Cuatro maneras en que las soluciones basadas en la naturaleza benefician a las personas y las comunidades rurales

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Cuatro maneras en que las soluciones basadas en la naturaleza benefician a las personas y las comunidades rurales

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos
©FIDA/Susan Beccio

“Soluciones basadas en la naturaleza” podría sonar como la nueva expresión de moda, pero estas técnicas se cuentan entre las herramientas más eficaces en nuestro arsenal para luchar contra los efectos del cambio climático.

Estas prácticas permiten enfrentar problemas complejos mediante un conjunto de medidas flexibles y adaptables que tienen beneficios simultáneos para la naturaleza y la humanidad. A través de estos enfoques, pueden abordarse simultáneamente diversos desafíos, incluidos los referidos a la biodiversidad, los ecosistemas, la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos y el bienestar humano.

Las soluciones basadas en la naturaleza bien diseñadas utilizan procesos ecosistémicos naturales que benefician a las personas; mejoran la biodiversidad local, preservan y hasta restauran los ecosistemas, y garantizan que se adopten medidas activas para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.

Por tanto, estas soluciones pueden ser parte de los cambios transformadores que necesitamos para combatir los efectos del cambio climático sobre nosotros mismos y nuestros entornos. Es por eso que el FIDA destinará un 30 % de su financiación para el clima a este tipo de soluciones.

A continuación, se señalan cuatro maneras en las que las soluciones basadas en la naturaleza benefician a las personas y a las sociedades en las que residen.

1. Ayudan a las personas pobres de las zonas rurales a alcanzar la seguridad alimentaria y a acceder a alimentos nutritivos.

Los pequeños agricultores se encargan de producir entre el 60 % y el 80 % del alimento en los países en desarrollo. Por tanto, la capacidad de los residentes más pobres de las zonas rurales de acceder a una dieta variada y nutritiva depende de los productos que cultivan y el ganado que crían.

Las soluciones basadas en la naturaleza mejoran la resiliencia de la producción alimentaria al cambio climático, ayudando a los productores a adaptarse con eficacia y a gestionar y mejorar la calidad de los recursos de agua, de tierra y de suelo a su disposición. Además, su enfoque holístico favorece la integración de las dimensiones de la nutrición y de la seguridad alimentaria.

Por ejemplo, en la región del alto Tana, en Kenya, los agricultores lograron duplicar su producción de leche y huevos cuando comenzaron a utilizar vacas, cabras y pollos que habían sido criados para ser más productivos. También adoptaron prácticas de agricultura de conservación, lo que incluyó reducir las perturbaciones a los suelos y rotar los cultivos para mantener su calidad, algo que mejoró la productividad de las tierras y la mano de obra y redujo considerablemente los costos.

2. Reducen los efectos de los desastres naturales sobre las comunidades y sus entornos

Los fenómenos meteorológicos extremos están aumentando en frecuencia e intensidad debido al cambio climático, y el caos que dejan tras de sí a menudo perjudica enormemente a los pequeños productores. Afortunadamente, las soluciones basadas en la naturaleza pueden ayudar a mitigar los efectos de estas perturbaciones.

Son incluso capaces de prevenir la peor de estas consecuencias mediante iniciativas enérgicas para aumentar la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades. Estas iniciativas pueden implicar, entre otras cosas, plantar una mayor diversidad de cultivos para disminuir los impactos de las pérdidas de producción, aumentar la agrodiversidad para mitigar las plagas,o recurrir a los conocimientos y las prácticas tradicionales.

Por ejemplo, el Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas del FIDA ayudó a las comunidades de Babanakira, en las Islas Salomón, a reducir los efectos del oleaje de tormenta plantando nueva vegetación en las zonas costeras y restaurando los manglares. También se respaldaron los esfuerzos de estas comunidades dirigidos a diversificar sus cultivos y a aplicar restricciones tradicionales a la tala excesiva de árboles y a la pesca a fin de gestionar de manera sostenible sus pesquerías y sus zonas de caza.

3. Reducen las repercusiones sociales y económicas del cambio climático sobre los habitantes del medio rural.

Los patrones de la vida rural ya están cambiando respuesta al clima, y estos cambios entrañan un riesgo cada vez mayor de que las zonas rurales que ya son pobres pierdan medios de vida y caigan presa de la inseguridad alimentaria. Si los jóvenes no les ven futuro a estas zonas, es probable que emigren. Además de privar a estas regiones de vitalidad, la migración puede dar origen a presiones sociales y aumentar el riesgo de conflictos en otros lugares.

Las soluciones basadas en la naturaleza también son útiles en este ámbito. Al promover prácticas que diversifican la producción y reducen el desperdicio de alimentos, y al fomentar el desarrollo de las industrias locales de elaboración de alimentos, estas soluciones pueden promover el establecimiento de un ecosistema de productores “intermedios”, en un contexto económico vibrante vinculado con los mercados locales y nacionales.

Estas soluciones también se extienden a la esfera de las políticas: incluyen la promoción de estructuras de gobernanza para gestionar los recursos naturales, la creación de empleos verdes, y la protección de los derechos de acceso a la tierra y a los recursos. Al hacerlo, tienen en cuenta las necesidades de los grupos que históricamente han estado marginados, como las mujeres y los pueblos indígenas.

Por ejemplo, en el Sudán, gracias al proyecto de Desarrollo Rural Integrado de Butana (BIRDP), se ha establecido un marco para que las comunidades gestionen sus recursos de tierra y agua y resuelvan amigablemente sus conflictos.  

Mientras tanto, en la región de Bahía, en el Brasil, el Proyecto a favor del Semiárido (PSA) respaldado por el FIDA ayuda a los agricultores, en particular a las mujeres y a las minorías étnicas, a cultivar variedades de semillas tradicionales de elevada diversidad y a recibir certificaciones por la producción de alimentos que promuevan la biodiversidad. Esto ha permitido mejorar la variedad de los cultivos, añadir valor y potenciar su acceso a los mercados.

4. Ratifican la importancia de los pequeños productores rurales y de los pueblos indígenas como guardianes del ambiente natural.

La agricultura en pequeña escala puede ser mucho más sostenible desde el punto de vista ambiental que la agricultura industrial. Además de producir alimentos más diversos, los pequeños agricultores tienen una vinculación más estrecha con los entornos locales de los que dependen. De manera similar, los pueblos indígenas tienen una prolongada experiencia en la gestión sostenible de su entorno natural, y están comprometidos a hacerlo.

Las soluciones basadas en la naturaleza bien diseñadas demuestran lo que los pequeños productores y los pueblos indígenas siempre han sabido: que su conocimiento de la localidad y sus prácticas tradicionales brindan soluciones que funcionan.

Por ejemplo, en Burkina Faso, un proyecto respaldado por el FIDA cooperó con agricultores para usar la técnica indígena de zaï , que implica excavar fosos especiales antes de la estación lluviosa para recolectar el agua de lluvia y restaurar el suelo. Mientras tanto, un productor local ideó una modificación a la técnica que implica la adición de composta al suelo. En conjunto, estos cambios han multiplicado por cinco los rendimientos.

 

Recientemente el FIDA publicó un informe sobre nuestras experiencias con las soluciones basadas en la naturaleza. Puede leer el informe completo aquí.