Situar la alimentación y la agricultura en el centro del marco mundial para la biodiversidad

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Situar la alimentación y la agricultura en el centro del marco mundial para la biodiversidad

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©FIDA/Shepherd Tozvireva

La mayor parte de las personas del planeta que viven en la pobreza habitan en zonas rurales y dependen estrechamente de la biodiversidad para su seguridad alimentaria, nutricional y laboral, siendo la agricultura la principal fuente de empleo. A pesar de arriesgarse a sufrir enormemente debido a la pérdida de biodiversidad, la agricultura es la principal causante de la pérdida de biodiversidad, principalmente debido a la conversión y fragmentación del hábitat y la intensificación no sostenible. Es preciso transformar el sistema alimentario para proteger la biodiversidad y garantizar la resiliencia de los sistemas alimentarios frente al cambio climático.

El FIDA invierte en proyectos que promueven el uso sostenible y la conservación de la biodiversidad y otros recursos naturales. Las comunidades rurales e indígenas con las que trabaja el FIDA poseen valiosos conocimientos sobre las especies marginadas e infrautilizadas que están adaptadas a los entornos locales y contribuyen a proporcionar dietas más diversas y nutritivas, así como a la resiliencia al cambio climático y las perturbaciones ambientales. En la región de Bahía del Brasil, el FIDA apoyó la producción y el desarrollo de la cadena de valor de cultivos indígenas resilientes al cambio climático (umbu y icuri), en el bioma semiárido Caatinga. En la actualidad, el 90 % de las calorías alimentarias mundiales proceden de 103 especies, de las que el arroz, las patatas, el trigo y el maíz representan por sí solas el 60 %, a pesar de que a lo largo de la historia se han cultivado 7 000 especies vegetales para la alimentación. La biodiversidad de las plantas comestibles es vital para la capacidad de la humanidad de hacer frente a los problemas de sostenibilidad; conocer mejor las especies marginadas e infrautilizadas, los forrajes silvestres y la soberanía alimentaria puede ayudar a crear sistemas alimentarios nutritivos y resilientes al cambio climático con unos insumos menores. El cultivo de especies diversas como actividad puede empoderar a las mujeres y a las comunidades indígenas, y sus inestimables conocimientos especializados deben protegerse y estar representados en las políticas y los procesos de adopción de decisiones.

Hasta la fecha, las políticas mundiales se han ocupado de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático de forma independiente en gran medida, a pesar de los vínculos inextricables que existen entre ambos. Abordar las sinergias que existen entre la mitigación de la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, la adaptación al clima y las cuestiones sociales y humanitarias ofrece la oportunidad de maximizar los beneficios y el impacto de las inversiones para contribuir al cumplimiento de numerosos Objetivos de Desarrollo Sostenible interconectados.

Los pequeños productores rurales del Sur Global son un grupo fundamental al que hay que dirigirse para aprovechar estas sinergias. Se encuentran en la primera línea de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático, además de soportar múltiples cargas de pobreza, hambre, malnutrición e inseguridad. A pesar de producir alrededor del 50 % de los alimentos del mundo, se encuentran entre los más expuestos a pasar hambre y carecen de los recursos y la capacidad para adaptarse eficazmente a esas circunstancias abrumadoras. La agricultura en pequeña escala sigue estando al margen de las conversaciones internacionales, de la toma de decisiones y de los flujos financieros. A pesar de ser los primeros y más afectados por el cambio climático, solo el 1,7 % de los flujos de financiación internacional para el clima se dirigen a ellos.

Con el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, la COP26 de la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, que se celebrarán a finales de este año, se presenta una oportunidad crucial para poner de relieve las relaciones mutuas que existen entre las cuestiones ambientales y sociales que recaen en gran medida sobre los hombros de los pequeños productores. El FIDA tiene el compromiso de alzar la voz de estos productores para asegurarse de que se sitúen en el centro de las iniciativas de desarrollo mundial integrado.

El uso sostenible de la biodiversidad es fundamental para la labor del FIDA, y conciliar la conservación de la biodiversidad y las necesidades humanas es un reto importante que requiere una mayor atención mundial para ofrecer soluciones innovadoras con tintes locales. La postura del FIDA con respecto a la conservación de la biodiversidad se pone de manifiesto en la primera orientación operativa de los Procedimientos del FIDA para la Evaluación Social, Ambiental y Climática (PESAC), que enmarcan la relación entre las operaciones del FIDA y la biodiversidad. En diciembre de este año, el FIDA presentará su primera estrategia sobre biodiversidad a la Junta Ejecutiva. Esta estrategia será un vehículo importante para intensificar y facilitar una integración más sistemática, estratégica y generalizada de la protección, el uso sostenible y la promoción de la biodiversidad en las operaciones del FIDA.