De ser biotecnóloga a productora de quesos artesanales

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De ser biotecnóloga a productora de quesos artesanales

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Ibtissèm Mansour es una mujer con mucho talento.

A los 23 años, su carrera en la industria farmacéutica ya había arrancado con fuerza. En 2019 trabajaba en un laboratorio en Túnez capital, pero cuando su madre cayó enferma, se trasladó a Rouhia, su ciudad natal, en el centro de Túnez, para cuidar de ella.

Estaba claro que, para mantenerse ambas, necesitaba encontrar un nuevo medio, pero pronto se le ocurrió una idea. Aunque tiene una sólida industria de producción lechera y su demanda de productos lácteos frescos es elevada, Rouhia no tenía capacidad de producción quesera, así que Ibtissèm decidió hacer realidad el sueño que siempre había tenido: establecer su propia fábrica de quesos.

Sin embargo, antes necesitaba fondos para emprender la actividad. Al provenir de una familia modesta, no tenía capital propio suficiente. En septiembre de ese año, consiguió un pequeño préstamo para comprar el mínimo imprescindible necesario para abrir su negocio: un mostrador, un expositor, una olla, una cocina, cuatro mesas y diez sillas.

Enseguida, su tienda de quesos, la primera de este tipo en Rouhia, estuvo montada y se puso en marcha; vendía ricota, mantequilla y leche fresca y fermentada.

Para satisfacer la demanda y ampliar su negocio aún más, Ibtissèm presentó un plan de negocios en el marco del Proyecto de Promoción de las Cadenas de Valor para el Desarrollo Territorial de Siliana (PROFITS), una iniciativa cofinanciada por el FIDA y el Gobierno de Túnez. El proyecto PROFITS le concedió el 80 % de los costos que había calculado que necesitaba para introducir mejoras, a saber: equipo como un tanque de leche, un armario frigorífico, un expositor y una prensa para queso.

Ibtissèm atiende a un cliente en su tienda.

Recibió el equipo en abril de 2021, justo antes del ramadán, el mes más rentable del año. Tenía mucho que hacer para que todo estuviese listo a tiempo, pero lo consiguió. Obtuvo un beneficio récord ese mes y desde entonces su facturación mensual ha sido de USD 3 200, con un margen de beneficios de USD 900.

Los buenos resultados vienen dados por dos factores clave. En primer lugar, la ubicación: su fábrica está situada en una de las concurridas calles principales del centro de la ciudad, lo cual es perfecto para atraer clientes. En segundo, ha establecido un estrecho contacto con sus proveedores, quienes no solo le suministran leche de gran calidad, sino que también se la entregan, a cambio de su asesoramiento experto en prácticas de conservación de la leche, basadas en los conocimientos adquiridos a largo de su carrera en la industria farmacéutica.

Ibtissèm, que ahora tiene 26 años, está ganando casi el doble de lo que ganaba en el laboratorio, y puede satisfacer sus necesidades y las de su familia desahogadamente. Incluso ha podido contratar a dos mujeres jóvenes para que la ayuden en la tienda. No obstante, sus ambiciones no terminan aquí: su siguiente objetivo es comprar un furgón frigorífico para vender sus productos en las regiones aledañas, lo cual también le permitirá comprar a los productores a pie de explotación, reduciendo sus costos y aumentando todavía más sus beneficios. Además quiere contratar más personal y diversificar la gama de productos que ofrece.

Como ha demostrado a lo largo de los años: sus duros esfuerzos y su iniciativa empresarial son positivos para ella y su familia, y también para toda Rouhia.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Túnez.