Según un informe del FIDA, la producción de cultivos básicos en África podría sufrir una importante disminución para 2050, lo que impulsa a solicitar urgentemente financiación para la adaptación en la CP 26

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Según un informe del FIDA, la producción de cultivos básicos en África podría sufrir una importante disminución para 2050, lo que impulsa a solicitar urgentemente financiación para la adaptación en la CP 26

©IFAD/Susan Beccio

Roma, 27 de octubre de 2021 – Según un informe publicado hoy por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas, la producción de cultivos básicos en ocho países de África podría disminuir en hasta un 80 % para 2050 en algunas regiones si las temperaturas continúan aumentando a raíz del cambio climático. Esto podría tener consecuencias catastróficas en la pobreza y la disponibilidad de alimentos, a menos que se inyecte urgentemente financiación para ayudar a los agricultores vulnerables a adaptar los cultivos que producen y el modo en que lo hacen.

El Fondo ha advertido que la 26.ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CP 26) no generará resultados duraderos si los líderes mundiales continúan dando prioridad a la mitigación y no centran la atención en las inversiones en la adaptación al cambio climático.

El informe titulado ¿Qué pueden cultivar los agricultores en un mundo más cálido? El cambio climático y la adaptabilidad de los suelos a los futuros cultivos en África Oriental y Meridional (What Can Smallholder Farmers Grow in a Warmer World? Climate Change and Future Crop Suitability in East and Southern Africa) indica que, de no modificarse las prácticas agrícolas y las políticas mundiales, la irregularidad de los patrones meteorológicos, las condiciones más secas y el aumento de las temperaturas en 2 °C tendrán efectos devastadores en el rendimiento de los cultivos básicos y comerciales que producen los agricultores en pequeña escala en algunas zonas de Angola, Lesotho, Malawi, Mozambique, Rwanda, Uganda, Zambia y Zimbabwe. Por ejemplo, según las hipótesis más pesimistas, la producción anual de maíz a nivel de los hogares en la provincia de Namibe, en Angola, podría disminuir en un 77 % para 2050.

Durante la CP 26, que tendrá lugar en Glasgow la próxima semana, la atención se centrará en el incumplimiento por los países más ricos del compromiso que asumieron hace seis años de movilizar, para 2020, USD 100 000 millones por año en financiación para el clima dirigida a los países menos adelantados. Incluso si se alcanzara ese objetivo, el monto sería insuficiente. Se prevé que los costos anuales de adaptación solo en los países en desarrollo ascenderán a entre USD 140 000 millones y USD 300 000 millones por año para 2030. En la actualidad, los flujos de financiación para el clima están orientados principalmente a mitigar el calentamiento global. Por cada USD 18 que se invierten en la mitigación, solo USD 1 se destina a la adaptación.

“La mitigación y la adaptación son como las dos alas de un ave, y no podemos seguir volando con un ala”, dijo la Dra. Jyotsna Puri, Vicepresidenta Adjunta del FIDA encargada del Departamento de Estrategia y Conocimientos, el cual ha elaborado el informe. “Si bien las iniciativas de mitigación son esenciales, veremos sus frutos en unos 20 o 30 años. Debemos invertir urgentemente en la adaptación hoy para que los agricultores en pequeña escala, como los que se señalan en este estudio, puedan seguir produciendo los cultivos que les permiten obtener sus ingresos, y puedan seguir alimentando a sus naciones”.

Si bien ningún país es inmune a los efectos del cambio climático, los agricultores en pequeña escala de los países en desarrollo son los más vulnerables a ellos y los que tienen menor capacidad para afrontarlos. Estos agricultores producen un tercio de los alimentos del mundo, y hasta el 80 % de los que se consumen en algunas zonas de África y Asia, pero reciben menos del 2 % de los fondos que se destinan a nivel mundial a la financiación para el clima.

La escasez de financiación para la adaptación generará un efecto dominó en todo el mundo. Se prevé que la disminución del rendimiento de los cultivos origine aumentos en los precios de los alimentos, reduzca la disponibilidad de alimentos y traiga consigo mayores niveles de hambre y pobreza. A su vez, esto podría dar lugar al aumento de la migración, los conflictos y la inestabilidad. En 2020, una de cada diez personas padecía hambre en el mundo, y la proporción era mayor en África, donde el hambre afectaba a uno de cada cinco personas.

Según las conclusiones del informe, los efectos del cambio climático obligarán, inevitablemente, a introducir cambios fundamentales en las prácticas agrícolas y la elección de los cultivos a nivel local en esos países para 2050. Algunas de las inversiones en la adaptación que se recomiendan son:

  • sembrar cultivos alternativos y diversificar los cultivos, por ejemplo, reduciendo la dependencia del cultivo de maíz y fomentando el cultivo de frijoles y otras legumbres o cereales;
  • sembrar diferentes variedades, incluidas variedades adaptadas a las condiciones locales;
  • aplicar distintas técnicas de plantación, con semillas y materiales de plantación mejorados;
  • fortalecer la capacidad e infraestructura de almacenamiento y procesamiento, y adoptar medidas para proteger las cadenas de valor de los efectos del cambio climático, y
  • mejorar el acceso a sistemas de riego y la gestión de estos.

“La CP 26 marcará un punto de inflexión para la humanidad”, afirmó Puri. “No debemos desaprovechar esta oportunidad para frenar el aumento de las temperaturas y, al mismo tiempo, ayudar a los agricultores a ser más resilientes a los efectos del cambio climático. La propia supervivencia de las comunidades agrícolas rurales depende de su capacidad para adaptarse”.

El FIDA es la única organización multilateral de desarrollo centrada en erradicar el hambre y la pobreza en las zonas rurales, y se ha comprometido a destinar la mitad de su presupuesto de financiación para el clima a iniciativas de adaptación. A principios de este año, el Fondo puso en marcha la ampliación del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP+), un mecanismo de financiación para el clima que se prevé será el mayor fondo dedicado a canalizar este tipo de financiación hacia los productores en pequeña escala con el fin de ayudarlos a adaptarse al cambio climático y a combatir el hambre y la malnutrición.

Notas para editor

La situación en esos países puede mejorar. En líneas generales, en el informe se recomienda reducir la dependencia del cultivo de maíz y fomentar, por ejemplo, el cultivo de mandioca, maníes, frijoles, sorgo y mijo en los países que fueron objeto de estudio, así como otras medidas como cultivar variedades de maíz de corta maduración o escalonar las etapas de siembra para así aumentar la resiliencia a medida que los patrones meteorológicos cambian. Con el apoyo de la investigación y el desarrollo, los agricultores de los países estudiados pueden diversificar su producción y optar por otras alternativas que resulten adecuadas al contexto local para evitar que los cultivos se vean afectados o se pierdan debido a los cambios en los patrones meteorológicos y el régimen de precipitaciones. Al recibir apoyo técnico, los agricultores pueden adoptar nuevas prácticas que van desde los sistemas de riego, pasando por técnicas de cultivo, hasta el acceso a semillas mejoradas con miras a incrementar la resistencia de sus cultivos a enfermedades y plagas. Por último, las inversiones pueden ayudar a mejorar las instalaciones de procesamiento poscosecha.


Comunicado de prensa n.º: IFAD/66/2021

El FIDA invierte en la población rural y, al empoderar a estas personas, las ayuda a reducir la pobreza, aumentar la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y fortalecer su resiliencia. Desde 1978, hemos destinado USD 23 200 millones en donaciones y préstamos a bajo interés a proyectos que han permitido llegar a alrededor de 518 millones de personas. El FIDA es una institución financiera internacional y un organismo especializado de las Naciones Unidas con sede en Roma, donde se encuentra el mecanismo central de las Naciones Unidas para el sector de la alimentación y la agricultura.

Una gran variedad de fotografías que ilustran la labor del FIDA en las comunidades rurales se pueden descargar del banco de imágenes de la organización.