En un momento en que el mundo se moviliza para proteger los océanos, también es necesario proteger a los pescadores en pequeña escala

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En un momento en que el mundo se moviliza para proteger los océanos, también es necesario proteger a los pescadores en pequeña escala

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La actividad comercial empieza a primera hora de la mañana en una comunidad costera en Filipinas. © FIDA/Enrique Espejo Jr.

Finalmente, después de casi 20 años, el 4 de marzo de 2023 los Estados Miembros de las Naciones Unidas celebraron un acuerdo históricobrindar protección jurídica a las zonas de alta mar del mundo. En virtud del Tratado de Alta Mar, el primero de este tipo que se suscribe, una tercera parte de los océanos del mundo será asignada a la categoría de áreas marinas protegidas, en un intento por reparar la pérdida de biodiversidad.

Las zonas de alta mar —las partes del océano que se encuentran fuera de las zonas económicas exclusivas de un país— abarcan alrededor de la mitad de la superficie de la Tierra. Rebosan de vida, desde plancton microscópico que produce más oxígeno atmosférico que todas las pluviselvas tropicales del mundo, hasta ballenas azules, las criaturas más grandes que existen en el planeta.

Sin embargo, hasta este acuerdo histórico, solo un 1 % de las aguas internacionales tenían categoría de área marina protegida. Si no se imponen restricciones a la pesca, la minería y el transporte, la biodiversidad de los océanos continuará estando gravemente afectada, a la vez que el cambio climático seguirá amenazando la vida marina.

El tratado tiene por objeto alcanzar los siguientes objetivos:

  • De aquí a 2030, ampliar las áreas marinas protegidas para limitar la sobrepesca y la pérdida de la biodiversidad y regular las rutas de transporte.
  •  Fomentar el intercambio sostenible y equitativo entre países de recursos genéticos marinos de origen animal y vegetal con fines de consumo o medicinales.
  • Evaluar las actividades en aguas profundas, en particular la minería.

Al mismo tiempo que se recupera la esperanza en el futuro de la vida marina y se aplica el tratado, debemos velar por que los pescadores en pequeña escala, cuyos medios de vida dependen del océano, también estén protegidos.

¿Cómo repercute el Tratado en las comunidades costeras?

Varias mujeres clasifican pescado antes de venderlo en un mercado en Gajaria (Bangladesh). © FIDA/G.M.B.Akash

De los 60 millones de personas que trabajan en los sectores pesquero y acuícola a nivel mundial, más del 80 % son productores en pequeña escala, que en su mayoría se encuentran en los países en desarrollo. Los pescadores en pequeña escala se cuentan entre las personas más marginadas del mundo. A menudo sus necesidades se pasan por alto, y su supervivencia corre cada vez más peligro.

A medida que vayan cambiando los patrones de pesca como consecuencia de este importante tratado, debemos asegurarnos de que los buques pesqueros industriales que faenan en los países en desarrollo no invadan las zonas donde trabajan los pescadores en pequeña escala. Esa situación, de producirse, podría perjudicar la biodiversidad local, promover la sobrepesca y amenazar el modo de vida de muchos pequeños pescadores.

¿Cómo repercute el Tratado en los proyectos del FIDA?

El Mozambique, los beneficiarios del Proyecto de Promoción de la Pesca Artesanal (ProPESCA) recibieron capacitación en la preparación y comercialización de pescado. © FIDA/David Paqui 

En el FIDA somos conscientes de la importancia de la pesca en pequeña escala y apoyamos a los que son pescadores pobres en pequeña escala de todo el mundo. EFilipinaslas comunidades pesqueras están gestionando de manera sostenible sus recursos costeros con FishCORALmientras que en MozambiqueProPESCA está trabajando para aumentar la cantidad y el valor de las capturas, a fin de mejorar los ingresos y los medios de vida de los pescadores artesanales.

Si los pescadores a gran escala se trasladan de las zonas de alta mar a las de pesca artesanal, los participantes en los proyectos del FIDA se verán obligados a competir por los recursos, sus hábitats resultarán perjudicados y la biodiversidad que protegen nuestros proyectos estará en peligro.

Hace demasiado tiempo que venimos tratando las zonas de alta mar como si fueran el salvaje Oeste, esto es, un lugar donde las empresas pesqueras pueden explotar los recursos naturales sin tener en cuenta la biodiversidad que garantiza el funcionamiento de los ecosistemas mundiales. Ahora reconocemos por fin que las zonas de alta mar son un aspecto crucial de nuestra herencia común y que necesitan protección jurídica. Como parte de esa labor, el FIDA continuará velando por que la población de las comunidades costeras esté representada y amparada.