Formas en que los pequeños productores de Madagascar, Burkina Faso y Eswatini hicieron frente a la pandemia por coronavirus

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Formas en que los pequeños productores de Madagascar, Burkina Faso y Eswatini hicieron frente a la pandemia por coronavirus

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Cuando, a causa de la COVID-19 el mundo se paralizó, los agricultores en pequeña escala se prepararon para lo peor. Desde los problemas de salud hasta las crisis económicas, sus efectos se notaron en todo el mundo, en especial entre las comunidades campesinas vulnerables del medio rural.

Ante la propagación del virus y el consiguiente cierre de fronteras, los sistemas alimentarios sufrieron una serie de disrupciones, y esto supuso un importante desafío para los pequeños productores. Con el objetivo de mitigar el impacto de la crisis, el Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre del FIDA y el programa Organizaciones de Agricultores de Países de África, el Caribe y el Pacífico (FO4ACP) aunaron sus fuerzas para crear el programa SAFE 2020, una iniciativa de apoyo a los agricultores de África ante la situación de emergencia vivida en 2020. Esta iniciativa coordinada de respuesta rápida se puso en marcha en julio de 2020 en 22 países africanos con la intención de atender las necesidades de los pequeños productores.

Esta respuesta rápida contribuyó a satisfacer las necesidades de 300 000 pequeños productores, a los que brindó un acceso oportuno a insumos, información, mercados y financiación. A continuación, se describen algunas de las ingeniosas soluciones puestas en marcha por las organizaciones de agricultores para ayudar a sus miembros a adoptar nuevas formas de trabajar en el contexto de la pandemia mundial.

Madagascar

Agricultores de relevo en el sur de Madagascar. © Daniel Randriamanjary

En Madagascar, las restricciones de circulación a nivel regional causaron una serie de disrupciones en las cadenas de suministro agrícolas. Los agricultores de relevo, que necesitan poder moverse libremente para desempeñar su labor, se vieron especialmente afectados.

Estos voluntarios no remunerados se dedican a viajar de aldea en aldea, enseñando valiosas destrezas a los agricultores, como la manera de vacunar a los animales o la mejor forma de utilizar semillas adaptadas al entorno local. En colaboración con FIFATA (la organización coordinadora de agricultores locales de Madagascar)  y FERT, el FIDA facilitó que 96 agricultores de relevo pudieran seguir ayudando a sus compañeros al dotarlos de teléfonos inteligentes y bicicletas.

Como las carreteras estaban cortadas al grueso del tráfico, las bicicletas facilitaron que los agricultores de relevo pudieran desplazarse de una aldea a otra, mientras que los teléfonos inteligentes les permitieron organizar el transporte de las mercancías hasta los mercados, poner en contacto a los productores con los compradores y mantener a los agricultores al tanto de las últimas medidas relacionadas con la COVID-19.

Burkina Faso

Lassane Ouedraogo, productor de arroz © Trias

En Burkina Faso, resultó especialmente complicado limitar el impacto de la pandemia en la producción . En colaboración con UNAPOB (una organización local de agricultores) y Trias, el programa SAFE 2020 brindó insumos, incluidas semillas, a los agricultores vulnerables para que pudieran seguir cultivando alimentos.

El acceso a los mercados también se vio gravemente afectado por las restricciones al comercio y el transporte. La drástica caída en las ventas hizo que el almacenamiento pasara a ser un factor clave para evitar el desperdicio de productos. Una fábrica de conservas de cebolla ayudó a 110 agricultores a evitar la pérdida de sus cosechas y a encontrar mercados para sus productos.

Asimismo, el programa SAFE 2020 animó a los productores de la organización nacional de agricultores de arroz,

UNERIZ, a dedicarse a la agroecología y a reemplazar los fertilizantes minerales por otros orgánicos a fin de conservar y proteger de manera sostenible la biodiversidad y los recursos naturales, generar conocimientos y mejorar la gobernanza.

“Hemos recibido formación en materia de agroecología, y ahora estoy aplicando todo lo aprendido”, cuenta Lassane Ouedraogo, agricultor. “Me gustaría animar a todos los productores a involucrarse en esta cuestión. Les ayudará a producir más, mejorar sus ingresos y proteger la tierra”.

Eswatini

Reparto de insumos, Reino de Eswatini © ESNAU

Antes de la COVID-19, los costos de producción del maíz, frijoles y sorgo se repartían al 50 % entre los agricultores y el Gobierno del Reino de Eswatini. A raíz de la pandemia, la mayoría de los pequeños productores ya no pudieron permitírselo. 

El programa SAFE 2020 ayudó al Sindicato Nacional de Agricultores de Eswatini (ESNAU) a reducir en un 10 % la contribución de los productores y, en consecuencia, los agricultores solo debieron sufragar el 40 %. Asimismo, el ESNAU ofreció préstamos a los agricultores más vulnerables que seguían sin poder costear esos gastos, a fin de que pudieran mantener sus cultivos de alimentos.

En consecuencia, el rendimiento de los cultivos aumentó y los agricultores de Eswatini pudieron alimentar a sus hogares y vender los excedentes en los mercados. 

“La ayuda recibida nos permitió comprar insumos al por mayor, de forma colectiva. El ESNAU consigue los insumos a buen precio, y luego los reparte entre nosotros”, cuenta Irene Skhosana, agricultora.

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