Esperanzas y oportunidades en las zonas rurales de Tayikistán: la historia de Obidova

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Esperanzas y oportunidades en las zonas rurales de Tayikistán: la historia de Obidova

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© Quang Nguyen Vinh/Pexels

Últimamente, Obidova está muy atareada.  Ya sea construyendo un nuevo hogar para sus aves, o yendo a los mercados a vender, sus días se llenan entre el cuidado de su familia y su empresa avícola. Sin embargo, hace apenas un año, el panorama era muy distinto.

Al igual que muchas mujeres de las zonas rurales de Tayikistán, Obidova siempre se había dedicado a la agricultura. No obstante, aunque la ley técnicamente establece la igualdad de derechos, muchas mujeres tayikas tienen un acceso limitado a recursos como la tierra y el ganado debido a una serie de normas y prácticas sociales que favorecen a los hombres.

En consecuencia, Obidova, una madre soltera con tres hijos, dependía de su huerto doméstico para su subsistencia. Sin embargo, las frutas y hortalizas que cultivaba apenas llegaban para alimentar a su familia y, mucho menos para venderlas. Llegar a fin de mes suponía un esfuerzo constante.

Al mismo tiempo, su región también afrontaba una serie de desafíos particulares: los problemas de larga data para acceder a maquinarias modernas y otros insumos, junto con las deficiencias de la infraestructura, limitaban la productividad de la región y dificultaban el transporte y la venta de los productos.  Recientemente, la pandemia de la COVID-19 había hecho que se interrumpieran las remesas enviadas por familiares desde el extranjero, que solían ser un salvavidas para la región.

En septiembre de 2020, el Proyecto de Apoyo Agrícola de Base Comunitaria (CASP), financiado por el FIDA, llegó a la aldea de Obidova. El personal del proyecto conocía bien las dificultades de la producción agrícola en la zona, y también quería ayudar a aumentar la resiliencia de la región frente a los efectos del cambio climático.  Su objetivo consistía en brindar alternativas para diversificar la industria agrícola de la zona, y el empoderamiento de las mujeres ocupaba un lugar central en sus planes.

El proyecto comenzó organizando los Grupos de Mujeres para la Generación de Ingresos, basados en diferentes actividades agrícolas. Si bien algunos, como el cultivo de cereales, eran más habituales en la zona, otros —como el enlatado, el cultivo de cacahuetes o la cría de ganado— eran empresas novedosas.

Obidova se inscribió enseguida y escogió la ganadería. Tanto ella como las demás miembros de su grupo recibieron cada una cerca de 80 pavos y pienso para seis meses, así como dos incubadoras. También participó en actividades de capacitación sobre el uso de las incubadoras y el cuidado de las aves.

Los meses siguientes, se dedicó diligentemente a criar esos pavos. Pronto, tuvo suficientes huevos de pavo para comercializarlos y, con su venta, obtuvo beneficios netos. Gracias al dinero generado, pudo ampliar su negocio e incluir pollos y patos.

Las bandadas que cría Obidova han crecido rápidamente, al igual que sus beneficios. Las incubadoras, en concreto, han demostrado ser cruciales para ampliar su negocio. En mayo de 2021, por ejemplo, puso 160 huevos de gallina en sus incubadoras y logró 150 pollitos recién nacidos, que vendió a 10 somonis (unos USD 0,90) cada uno.

Tan solo el mes pasado, vendió 40 pollitos de un mes de vida a 50 somonis cada uno (unos USD 4,42). Con los 2 000 somonis que obtuvo, pudo comprar otros 40 kg de pienso, además de alimentos y ropa para sus hijos.  En total, en nueve meses ha vendido unos 550 pollos, con lo que ha ganado 5 000 somonis (unos USD 440). Además, ha generado ingresos suficientes como para comenzar a invertir de nuevo en su negocio: recientemente, pudo destinar parte de sus beneficios a la construcción de un nuevo recinto para sus aves.

Este último año, la situación de Obidova ha cambiado para bien. Sus ingresos se han multiplicado con creces, y está impaciente por seguir ampliando su negocio. Además, la nutrición de su familia ha mejorado: los huevos solían ser un alimento excepcional, pero ahora su familia los come cada mañana en el desayuno.

Por supuesto, su negocio sigue afrontando muchos desafíos. Los pollitos recién nacidos son tremendamente frágiles y, a pesar de sus esfuerzos, no todos logran sobrevivir. Sabe que aún tiene mucho que aprender sobre la crianza y el cuidado de los pollitos a fin de minimizar las pérdidas, y aguarda con interés participar en nuevas actividades de formación. También ha notado que el precio del pienso comercial está reduciendo sus beneficios, y espera aprender a preparar su propio pienso en casa.

Sin embargo, ahora que su hogar está en una buena situación, Obidova puede ayudar a otras personas. Últimamente, ha estado utilizando sus incubadoras para criar pollitos —hasta la fecha, más de 300— para otras mujeres de su aldea. Le pagan en especie, normalmente con unos pocos de esos mismos pollitos. Como cuenta la propia Obidova, está disfrutando de esta nueva sensación de empoderamiento, y lo mejor es que puede utilizarlo para, a su vez, empoderar a otras mujeres.

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en Tayikistán.