Creando nuevas conexiones gracias al “árbol de la vida”

IFAD Asset Request Portlet

Publicador de contenidos

Creando nuevas conexiones gracias al “árbol de la vida”

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

El acceso a Brejo Dois Irmãos, una pequeña comunidad en la región semiárida del noreste de Brasil, no es fácil. La única forma de entrar o salir es un camino arenoso de 12 kilómetros a través de un pantano, intransitable para la mayoría de los vehículos. Las 200 familias que viven aquí solían sentirse olvidadas por el mundo exterior y frustradas por no poder comercializar los productos derivados de su cultivo más importante: la palmera burití (Mauritia flexuosa).

En la lengua tupí-guaraní, burití significa “árbol de la vida”. Todas las partes de la planta tienen una utilidad: el tronco y las hojas se utilizan en la construcción y las fibras que contienen son ideales para la fabricación de cuerdas. De la fruta —carnosa, dulce y con alto contenido de vitamina C— se extraen deliciosos jugos, licores, helados, mermeladas y dulces; y de las semillas un aceite rico en vitamina A que se usa en una gran variedad de productos cosméticos y medicinales.

Sin embargo, los habitantes de Brejo apenas obtenían rendimiento económico del burití. Su procesamiento era muy laborioso, y su comercialización aún más complicada. Por ello, los agricultores de la comunidad se centraron en el cultivo de la caña de azúcar, menos rentable en principio, pero más fácil de colocar en el mercado. El problema es que el abuso de este cultivo lo hizo poco sostenible, dañando la calidad del suelo y amenazando con agotar el ya escaso suministro de agua.

Nuevos caminos para el burití

Todo esto comenzó a cambiar en 2017 cuando el proyecto Pro-Semiárido, apoyado por el FIDA, empezó a trabajar en la comunidad. Su personal conversó con los habitantes de Brejo sobre qué tipo de apoyo el proyecto podría ofrecerles para mejorar sus ingresos y sus vidas.

Ambas partes acordaron un plan de acción: el proyecto proporcionaría la capacitación, el equipo y la asistencia técnica necesarios para hacer que la producción de caña de azúcar fuese más sostenible, introducir la apicultura como fuente complementaria de ingresos y, lo más importante, mejorar la forma en que se procesaba y comercializaba el burití.

Maiara de Souza Nascimento (izquierda) y Eliane das Virgens Ribeiro (derecha) lavan y pelan frutas de burití en la planta de procesamiento. ©William Franca/PSA

El primer paso fue ayudar a los residentes locales a ver el burití desde una nueva perspectiva.

“Cuando llegó el proyecto, la parte pedagógica, la formación, era muy importante”, dice Cosme Alves de Sousa, expresidente de la Asociación Comunitaria Brejo Dois Irmãos. “Teníamos una o dos sesiones de capacitación a la semana, y eso nos ayudó a comprender el valor de lo que tenemos aquí”.

Como supo ver el personal del proyecto Pro-Semiárido, el burití es un gran ejemplo de una especie nativa desatendida e infrautilizada. Hablamos de una especie capaz de proporcionar inmensos beneficios nutricionales y económicos para sus custodios y, al mismo tiempo, preservar los ecosistemas locales y la biodiversidad, pero cuyo potencial está sin explotar.

Renovar el procesamiento de burití

El primer paso para poder llevar los productos derivados del burití de Brejo al mundo era mejorar la forma en que se procesaba la fruta. Esta era, tradicionalmente, una actividad propia de las mujeres. Y un trabajo duro.

“Era muy complicado y nos llevaba mucho tiempo”, explica Eliane das Virgens Ribeiro, presidenta de la Asociación Comunitaria Brejo Dois Irmãos. “Pasábamos todo el día sentadas en el suelo: pelábamos las frutas una por una, las llevábamos al sol a secar, las traíamos de vuelta, las volvíamos a lavar, las volvíamos a poner al sol…”

Con la ayuda del proyecto, la comunidad compró unas sencillas máquinas de procesamiento que pelan, exprimen y trituran la fruta de una sola vez; extraen la semilla y el jugo; y convierten la pulpa en una pasta densa, lista para usar en mermeladas y dulces. Lo que antes requería días de trabajo podía completarse en cuestión de horas.

“Fue una gran mejora para nosotros”, agrega Eliane con una mezcla de satisfacción y alivio en su rostro.

Vista aérea de la planta de procesamiento. ©William Franca/PSA

Posteriormente, el proyecto ayudó a la comunidad a edificar y equipar una completa planta de procesamiento. La construcción en el suelo arenoso de Brejo fue difícil y, debido a la lejanía de la comunidad, era complicado encontrar proveedores que hiciesen entrega de los materiales de construcción.

A veces, los depositaban a mitad del camino y los miembros de la comunidad tenían que organizarse para recogerlos. Pero, al fin, la planta estuvo lista. Ahora procesa 40 toneladas de fruta al año, una cantidad que pronto aumentará a 50 toneladas anuales.

Además, el proyecto conectó Brejo a Internet y los productores comenzaron a usar las redes sociales a modo de tienda virtual de sus productos. A raíz de esto, la Fundación Slow Food, defensora mundial de la alimentación sana y sostenible, se convirtió en socio del proyecto y empezó a promover el burití. Slow Food ha demostrado ser un aliado inestimable para dar más visibilidad a los productos de Brejo y explorar su valor nutricional y cultural.

Una transformación integral

Hoy, toda la comunidad está involucrada en las actividades del proyecto. Las reuniones y sesiones de formación tienen lugar en la escuela local; el proyecto ha invertido en capacitaciones en informática, gestión empresarial, administración y marketing, y Brejo ya no se siente aislado del resto del mundo.

Las mejoras en la distribución y venta del burití ha aumentado los ingresos de los hogares entre un 30 % y un 40 %, y los nuevos métodos de procesamiento han nivelado las cargas de trabajo de hombres y mujeres.

De hecho, haber demostrado cómo un producto tradicionalmente trabajado por las mujeres beneficia a toda la comunidad, ha permitido al proyecto tomar medidas adicionales para promover la igualdad de género.

Las mujeres juegan ahora un papel activo en los procesos de toma de decisiones y, de hecho, la presidenta, la tesorera y la secretaria de la asociación son mujeres jóvenes que lideran el proceso de conexión de su pequeña comunidad rural con el sistema alimentario global.

Litercina Serra, una agricultura que lleva años cultivando burití, resume todo esto en una frase: “Le doy gracias a Dios por poner en nuestro camino a quienes han hecho posible este proyecto tan hermoso y genial”.