Cinco preguntas que deberías plantearte sobre el cambio climático y las mujeres rurales

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Cinco preguntas que deberías plantearte sobre el cambio climático y las mujeres rurales

Tiempo estimado de lectura: 7 minutos
©FIDA/Nana Kofi Acquah

Los efectos del cambio climático no tienen las mismas repercusiones para todos. Como ocurre a menudo, la población más vulnerable es la más afectada por la crisis climática, como los habitantes de las zonas rurales en todo el mundo, en especial las niñas y mujeres que viven en estas zonas.

En este contexto, nos preguntamos por qué las mujeres se ven más afectadas por el cambio climático y analizamos las oportunidades que se les presentan en lo que respecta a la adaptación al nuevo medio ambiente.

¿El cambio climático no tiene las mismas repercusiones para todos?

No. Aunque el cambio climático y la degradación ambiental sean problemas a escala mundial, la distribución de sus efectos más devastadores no es uniforme. La crisis climática y la destrucción medioambiental inciden en suma medida y de manera desproporcionada en las mujeres y las niñas, lo cual es particularmente notorio en el Sur Global y en el caso de aquellas personas que enfrentan múltiples formas de discriminación interrelacionadas.

Los pequeños agricultores de los países en desarrollo dependen del sector agrícola para obtener alimentos y generar ingresos. Sin embargo, este sector será el que más afectado se verá por el cambio climático. Las fluctuaciones del clima hacen de las prácticas agrícolas tradicionales un desafío, y los fenómenos meteorológicos inclementes, como las tormentas y las sequías, cada vez son más intensos y frecuentes.

Las mujeres representan casi la mitad de la mano de obra agrícola en todo el mundo y dependen en gran media de la agricultura para alimentarse y alimentar a sus familias. No obstante, debido a desigualdades estructurales de larga data y a la discriminación de género, son las más vulnerables a los contratiempos en este sector.

¿Por qué las mujeres deberían tomar las riendas en la adaptación al cambio climático?

Habida cuenta del papel fundamental que desempeñan en la agricultura, las mujeres también son agentes clave del cambio a la hora de adoptar medidas de adaptación al clima.

Todos los días las mujeres del medio rural son testigos de los efectos cada vez peores del cambio climático, que influyen en cómo cultivan y crían ganado, elaboran alimentos y preparan la comida en casa. A veces los cambios son sustanciales: cuando los pozos se secan, por ejemplo, tienen que alejarse más para encontrar agua.

Por otro lado, la discriminación sistémica se agrava en situaciones de desastre, y problemas como la violencia, la inestabilidad, el desempleo y la inseguridad alimentaria, así como la demanda de cuidados y trabajo doméstico no remunerados, se ven acrecentados después de los desastres y afectan en mayor medida a las mujeres. El cambio climático también exacerba las tensiones que ya venían afrontando las sociedades y comunidades y, una vez más, a menudo son las mujeres las que se llevan la peor parte.

Las mujeres de las zonas rurales son líderes y emprendedoras experimentadas. Ya saben lo que tanto a ellas como a sus comunidades les hace falta para adaptarse. Solo necesitan que se fomente su empoderamiento y se tenga en cuenta su opinión.

El cambio climático requiere atención urgente. ¿Deberíamos emplear nuestro valioso tiempo y recursos en problemas sistémicos serios como la desigualdad de género?

La respuesta es sencillamente “sí”.

Actualmente, las intervenciones en la esfera del clima no tienen en cuenta la situación a las que mujeres y niñas se enfrentan durante las crisis climáticas, como la mayor violencia de género y la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos, a las que se suma la inseguridad económica (que comprende la inseguridad alimentaria y de la tenencia de la tierra) y el aumento de la carga de tareas domésticas y cuidados no remunerados.

A continuación, figuran algunos ejemplos que ilustran la incidencia de la desigualdad de género en los mayores riesgos climáticos a los que se ven expuestas las mujeres y niñas.

  • Cuando el acceso a recursos y oportunidades es menor, les resulta más difícil ser resilientes y recuperarse de los desastres.
  • Disponen de menos cauces de participación en la toma de decisiones, lo cual dificulta que se protejan frente a riesgos inminentes.
  • Su acceso a servicios como la sanidad y la educación es más restringido, lo que las expone a un mayor riesgo de sufrir daños.
  • Cuatro de cada cinco personas desplazadas como consecuencia de desastres climáticos son mujeres.

Y además, sabemos que la desigualdad de género a la que ya se venían enfrentando se agrava durante las crisis, lo que pudo verse durante la pandemia de la COVID-19, que fue en sí misma un síntoma de degradación ambiental. Las mujeres asumieron incluso una mayor carga de tareas domésticas y cuidados no remunerados, vieron cómo se dispararon las tasas de violencia de género y quedaron más expuestas a los efectos del cambio climático, a la vez que su capacidad para adoptar soluciones se vio mermada. Con el avance del cambio climático, las mujeres, una vez más, habrán de soportar la mayor carga.

En cambio, en sociedades que gozan de mayor igualdad de género, las familias y comunidades suelen disfrutar de más seguridad, estar más unidas y ser más resilientes ante las crisis.

Las mujeres de las zonas rurales ya están sobrecargadas. ¿Realmente disponen del tiempo y los recursos necesarios para tomar las riendas en la adaptación al cambio climático?

La carga de trabajo en el medio rural que soportan las mujeres es desproporcionada, desde el cuidado de los hijos hasta las labores agrícolas, lo cual les deja poco tiempo para hacer cualquier otra cosa. Sin embargo, muchas de las actividades que desempeñan o no son remuneradas, o están mal remuneradas o no reciben reconocimiento por realizarlas.

Las mujeres producen gran parte de los alimentos en los países en desarrollo, pero solo poseen el 15 % de las tierras de cultivo. La inseguridad persistente y en aumento que afrontan las mujeres relacionada con la propiedad de la tierra, y con el acceso a ella y el control sobre este recurso, sigue siendo un obstáculo al fortalecimiento de la resiliencia de las comunidades frente a los efectos negativos del cambio climático. Su acceso a los recursos —como los activos y la capacitación que las ayudarían a mantener sus medios de vida y aumentar su resiliencia— y el control sobre estos es menor.

Ya es hora de que se reconozca y valore el papel fundamental que desempeñan las mujeres en el medio rural. Distribuyendo las funciones entre los miembros del hogar de forma justa, reduciendo la carga de trabajo que soportan las mujeres y reconociendo sus derechos, podrán por fin ahorrar tiempo y energías. Así tendrán la oportunidad de emplear su experiencia, conocimientos y capacidades como gusten, y sabemos que muchas de las actividades que realizan tienen el beneficio añadido de incrementar los ingresos de sus hogares, fomentar la resiliencia y ayudarlos a adaptarse a las condiciones que cambian conforme lo hace el clima.

Los proyectos que respalda el FIDA ya se están esforzando por ayudar a las mujeres a ahorrar tiempo. Iniciativas como el Programa de Creación de Instituciones de Financiación Rural (RUFIN) en Nigeria alientan el diálogo entre mujeres y hombres para que se replanteen las normas de género tradicionales y tomen decisiones sobre el gasto y las tareas en el hogar de común acuerdo.

¿Qué se necesita para ayudar a las mujeres de las zonas rurales a impulsar el cambio?

En dos palabras: transformación social. Debemos eliminar los obstáculos estructurales con los que tropiezan las mujeres del medio rural e involucrarlas en todas las decisiones.

Cuando se les facilita acceso a oportunidades económicas y recursos, y disponen control sobre estos, pueden contribuir a los hogares y las comunidades en igualdad de condiciones. Por ejemplo, cuando se ofreció financiación y pólizas de seguro a empresas en comunidades afectadas por el tsunami en India, las que estaban dirigidas por mujeres crecieron un 60 % más que las de sus homólogos.

En Nepal, las mujeres ocupan más de la mitad de los puestos de liderazgo en los grupos de la cadena de suministro, lo que contribuye a aumentar la resiliencia de los medios de vida.

Las mujeres y niñas de las zonas rurales siempre han estado en primera línea del cambio climático. En pos de un futuro seguro y resiliente, han de ser las que marquen el camino.

 

Conozca toda la labor del FIDA en las esferas del género y el cambio climático.