En Moldova, las cortinas forestales cortaviento crean medios de vida rurales y protegen frente a los efectos del cambio climático

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En Moldova, las cortinas forestales cortaviento crean medios de vida rurales y protegen frente a los efectos del cambio climático

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La apicultura despertó el interés de Mihail Bozianu desde una temprana edad. “Tenía 11 años y no disponíamos de medios”, recuerda. “Empecé por cuenta propia con dos colmenas. Tenía 43 cuando me gradué en la escuela secundaria”.

Hoy, Mihail, residente del municipio de Mingir, tiene 1 200 colmenas. Es uno de los apicultores más productivos de Moldova y ha ganado premios internacionales en el ámbito de la apicultura.

Para dar lo mejor de sí y producir su “oro líquido” más refinado, las abejas de Mihail dependen del apacible entorno forestal que se encuentra en la ladera de una colina cercana, donde pasan el día zumbando en paz en las seis hectáreas de árboles y sotobosque. Sorprendentemente, hubo un tiempo en que la ladera era tierra yerma, solía utilizarse de vertedero y era proclive a los desprendimientos, pero hoy es un lejano recuerdo.

Este cambio radical se produjo después de que Mihail recibiese una donación del Proyecto de Resiliencia Rural, financiado por el FIDA, a través de su emblemático Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala, para plantar una cortina cortaviento protectora.

Las cortinas cortaviento son una técnica agroforestal que permite transformar las tierras degradadas en áreas forestales cuidadosamente gestionadas con plantas y árboles autóctonos diversos. Reducen la erosión del suelo, preservan los recursos hídricos, protegen frente a los daños causados por las tormentas, hacen las veces de paravientos e incluso captan carbono; en resumen, son un medio ideal para ayudar a las comunidades rurales a adaptarse al cambio climático y sus efectos, incluidos los fenómenos meteorológicos extremos.

Y lo que es más, una buena planificación de estas cortinas contribuye a aumentar los ingresos de la población rural al crear las condiciones necesarias para generar mejores rendimientos agrícolas en los terrenos colindantes y productos forestales como la miel de Mihail. El impulso que supone para las economías locales fomenta la estabilidad y brinda oportunidades económicas, entre cuyos efectos cabe destacar la creación de empleo digno para los jóvenes, al ofrecerles una alternativa a dejar sus hogares en busca de trabajo.

En la colaboración con el personal del Instituto de Investigación y Gestión Forestal (ICAS) de Moldova, Mihail optó por plantar árboles que florecían en distintas temporadas del año: tilos, cerezos de Santa Lucía, cornejos macho y, el más importante, las acacias, que crecen rápido y las abejas adoran.

Mihail con algunas de sus colmenas nuevas. La colina con la cortina cortaviento puede verse detrás de él.

Su producción de miel está creciendo, hasta el punto de que ha tenido que contratar ayuda. “Ahora cuento con un joven asalariado que no tiene miedo de las abejas”, declara Mihail. “También estoy financiando sus estudios, de modo que no tiene que salir del país para buscar trabajo”. Cuando la cortina cortaviento alcance su madurez, espera que su producción de miel aumente más de un 70 %. También planea contratar y capacitar a otros cuatro aprendices.

Las historias como la de Mihail sirven de inspiración a las comunidades rurales pobres de Moldova que se enfrentan a los efectos del cambio climático y encuentran dificultades para adaptarse a ellos.

Es el caso de Petru Sorici, alcalde del municipio de Nishcani, en la zona central de Moldova. “Nos dimos cuenta de que los municipios rodeados de bosques, en cierta medida, están más protegidos frente a diferentes fenómenos climáticos, como el granizo, los desprendimientos de tierra o las fuertes lluvias”, dice. Instó a sus vecinos a que solicitasen financiación para la adaptación climática a través del Programa de Fomento Integrador de la Economía Rural y la Capacidad de Resistencia al Cambio Climático (IRECR), financiado por el FIDA.

En 2020, Nishcani recibió aproximadamente USD 16 000 para plantar y gestionar siete hectáreas de bosque aplicando la técnica de la cortina cortaviento justo al norte del municipio, que tiempo atrás había sido una zona de tierras sumamente degradadas al lado de un vertedero.

Los residentes siguen disfrutando de los beneficios que aporta la cortina: al igual que la de Mingir, es un lugar ideal para que las abejas prosperen y detiene la erosión del suelo. También constituye un entorno ideal para cultivar plantas medicinales y forma una barrera natural frente al vertedero.

Sin embargo, los árboles crecen despacio y los bosques han de protegerse mientras maduran. En las zonas en las que se han establecido cortinas cortaviento, las autoridades locales han convenido en gestionarlas durante los primeros años, hasta que los árboles estén bien arraigados. Esta medida, además de la capacitación en agricultura resiliente al clima impartida a los pequeños productores, contribuirá a la sostenibilidad de la iniciativa incluso después de que concluyan los proyectos que apoyan dichas cortinas.

Al cierre oficial del Programa de Fomento Integrador de la Economía Rural y la Capacidad de Resistencia al Cambio Climático en 2021, se habían elaborado 42 planes de restauración forestal y se habían dispuesto 500 hectáreas de cortinas cortaviento protectoras y zonas de pasto en tierras propiedad de 2 000 hogares. El Programa de Resiliencia Rural, que sigue en curso, concede donaciones a los pequeños productores para establecer otras 200 hectáreas de cortinas cortaviento.

Habida cuenta de los rápidos avances del cambio climático en todo el mundo, la conservación de los ecosistemas y el uso sostenible de los recursos naturales será esencial para proteger las vidas y los medios de subsistencia de los habitantes del medio rural. Para las comunidades rurales de Moldova, las cortinas cortaviento son una pequeña pero importante contribución a su resiliencia.

 

Consulte más información sobre la labor del FIDA en Moldova.