Frente a los conflictos y la COVID-19, el FIDA está ayudando a los campesinos del Yemen a cultivar

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Frente a los conflictos y la COVID-19, el FIDA está ayudando a los campesinos del Yemen a cultivar

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Los años de conflicto en el Yemen han causado grandes estragos y, entre toda la devastación, el sector agrícola del país ha sido uno de los más afectados.

En el pasado, más de la mitad de la población activa del país se dedicaba a la agricultura y la pesca. En la actualidad, la maquinaria agrícola, dañada por los ataques, permanece inmóvil en los campos; los sistemas de riego y las instalaciones de almacenamiento han sido destruidos; y los rebaños de ganado se han visto diezmados. Las cadenas logísticas se han disuelto por completo, lo que dificulta la adquisición de semillas y fertilizantes, entre otros suministros.

Como la producción de alimentos a nivel local se ha visto gravemente afectada, el país cada vez depende más de las importaciones, aunque estas sean mucho más caras que los alimentos producidos localmente. La pandemia de COVID-19 ha devastado aún más al país, lo que ha aumentado la presión soportada por el sistema de salud, ya de por sí muy sobrecargado, y ha limitado todavía más la producción agrícola.

A los conflictos y la COVID-19 se ha sumado la guerra en Ucrania, que ha comenzado a pasar factura a los yemeníes, pues ha hecho que los precios de los fertilizantes se disparen y se limiten todavía más las importaciones de granos.

En la actualidad, hasta el 78 % de los yemeníes sufren de pobreza, y muchos hogares están teniendo problemas para conseguir incluso cantidades mínimas de alimentos. El hambre y la inseguridad alimentaria se han generalizado.

Cuando los representantes del proyecto POLAR, respaldado por el FIDA, comenzaron a evaluar la situación sobre el terreno, sabían que había mucho por hacer, pero eran optimistas en cuanto a los resultados.

Sahar (izquierda), participante del proyecto POLAR, examina los materiales de capacitación con un consultor de extensión agrícola.

La vida en las regiones con mayor inseguridad alimentaria del Yemen

El proyecto POLAR, una iniciativa financiada por el Mecanismo de Estímulo para la Población Rural Pobre del FIDA y ejecutada por el Fondo Social para el Desarrollo, brinda ayuda a los hogares rurales que poseen tierras en el Yemen mediante la creación de cadenas de valor agrícolas en las que pueden participar. Se da prioridad a los hogares que se encuentran por debajo del umbral de pobreza, a los que se han visto directamente afectados por los conflictos o la pandemia, a los que albergan a personas desplazadas y a aquellos encabezados por mujeres o jóvenes.

El proyecto opera en dos de las zonas con mayor inseguridad alimentaria del país, a saber, Taiz y Lahj, donde prácticamente todas las personas han debido hacer algún tipo de concesión —desde reducir la cantidad de comida que se pone en la mesa hasta reconsiderar los gastos de escolarización de sus hijos. A pesar de todo, muchas de estas comunidades han comenzado a acoger a familias como la de Sabreen, que buscan refugio en las zonas rurales.

Sabreen huyó con sus hijos a una pequeña comunidad de Taiz y, de la noche a la mañana, se convirtió en el único sostén de su familia. Aunque su padre le enviaba regularmente algo de dinero, nunca era suficiente para cubrir todos los gastos. Lejos del resto de su familia, y con pocas oportunidades de encontrar un trabajo en su nueva comunidad, Sabreen vivía preocupada por llegar a fin de mes.

 

Colaboración con las comunidades desde las bases

Al igual que muchos otros proyectos respaldados por el FIDA, el proyecto POLAR comenzó reuniéndose con los productores locales para conocer sus inquietudes. En Taiz y Lahj, los campesinos querían optar por cultivos familiares que no precisaran mucha agua, tuvieran un ciclo vegetativo breve (a fin de facilitar su comercialización y venta) y estuvieran muy demandados a nivel local. Escogieron de manera conjunta cuatro cultivos: tomate, pimiento, papaya y calabacín.

Sabreen sabía que el proyecto POLAR era la mejor oportunidad para ganar un sueldo decente para ella y su familia, pero carecía de tierras —un requisito indispensable para participar en el proyecto. Asumiendo el riesgo, gastó parte de sus escasos ahorros en alquilar una parcela de tierra, solo para poder hacerlo.

El proyecto facilitó la capacitación y los insumos necesarios para que los productores emprendieran sus negocios y abarcó todas las cuestiones, desde los ciclos vegetativos y los calendarios de fertilización, hasta la manera de reconocer y tratar las enfermedades más habituales de los cultivos.

En la siguiente cosecha, los agricultores observaron una diferencia espectacular en sus cultivos, tanto en términos de calidad como de cantidad. Por su parte, Sabreen recolectó una gran cantidad de tomates, que vendió a buen precio en el mercado —más que suficiente para cubrir los gastos de manutención, incluido el alquiler de la parcela.

Sabreen posa entre los árboles de papaya de su familia.

Aumento de la resiliencia ante los desafíos del futuro

En los últimos meses, la familia de Sabreen y muchas otras han encontrado cierta estabilidad gracias al apoyo del proyecto POLAR. El rendimiento agrícola de más de 1 000 familias ha aumentado hasta un 70 %, y el consiguiente incremento de los ingresos les ha permitido acceder a alimentos y atención sanitaria de calidad, además de contribuir a la escolarización de sus hijos.

Por supuesto, aún quedan muchos desafíos por delante. Más allá de las amenazas entrañadas por el conflicto civil vigente en el Yemen y la pandemia, el cambio climático está modificando los regímenes de lluvias y está agudizando todavía más la escasez de agua.

Del mismo modo que el proyecto POLAR ha venido ayudando a los productores en pequeña escala del Yemen durante la pandemia, estamos listos para volver a hacerlo en vista de que el país se enfrenta ahora al aumento de los precios de los alimentos, los fertilizantes y el combustible, a causa de la guerra en Ucrania. El Yemen es uno de los países más prioritarios en la Iniciativa para Hacer Frente a la Crisis del FIDA, creada con el fin de aumentar la resiliencia en las zonas del mundo más afectadas por la guerra.

En los próximos meses, se pondrán en marcha intervenciones adaptadas para ayudar a los productores a acceder a los insumos, asegurar la financiación y encontrar mercados adecuados, como forma de honrar la ardua labor de los agricultores como Sabreen y poner nuestro granito de arena para protegerlos frente a la incertidumbre del futuro.

 

Obtenga más información sobre la labor del FIDA en el Yemen.