Desde los campos al mercado: Empoderar a las mujeres en Guinea para mejorar la cadena de valor alimentaria

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Empoderar a las mujeres en Guinea para mejorar la cadena de valor alimentaria

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

©FIDA/Barbara Gravelli

Saran Condé es una pequeña agricultora de 30 años que vive en la región de Faranah, en Guinea. Sus competencias agrícolas han mejorado y su productividad ha aumentado desde que se incorporó, a principios de año, a una huerta comunal respaldada por el FIDA en la aldea de Salya, en la que encontró condiciones mucho más favorables para producir sus cultivos y la oportunidad de aprender de expertos agrícolas.

Gracias al apoyo del FIDA, Saran ahora dispone de fertilizantes adecuados, plantaciones organizadas en hileras, cercas más robustas para impedir el paso de animales y un mayor acceso al agua suministrado mediante un sistema de energía solar. Se dedica a cultivar pimiento, berenjena y lechuga, y así obtiene mayores ingresos para mejorar los medios de vida de su familia. Además, su nueva rutina le ha permitido conciliar el trabajo y la vida personal. Mientras sus tres hijos mayores van a la escuela, el de dos años pasa el día en la huerta con los hijos de otros agricultores, donde pueden jugar libremente.

Trabajar en Salya ha resultado ser una gran fuente de motivación para Saran, que enviudó hace cinco meses. Ha recibido apoyo de sus colegas de la asociación de productores, Kankelen, que cuenta con 450 miembros, 350 de los cuales son mujeres, repartidos entre tres huertas. “Aquí se respira mucha solidaridad”, afirma Saran, mientras reconoce que las agricultoras tienen muchas cosas en común y se ayudan entre ellas.

Creada en 2018, la huerta de Salya es una de las 20 huertas que se benefician del Programa Nacional de Apoyo a los Agentes de las Cadenas de Productos Agrícolas – ampliación Baja Guinea y Faranah, respaldado por el FIDA. El suministro de equipamiento y tecnología y la prestación de capacitación están ayudando a transformar las vidas de los pequeños productores y repercuten en la cadena de valor alimentaria de toda Guinea. Los agricultores disfrutan de la posibilidad de trabajar, aprender, intercambiar información y socializar entre ellos. Las huertas cuentan con escuelas de campo para agricultores en donde asesores técnicos imparten sesiones periódicas de capacitación sobre técnicas agrícolas, competencias empresariales y asociaciones grupales.

Transformación hacia el objetivo de Cero Desechos

A nadie le gusta la pérdida y desperdicio de alimentos, especialmente a los agricultores cuando las hortalizas se pudren y se pierden ingresos. Para evitar que eso ocurra y conseguir que los cultivos de los pequeños agricultores sean más rentables, el Programa Nacional de Apoyo a los Agentes de las Cadenas de Productos Agrícolas – ampliación de Baja Guinea y Faranah ha logrado que los beneficiarios participen en actividades de transformación de alimentos; para ello, en el marco del programa, 204 productores (173 de los cuales eran mujeres) han participado en sesiones de capacitación sobre enlatado, lo que contribuye a conservar las hortalizas durante más tiempo.

Mamah Samoura es una de las 45 agricultoras de la asociación Kankelen que han participado en dichas sesiones de capacitación en Faranah, gracias a las cuales ha desarrollado nuevas competencias; ahora no solo cultiva hortalizas, sino que también procesa 25 tipos de cultivos producidos por ella misma y sus socios, tales como el tomate, el pimiento, la cebolla y la berenjena. “Las hortalizas que anteriormente se pudrían en pocos días o semanas, ahora se conservan durante incluso seis meses dentro de tarros de vidrio como este”, dice Mamah señalando un tarro con salsa de tomate.

La transformación de los alimentos puede reducir drásticamente el nivel de desperdicio de ingredientes frescos, y además diversifica el uso y consumo de alimentos durante todo el año y no solo por temporada. Asimismo, refuerza las finanzas de los pequeños productores gracias al valor agregado y a un uso más eficiente del tiempo en la elaboración. Por ejemplo, alrededor de dos kilos de tomates, que de otra forma se desperdiciarían, pueden conservarse como salsa de tomate y venderse a un precio tres veces superior.

©FIDA/Barbara Gravelli

Ahora que han aprendido a enlatar alimentos, los beneficiarios de Faranah están transmitiendo sus conocimientos a otras personas. Estudiantes universitarios del ámbito de la agricultura están realizando pasantías para observar y practicar técnicas de transformación de alimentos con Mamah y sus colegas.

“Aquí tengo la oportunidad de adquirir competencias valiosas para mi futuro”, dice Françoise Toffa Mansaré, de 22 años, una de las 10 pasantes que trabaja en la asociación Kankelen. Aprende rápido y opina que esta pasantía complementa de forma constructiva sus estudios universitarios, cursados en el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de Faranah. Mientras alterna su formación en el aula con los ejercicios prácticos sobre el terreno, Françoise espera con interés vivir nuevas experiencias “en cualquier parte del mundo” una vez que se haya graduado el próximo año.

Aprender a comercializar

Una persona puede tener muchos conocimientos de agricultura y enlatado, pero no saber cómo comercializar sus productos; este obstáculo puede suponer una gran diferencia para los ingresos de los hogares, así como para los consumidores, quienes tal vez desconozcan qué productos se están comercializando. Para remediar esta situación, el FIDA ha brindado orientación en materia de comercialización a las asociaciones de agricultores de toda Guinea, fomentando un comercio de productos agrícolas justo y sostenible.

En Faranah, los elaboradores de alimentos de la asociación Kankelen han aumentado sus ventas y obtenido el reconocimiento de la comunidad local, que visita con regularidad el almacén donde se enlatan las hortalizas. Los consumidores pueden simplemente entrar y comprar lo que quieran, y negociar directamente con el artesano en su obrador.

Gracias al boca a boca, que se propaga velozmente, el negocio ha crecido y sus latas y tarros también están a la venta en ferias locales de la región. “Estamos orgullosos de ver nuestros productos en el mercado”, afirma Umu Camara, presidenta de la asociación Kankelen, además de una apasionada productora y comerciante.

Asimismo, las inversiones del FIDA en Guinea benefician al sector comercial minorista, para el cual los jóvenes empresarios rurales han recibido apoyo financiero destinado a la creación de sus propios negocios. Aissatou Lamarana Bah es una estudiante universitaria de 25 años que ha abierto una pequeña tienda en Faranah donde vende semillas y fertilizantes gracias a un préstamo del FIDA. Paga su préstamo con regularidad y dentro de siete meses lo habrá liquidado completamente.

Además de estudiar, Aissatou ha recibido capacitación en materia de comercio y comercialización. Su negocio es bastante próspero y empezó a generar beneficios desde el primer trimestre, lo que la convirtió en una reconocida pionera que regenta la única tienda de su tipo en la Alta Guinea. “Tengo clientes que se acercan desde muchos lugares, tanto de Faranah como otras regiones, e incluso desde Sierra Leona”, afirma esta empresaria visionaria, que tiene previsto ampliar sus actividades y diversificar los productos disponibles a la venta en sus estanterías