Handle with care: Vulnerability, the human face of state fragility

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Manejar con cuidado: vulnerabilidad, la cara humana de la fragilidad

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Photo: Sara Kouakou

Vulnerabilidad y fragilidad puede que no sean sinónimos perfectos, pero comparten un significado muy similar. Ambas palabras se refieren a algo quebradizo, delicado y frágil, algo que debe ser manejado con cuidado.

También podemos usar esas palabras para describir la situación de las personas y los Gobiernos que se encuentran en medio de un conflicto prolongado. Si bien los países afectados por conflictos suelen mostrar signos externos que podríamos relacionar normalmente con la fuerza, como el aumento de la presencia militar, en realidad se encuentran en una condición de profunda fragilidad. Y naturalmente, la vulnerabilidad humana y la fragilidad institucional van de la mano.

 

La vulnerabilidad se ve agravada por la fragilidad

En la subregión del Cercano Oriente y África del Norte en la que trabajo, las crisis prolongadas son lamentablemente endémicas. En 2018, en esta subregión había casi 2,7 millones de refugiados y 10,3 millones de desplazados internos. La mayoría de ellos huían de los conflictos del Iraq, Siria y el Yemen, tres de las mayores crisis humanitarias y de desplazados del mundo. Estas crisis también llevan directamente a la inseguridad alimentaria; solamente la guerra civil en el Yemen, por ejemplo, ha provocado la inseguridad alimentaria de 18 millones de personas hasta 2019.

En situaciones de fragilidad, la vulnerabilidad llega al extremo. Las instituciones y los sistemas de gobierno se debilitan y, por lo general, carecen de capacidad para responder a situaciones de crisis, como conflictos o desastres naturales. Además, la fragilidad y las crisis suelen provocar inseguridad alimentaria, ya que las poblaciones pierden el acceso a los recursos necesarios para la producción alimentaria y agrícola. Por ejemplo, el 60 % de las personas que sufren subalimentación crónica y el 75 % de los niños y niñas menores de 5 años con retraso del crecimiento viven en países afectados por conflictos. Y a la inversa, la inseguridad alimentaria puede generar por sí misma un conflicto. Durante la Primavera Árabe de 2011, por ejemplo, se citó el alto precio de los alimentos como uno de los factores que contribuyó a los disturbios.

En esos contextos, los grupos más vulnerables, en particular las mujeres y los jóvenes, son quienes soportan la mayor carga.

 

Empoderar a los más vulnerables para combatir la fragilidad

Las mujeres desempeñan un papel decisivo como constructoras de la paz y promotoras del desarrollo, pero siguen enfrentándose a dificultades en lo que se refiere al empleo y los ingresos. Estos efectos se sienten de manera especialmente acusada en la subregión del Cercano Oriente y África del Norte, donde solo el 15 % de las mujeres jóvenes participan en el mercado laboral, en comparación con el 35 % que se registra a nivel mundial.

La subregión del Cercano Oriente y África del Norte también tiene una de las tasas de desempleo juvenil más altas del mundo: cerca del 30 % en 2016, en comparación con un promedio mundial del 13 %. La huida de los jóvenes desempleados de las zonas rurales en busca de mejores oportunidades puede desencadenar una espiral de inestabilidad sociopolítica, conflictos y migración masiva. Ya lo vimos con la Primavera Árabe.

Además, los conflictos suelen afectar a los jóvenes que transitan hacia la independencia socioeconómica. Cuando esas transiciones son especialmente problemáticas, pueden dar lugar a frustración, radicalización y disturbios. La adversidad que se experimenta en una etapa anterior de la vida también puede tener consecuencias en el futuro, la interrupción de los estudios, por ejemplo, puede socavar la posibilidad de encontrar un trabajo decente.

No obstante, sabemos que la inclusión de las mujeres y los jóvenes en el proceso de desarrollo es un instrumento eficaz para promover la estabilidad y prevenir la propagación de la violencia. La promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, junto con la creación de oportunidades de empleo adaptadas a las mujeres y los jóvenes, pueden sentar las bases para la construcción de sociedades pacíficas y más equitativas.

 

Esfuerzos concertados para llegar a los más vulnerables

La comunidad internacional se está dando cuenta de que es necesario cambiar los enfoques mundiales para hacer frente a los efectos de la fragilidad en las comunidades más vulnerables, y que ello puede hacerse adoptando una mentalidad de desarrollo a largo plazo en lugar de una mentalidad a corto plazo, estrictamente humanitaria.

El FIDA y sus asociados pueden desempeñar un papel fundamental en la reducción de la brecha entre las respuestas humanitaria y de desarrollo sostenible. Vemos el rostro muy humano de la fragilidad y respondemos ante ello, los agricultores cuyas cosechas son destruidas por repetidas sequías, las mujeres y los niños y las niñas que buscan refugio en tierras extranjeras para escapar de los conflictos y la violencia. Los apoyamos con herramientas para afrontar y reaccionar mejor a los acontecimientos desfavorables, porque estamos convencidos de que las soluciones de desarrollo sostenible para contextos frágiles solo pueden concebirse centrándose directamente en las necesidades de las poblaciones vulnerables.

Nuestra experiencia demuestra que la inversión responsable y selectiva en la agricultura y el desarrollo rural puede contribuir de manera importante a reducir los conflictos y a lograr la paz y la estabilidad. Nuestros proyectos han demostrado su eficacia en la promoción de la estabilidad y el aumento de la resiliencia ante los conflictos en las zonas rurales, y nuestro enfoque impulsado por la comunidad permite una ejecución eficaz incluso en condiciones de seguridad difíciles en contextos de gran fragilidad.

Fomentar la capacidad de la población pobre, empoderarla a través de las organizaciones comunitarias y promover la participación, la inclusión social y la igualdad de género constituyen el eje de la labor del FIDA. Somos conscientes de que la fragilidad tiene muchas dimensiones, y nos comprometemos a trabajar con nuestros asociados, y con la población, para hacer frente a los factores que impulsan la fragilidad y sus consecuencias de manera integral.


Consulte más información sobre la labor del FIDA en el marco de la subregión del Cercano Oriente, África del Norte y Europa.