Cuando las abejas ofrecen un camino de prosperidad a las poblaciones rurales

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Cuando las abejas ofrecen un camino de prosperidad a las poblaciones rurales

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Ibrahima Kebe Diallo

Las abejas y otros polinizadores son los pilares minúsculos que sustentan la diversidad de los sistemas alimentarios. Desde el cacao hasta los melones, pasando por las almendras y las manzanas, sería básicamente imposible cultivar tantos alimentos sabrosos y nutritivos sin el incesante trabajo de las abejas que transportan el polen de flor en flor.

Además, las abejas producen miel, alimento que puede venderse a buen precio, necesita muy poca o ninguna elaboración y se conserva bien durante mucho tiempo. Por eso, muchas personas del medio rural de todo el mundo han optado, con ayuda del FIDA, por dedicarse a la apicultura.

La miel: una nueva fuente de ingresos en Túnez

Mabrouka produce y vende miel a las aldeas vecinas y a través de Internet. © FIDA/Sandrine Jacqueson

A pesar de su habilidad para coser y su espíritu empresarial, Mabrouka Boussoufi solía tener problemas para llegar a fin de mes.

Hasta que en 2020 recibió capacitación y un conjunto de colmenas en el marco del Proyecto de Promoción de las Cadenas de Valor para el Desarrollo Territorial de Siliana (PROFITS), respaldado por el FIDA. Ahí descubrió el potencial económico de la apicultura en los inmensos bosques aromáticos de pinos, lentiscos y plantas de romero y tomillo que rodeaban su aldea, ubicada en lo alto de las montañas del norte de Túnez.

El primer año, consiguió dinero suficiente para satisfacer las necesidades básicas de su familia, costear los estudios universitarios de su hija e invertir en la adquisición de más abejas. Hoy en día, con la ayuda de su hija, vende miel tanto en las aldeas vecinas como a través de Internet.

No obstante, el cambio climático entraña nuevos retos. Al tiempo que las sequías reducen la vegetación de la que dependen las abejas para fabricar el néctar, las temperaturas cada vez más bajas que se alcanzan en invierno pueden dañar a las colonias.

Con el asesoramiento de otros apicultores, Mabrouka logró adaptarse. Ahora conserva un tercio de la miel producida en las épocas de bonanza, y la utiliza para alimentar a las abejas en los períodos de vacas flacas.

Además, prepara bsissa, un alimento típico del Mediterráneo que se cocina con capullos de rosa, especias y cereales y que, al calentarse, atrae a las abejas, lo que ayuda a mantener la temperatura óptima de las colmenas incluso en invierno. Mabrouka comparte con gusto este delicioso manjar con los miles de pequeños ayudantes que la ayudan a sustentar a su familia.

 

Un vibrante negocio familiar en Tayikistán

Marrufa with one of the two beehives she received from an IFAD-supported project © IFAD/Didor Sadulloev

Marrufa Tavurova lleva la apicultura en la sangre. "Mi padre siempre tuvo abejas, así que yo ya estaba acostumbrada a su presencia", nos cuenta desde su granja, ubicada en la zona central de Tayikistán. "En un entorno propicio, con una gran cantidad de plantas florales, las abejas proliferarán".

El Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria , respaldado por el FIDA, impulsó el negocio de Marrufa, pues proporcionó dos colmenas a cada miembro del grupo de apicultores comunitario al que pertenecía, e impartió capacitación en materia de apicultura, gestión empresarial y comercialización.

Combinando las técnicas modernas con los métodos empleados por su padre, Marrufa revisa las colmenas cada dos días para comprobar que todo esté en orden. Y, al igual que su padre le enseñó cómo respetar a las abejas y beneficiarse de ellas, Marrufa transmitirá estos conocimientos a su hijo.

 

Zumbidos por los manglares del Senegal

A member of a beekeepers organisations in Senegal inspects a newly prepared jar of honey. © IFAD/Ibrahima Kebe Diallo

El denso laberinto de manglares que se ubica en el delta del Salum, en el Senegal, es un hervidero de biodiversidad. También representa una importante fuente de ingresos para las personas como Bana Diouf, presidenta de Mbella Goroum, un grupo de mujeres que produce un manjar excepcional: miel de manglar.

Esta miel puede llegar a venderse por 4 000 francos CFA (7,14 dólares) por kilogramo. Apreciada tanto por lugareños como por turistas, la demanda de esta miel supera con creces la oferta. Por eso, el Proyecto de Apoyo a la Resiliencia de las Cadenas de Valor Agrícolas (PARFA) la seleccionó como un producto clave para desarrollar los medios de vida rurales.

A través del proyecto, las mujeres de Mbella Goroum recibieron capacitación, colmenas y equipos de apicultura.

“Utilizamos parte de nuestros ahorros para reforestar el manglar y protegerlo, porque ahora tenemos que cuidarlo muchísimo”, señala Bana.

 

Árboles para criar abejas felices en la República de Moldova

Mihail plantó franjas de protección para cuidar a las abejas y los bosques autóctonos. © FIDA

Mihail Bozianu es un laureado apicultor. Emprendió su negocio cuando era joven, con apenas dos colmenas. Hoy tiene 1 200. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Las colinas pobladas de frondosos bosques en los que obtienen el néctar sus abejas.

Al visitar este terreno, de unas seis hectáreas, en el sur de la República de Moldova, lo encontramos repleto de árboles pequeños y matorrales. Sin embargo, hace apenas unos años, era un vertedero yermo y propenso a los corrimientos de tierras.

Gracias a una donación del Proyecto de Fomento de la Resiliencia Rural (RRP), financiado por el FIDA, Mihail plantó una franja de protección en esa colina. Esta técnica agroecológica convierte las tierras degradadas en bosques diversos que frenan la erosión, preservan los recursos hídricos y sirven de protección frente a los corrimientos de tierras.

Además, al plantar una cuidadosa selección de árboles autóctonos, como los tilos y las acacias, Mihail ha creado un entorno idóneo para que sus abejas proliferen.

Sin embargo, no todo el mundo aboga por el bienestar de las abejas como Mihail. De hecho, la población de polinizadores está disminuyendo en todo el mundo debido al uso de plaguicidas, la pérdida de hábitats, las enfermedades y el cambio climático. En torno al 35 % de los polinizadores invertebrados —en especial, las abejas— se encuentran en peligro de extinción.

Estos diminutos trabajadores son fundamentales para la biodiversidad y los sistemas alimentarios, y garantizar su supervivencia resulta esencial para nuestra propia prosperidad.