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Fomentar la resiliencia y los medios de vida de las mujeres rurales

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En el FIDA sabemos que el rostro de un agricultor a menudo es el de una mujer. Hoy en día, en todo el mundo, las mujeres constituyen más de la mitad de las personas que trabajan en la agricultura—como pequeñas agricultoras, horticultoras, trabajadoras asalariadas, trabajadoras no remuneradas en las explotaciones familiares— y esa cifra va en aumento. Se estima que hace casi 10 años, en 2011, las mujeres representaban alrededor del 43 % de los trabajadores agrícolas. Actualmente, las cifras más recientes de la FAO sitúan a las mujeres en el 50 % o más de la fuerza de trabajo agrícola a escala mundial.

Desigualdad de beneficios

Si bien las mujeres realizan la mitad del trabajo en la agricultura, no reciben una parte justa de los bienes, recursos o servicios que los agricultores necesitan para ganarse la vida.

Las mujeres tienen muchas menos probabilidades de ser propietarias de tierras: en todo el mundo, menos del 15 % de las tierras agrícolas están registradas a nombre de una mujer. Y si bien 164 países reconocen su derecho a poseer y utilizar la tierra, así como a tomar decisiones sobre ella en igualdad de condiciones respecto de los hombres, las leyes consuetudinarias discriminatorias hacen que en la práctica solo 52 países garanticen esos derechos.

En todo el mundo, el 56 % de los adultos que no poseen una cuenta bancaria son mujeres. En África, las mujeres reciben menos del 10 % de los créditos que se conceden a los pequeños agricultores, lo que les dificulta enormemente invertir en la mejora de insumos o tecnologías.

En los países de ingresos bajos y medianos de todo el mundo, las mujeres tienen un 10 % menos de probabilidades que los hombres de poseer un teléfono móvil, lo que excluye a 184 millones de mujeres de una amplia y creciente gama de servicios financieros y no financieros.

A todas estas dificultades entrelazadas, y como resultado de muchas de ellas, se suma el hecho de que diversos estudios muestran que las mujeres también son considerablemente más vulnerables a los efectos del cambio climático, una de las mayores amenazas de nuestro tiempo. Según la Organización Mundial de la Salud, las mujeres tienen más probabilidades de morir como resultado de desastres naturales como sequías, inundaciones y tormentas. Los efectos ambientales relacionados con el cambio climático, como la escasez de agua, aumentan las horas que las mujeres y las niñas dedican a la recogida de agua para el hogar y, por lo tanto, intensifican su carga de trabajo. La agricultura, que es el sector en el que trabajan la mayoría de las mujeres más pobres de las zonas rurales, es el más perjudicado por los consecuencias del cambio climático.

Junto con sus asociados, entre ellos la Plataforma para la Gestión de Riesgos Agrícolas (PARM), el FIDA está fomentado el desarrollo de capacidad en los ámbitos nacional, comunitario y de los agricultores con el fin de reducir los riesgos a los que se enfrenta la agricultura. En el marco del enfoque integral del Fondo respecto de la gestión de los riesgos agrícolas, los seguros constituyen una herramienta muy valiosa. En consonancia con su labor en materia de empoderamiento de las mujeres de las zonas rurales e igualdad de género, el FIDA se centra de forma particular en seguros que incluyan cuestiones de género, que sean accesibles para las mujeres y que satisfagan sus necesidades.

Cómo un seguro puede marcar la diferencia

El fortalecimiento de la resiliencia de las mujeres y los hombres pobres de las zonas rurales —su capacidad para hacer frente a las perturbaciones y recuperarse de ellas— es una parte fundamental de la labor del FIDA. Esto está en consonancia con la meta 5 del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 1, en la que se pide a los países “fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad y reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima y otras perturbaciones y desastres económicos, sociales y ambientales”.

Los seguros inclusivos son una herramienta importante para que los pequeños agricultores y los empresarios rurales puedan aumentar su resiliencia y transferir su riesgo. Ahora bien, un seguro puede ofrecer muchas más cosas. En estudios realizados en diversos países se ha demostrado que el desarrollo de seguros contribuye al crecimiento económico, ya que proporciona estabilidad financiera, facilita el comercio y los negocios, moviliza los ahorros y permite gestionar el riesgo de manera más eficaz.

Por ejemplo, los agricultores que cuentan con un seguro son clientes de menor riesgo para las instituciones de microfinanciación o los bancos y, por lo tanto, es más probable que obtengan préstamos y utilicen los fondos para crear sus negocios. Los seguros contra riesgos climáticos también pueden utilizarse para incentivar estrategias de adaptación, por ejemplo, cuando el seguro se combina con semillas resistentes a las sequías, lo que alienta a los agricultores a adoptar métodos de producción climáticamente inteligentes.

Actualmente el FIDA tiene en marcha dos programas de asistencia técnica centrados en los seguros inclusivos: el programa Seguros para el Fomento de la Resiliencia y el Desarrollo Económico de las Zonas Rurales (INSURED) —financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), y el programa Gestión de Riesgos para el Desarrollo Rural: Promoción de Innovaciones en Microseguros (MRRD). Al mismo tiempo que permiten a los agricultores de ambos sexos fortalecer sus medios de vida, estos programas tienen por objeto crear un mercado sostenible para las aseguradoras de las zonas rurales, con lo que se fomentará la inversión privada y pública en la agricultura, se impulsará el crecimiento rural y se protegerá el progreso en un entorno de alto riesgo.

Reducción de la brecha de información en materia de seguros para las mujeres

El FIDA y el Centro de Microseguros de Milliman (MIC@M) colaboraron con un equipo de estudiantes graduados de la Universidad George Washington en un estudio que tenía por objeto abordar la brecha de información relativa a la prestación de seguros contra riesgos climáticos para las mujeres de las zonas rurales. El equipo llevó a cabo un examen teórico mundial y actividades sobre el terreno en Etiopía, centrándose en la mejora de la prestación y el valor de los seguros contra riesgos climáticos para las mujeres. Contaron con el apoyo de un comité asesor de expertos del sector, que incluyó a miembros de la Agencia Alemana de Cooperación Internacional, el FIDA, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el MIC@M, la PARM, la Banca Mundial de la Mujer y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Para los interesados públicos y privados que participan en el diseño y la ejecución de sistemas de seguros se formularon las recomendaciones siguientes:

  • Incluir a las potenciales clientas en el proceso de diseño de los sistemas de seguros, prestar atención a sus necesidades y limitaciones.
  • Nombrar a mujeres profesionales para el diseño y la prestación de seguros a fin de aumentar la igualdad de género y fomentar la confianza.
  • Examinar las opciones para "agrupar" el seguro para el clima con otros productos y servicios que beneficien al conjunto del hogar y tengan en cuenta las prioridades de las mujeres.
  • Comunicar de manera que las comunidades, y especialmente las mujeres, puedan comprender y puedan sentirse identificadas. Utilizar canales e intermediarios que les sean familiares y en los que confíen.
  • Recopilar datos desglosados por sexo para saber lo que funciona y lo que no funciona en los seguros contra riesgos climáticos con perspectiva de género.
  • Invertir en un estudio en el que se evalúe cómo, por qué y cuándo las mujeres y los hombres acceden a seguros contra riesgos climáticos y el motivo por el que se deciden por unas determinadas opciones de seguros y no otras.

Como parte del estudio, se creó una lista de verificación de género con respecto a la prestación de seguros contra riesgos climáticos. El objetivo es que las aseguradoras y quienes trabajan con ellas puedan adquirir una comprensión específica del contexto de las necesidades y prioridades de las mujeres en relación con los seguros contra riesgos climáticos. De este modo, pueden asegurar que se elaboren sistemas de seguros vendibles y sostenibles para satisfacer esas necesidades, y que posteriormente se ofrezcan de manera que sean accesibles y atractivos tanto para las mujeres agricultoras como para los hombres.

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