluvia y las inundaciones.

En Tonga, también ayudamos a las comunidades a producir cultivos de alto valor que puedan exportarse para impulsar el mercado rural de exportación. En el marco del proyecto también se están plantando especies de árboles que pueden proteger las costas de los tornados y ciclones. Se está trabajando con las comunidades para determinar las zonas en las que es necesario realizar mejoras de infraestructura (como carreteras y frentes costeros que puedan soportar las inclemencias del tiempo) y para que sus miembros participen directamente en la inversión de la obra, así como en la supervisión de la construcción y el mantenimiento.

Tras 40 años de trabajo con las personas pobres del medio rural en todo el mundo, el FIDA sabe que nadie puede afrontar estos retos por sí solo. En un mundo que cambia vertiginosamente, debemos trabajar juntos y canalizar el apoyo donde más se necesite. La transformación rural puede aumentar la producción y los ingresos, reducir el hambre y al mismo tiempo proteger los recursos naturales. Con el apoyo adecuado, las comunidades costeras vulnerables pueden ayudar a garantizar un futuro sostenible.

Este artículo fue publicado originalmente (en inglés) en el sitio web Inter Press Service