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Empoderamiento y protección de la mujer rural en tiempos de coronavirus

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El sol matutino de abril cae a plomo sobre el animado pueblo comercial de Kontagora, situado en el centro de Nigeria. Los generadores resuenan mientras los molinillos de arroz descascaran el salvado marrón, poniendo al descubierto brillantes granos blancos. A pesar de que la COVID-19 está en la mente de todos, la próspera cooperativa de mujeres Tudun Wada South Rice Processors está abierta al público.

Aquí en Kontagora, los procesadores en pequeña escala siguen cumpliendo su cometido para ayudar a satisfacer las necesidades alimentarias de Nigeria.

Asabe Danjuma es la presidenta de esta floreciente cooperativa. Gracias al Programa de Desarrollo de las Cadenas de Valor, una iniciativa conjunta del FIDA, el Gobierno de Nigeria y el sector privado, Asabe y su sólida cooperativa de 75 miembros han sido testigos de una transformación que ha cambiado la vida de su comunidad. Estas mujeres han creado un negocio sostenible que ha permitido generar puestos de trabajo y aumentar los ingresos en su comunidad, y que además contribuye a la seguridad alimentaria del país.

Al igual que en otras partes del mundo, las medidas cautelares que ha adoptado el Gobierno han dificultado la actividad comercial de Kontagora. Asabe se puso a trabajar rápidamente con las mujeres de la cooperativa para preparar una estrategia que les permitiera seguir procesando y vendiendo arroz, dentro de las restricciones establecidas y observando las medidas de seguridad.

“Nos dividimos en tres grupos para reducir el número de personas que se encontraban al mismo tiempo dentro del centro de procesamiento”, dice Asabe. “Y a cada grupo se le asignaba un día para entrar a procesar el arroz. Usamos mascarillas, ya que normalmente forman parte de nuestra indumentaria de trabajo cuando procesamos el arroz”.

Las mujeres de la cooperativa continúan procesando arroz durante la crisis de la COVID-19, puliendo y ensacando los granos.

La cooperativa ha sido capaz de conciliar el ajetreo de esta plaza de venta con la necesidad de proteger la salud. “Usamos mascarillas, ya que normalmente forman parte de nuestra indumentaria de trabajo cuando procesamos el arroz. El tema de la distancia interpersonal se resuelve solo, ya que seguimos el principio de la división del trabajo. Algunas mujeres lavan el arroz sin procesar, otras lo vaporizan y otras lo secan, lo muelen, separan las piedras o lo envasan en sus respectivas secciones”.

Las mujeres empiezan su jornada a las 7.00 de la mañana y permanecen dentro del centro de procesamiento vallado durante las horas de restricción de movimiento. Asabe explica cómo la cooperativa está maximizando su eficiencia. “Nuestros clientes acuden al centro de procesamiento entre las 8.00 y las 9.30 de la mañana para comprar arroz. Nos ceñimos estrictamente a las directrices marcadas para reducir la propagación de la COVID-19, como el lavado frecuente de manos y el uso de desinfectantes para las manos.” Al entrar en el molino, los clientes también se lavan y desinfectan las manos. En el marco del Programa de Desarrollo de las Cadenas de Valor, se ha efectuado la perforación de un pozo y por ello nunca falta agua fresca y limpia.

Las mujeres están más ocupadas que nunca, ya que la gente corre a abastecerse, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos básicos. “El aumento de la demanda está generando más dinero para nuestros bolsillos”, añade Asabe.

 

Crecer para satisfacer la demanda

Los trabajadores de la construcción se dedican afanosamente a serrar y martillear en medio del trajín de cultivadores de arroz que llevan su cosecha a la cooperativa de mujeres Tudun Wada South Rice Processors. Llevan solamente dos años en el negocio, pero ya están ampliando su establecimiento de molienda.

Asabe Danjuma (centro), junto con algunas de las miembros de la cooperativa.

Esta ampliación no habría sido posible sin las constantes mejoras en la tecnología. Las mujeres solían hervir el arroz con cáscara en grandes cubas de agua, procesando solo alrededor de una tonelada de arroz al día. Algunos granos se rompían, se decoloraban o incluso se quemaban, lo que reducía el valor de mercado y dificultaba la competencia con el arroz importado de mayor calidad.

Sin embargo, el problema al que se enfrentaban Asabe y otros procesadores no era la falta de arroz de calidad. Ya en 2015, en el marco del Programa de Desarrollo de las Cadenas de Valor del FIDA se había introducido entre los agricultores locales el Faro 44, una variedad de arroz conocida por sus granos largos. Con esta semilla certificada mejorada y la capacitación en prácticas de cultivo avanzadas, su producción se triplicó y la calidad del arroz cosechado mejoró.

Con todo, a pesar de disponer de abundantes arrozales de gran calidad, carecían de la tecnología adecuada para procesar el arroz de modo que estuviera a la altura de las exigencias internacionales. Eso cambió en noviembre de 2017, cuando la cooperativa consiguió a través del Programa de Desarrollo de las Cadenas de Valor un equipo de procesamiento mecanizado.

La nueva maquinaria incluía innovadoras hervidoras de “doble fondo”, que vaporizaban el arroz en lugar de cocerlo, como se hacía tradicionalmente. El método permite obtener un producto más atractivo y duradero que también conserva sus vitaminas y minerales, aumentando así su valor nutritivo.

En el marco del proyecto se impartió capacitación a más de 4 000 mujeres sobre la utilización de la nueva técnica de doble fondo. Con los nuevos vaporizadores, las mujeres pueden trabajar con mayor eficiencia, produciendo hasta 30 toneladas diarias de un arroz de alta calidad para el que existe un mercado insaciable en Nigeria. La cooperativa ha pasado de sacar lo que podía de un producto inferior a apenas poder satisfacer la demanda, y a un precio muy superior.

Hajara Mohammed, Presidenta de Doko Yegborolo Multipurpose Cooperative Society.

“Llevábamos más de 20 años en el negocio del arroz y no teníamos nada que ofrecer”, dice Hajara Mohammed, Presidenta de la sociedad cooperativa Doko Yegborolo Multipurpose Cooperative Society, situada en la cercana Bida. “Pero en tan solo dos años, el Programa del FIDA de Desarrollo de las Cadenas de Valor nos ha hecho ricas. La gente se nos acerca incluso antes de que terminemos de procesar el arroz. Estamos expandiendo nuestro negocio y contratando a mujeres para que trabajen y cobren un sueldo porque necesitamos más manos para satisfacer la demanda del mercado”.

Asabe se enorgullece de lo que la cooperativa de mujeres ha logrado y del futuro sostenible que pueden esperar. “El cielo es nuestro límite”, dice. “Seguiremos creciendo para competir con otras empresas más grandes. Esta cooperativa está formada por mujeres solamente, y estamos a la altura de las circunstancias”.

Señala a las trabajadoras y comenta: “Estamos construyendo este nuevo local de molienda con el dinero que hemos ganado, sin el apoyo financiero del proyecto. En tan solo dos años, nuestro negocio ya es completamente sostenible. Cuando el proyecto concluya, estaremos en condiciones de salir adelante”.

Más información sobre la respuesta del FIDA a la COVID-19.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Nigeria.